Estrenos de teatro. En este mundo loco, en esta noche brillante: tensión e intensidad dramática
Un gran trabajo de Nayla Pose sobre el texto de la brasileña Silvia Gomez que refleja un síntoma social violento y maldito
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Autora: Silvia Gomez. Dirección: Nayla Pose. Intérpretes: Daniela Flombaum, Carolina Saade, Tomas Huberman. Música original: Sebastián Schachtel. Música en vivo: Mateo Monk. Dirección de arte: Paola Delgado. Iluminación: Ricardo Sica. Sala: Estudio Los Vidrios, Donado 2348. Funciones: Domingos, a las 19. Duración: 60 minutos.
“Un cuerpo más tirado en el pavimento de los siglos”. Esta frase la dice la vigilante de una pista de aterrizaje en alguna parte de la tierra. Ella se encuentra en el kilómetro 23 y no es la primera vez que ve una mujer arrojada, luego de una violación. En ese momento clave, entre intervenir o mirar para el costado, entre cuidar o desentenderse, se centra el espectáculo En este mundo loco, en esta noche brillante. Esta pieza experimental, juega con la abstracción y el cruce de lenguajes para crear un universo poco convencional y poético, sin soltar el contenido dramático que implica el tema.
La primera imagen con la que comienza la obra escrita por la dramaturga brasileña Silvia Gomez y dirigida por Nayla Pose es un hermoso ejemplo de la capacidad de construir metáforas visuales en el teatro. En pleno atardecer de un domingo, todavía hay luz solar en el estudio Los Vidrios, en Villa Urquiza, el espacio se ilumina desde un ventanal. Unos colchones contra una pared, unos faroles blancos profundizan y hacen foco en la escena, se escuchan los ruidos de unos motores, una mujer habla con un handy y se comunica con otra persona en una torre de control. Estos movimientos permiten imaginar un descampado, una zona fronteriza, alguien que vigila en medio de la nada.
Desde ahí, esta mujer guardia y equipada para sobrevivir en catástrofes, funcionará durante toda la obra como narradora de los hechos y será personaje al mismo tiempo. Esta doble función la ubica por momentos en una figura más simbólica y no es tan fácil reconocer quién es. ¿Es la diosa Diana, de la mitología romana, protectora de la caza, los animales y la Luna? ¿Es un ángel, tal vez una fuerza abstracta, que durante mucho tiempo ha sido testigo del sometimiento y la violencia? ¿Una madre dispuesta a cuidar? Cualquier conjetura es posible, y al mismo tiempo, su conexión con una torre de control, su equipo de primeros auxilios y un arma cargada en su pecho la hacen accionar y volverse carne cuando rescata a una chica, luego de una violación.
El encuentro entre estas dos mujeres, la posibilidad de cuidarse, de protegerse, de hacerse reír servirá como punto de partida para pensar los casos de violencia y dominación fuera de un tiempo concreto. Lo interesante de esta propuesta es que los violadores están al acecho y prometieron volver, entonces la guardiana de esta obra nunca logra relajarse, mientras lucha por mantener con vida a su nueva amiga. Así, la propuesta no pierde tensión ni intensidad dramática, mientras las chicas se preguntan ¿cuál fue la primera violación en la historia de la humanidad? “La historia avanza por su lado malo”, dijo Hegel, y en esta obra se piensa el abuso como un síntoma social. Como sucede en la construcción de la dramaturgia, de las preguntas generales y existenciales se pasará al caso particular y concreto de una chica, que después del trauma ya no sabe si tiene sentido vivir.
Daniela Flombaum y Carolina Saade son las actrices que le dan cuerpo a este universo, que parte de la unión de dos mujeres que buscan alguna idea de esperanza o forma de escape ante la violencia sistemática. La palabra unión podría ser la síntesis de lo que ellas hacen desde la actuación, que se retroalimenta con miradas, contactos, asistencia mutua. Del cuerpo a la emoción, las dos manejan un registro conmovedor, que incluye canciones interpretadas con una dulzura notable, a imágenes contundentes que pueden remitir a la famosa escultura de “La Piedad” de Miguel Angel, salvo que aquí Jesús es la víctima de una violación, que como puede sostiene un arma.
El dispositivo escénico se suma a la tendencia cada vez más fuerte en el teatro de tensar los límites entre ficción y realidad y evidenciar cómo se construye la escena. La narradora / personaje dará indicaciones sobre el uso de la luz, pedirá cambios de música y hasta hablará con la directora, que en una mesa de trabajo al costado del espacio opera sobre la escena. También la acompañan Ricardo Sica desde el diseño de luces, Mateo Monk, a cargo de la música en vivo y Tomás Huberman, el asistente de dirección, quien por momentos rodea el espacio del público para expresar la situación de peligro de estas dos chicas, solas, en medio de la nada. Un equipo técnico y creativo que en vivo despliega las atmósferas poéticas y abstractas que este tipo de escena necesita.
En este mundo loco, en esta noche brillante es un espectáculo que surgió de la primera edición de Temporada Fluorescente, una organización de artistas que promueve la colaboración de creadores de distintas geografías. En este caso, si bien la propuesta requiere de un alto despliegue técnico para crear estos ambientes, al mismo tiempo se eleva el gran carácter artesanal de los artistas que trabajan al lado, en una mesa y mueven ventiladores para recrear el viento. Un viento como imagen final para un nuevo comienzo, un salto hacia otra vida, un salto de amor y compañía que busca iluminar la oscuridad del trauma y que también ilumina este delicado espectáculo.
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