Eleonora Wexler y el director Marcelo Moncarz rescatan el discurso de una emblemática feminista del siglo XVIII
La prestigiosa actriz encarna a Mary Wollstonecraft, una visionaria de su época, en la obra Mary para Mary
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Revisar la historia, encontrar creadores que se anticiparon a su tiempo, develar hoy sus pensamientos y descubrir que ellos resultan sumamente significativos. Eso es lo que ha hecho la dramaturga española Paloma Pedrero a la hora de construir su pieza Mary para Mary. Una obra que acerca al espectador contemporáneo a la historia y la obra de la inglesa Mary Wollstonecraft (Londres 1759-1797). Pionera en la lucha por los derechos de la mujer. Hoy ella resulta una verdadera visionaria. El espectáculo puede verse en El Picadero, interpretado por Eleonora Wexler, bajo la dirección de Marcelo Moncarz.
Pedrero, quien acaba de ganar un premio Max por su proyecto Caídos del cielo, una ONG que se dedica a trabajar con personas excluidas, conoció el libro Vindicaciones de los derechos de la mujer (1792) a través de un amigo que lo compró en Buenos Aires. En la pieza la dramaturga cruza los textos de Woolstonecraft con los suyos produciendo un material que resulta conmovedor. Logra enaltecer las ideas de la autora inglesa en este presente, en el que el feminismo hace oír su voz y con mucha fuerza.
El proyecto comenzó a diseñarse en 2019. Todo estaba listo para comenzar los ensayos pero Eleonora Wexler viajó a España a filmar la serie de La valla que se emitió por el canal de aire de Antena 3, por lo cual el estreno debió postergarse. Luego llegó la pandemia y el año pasado actriz y director se encontraron en una cena. Moncarz le pidió que volviera a leer el material porque estaba dispuesto a retomar el trabajo. Ella lo leyó y no dudó en volver a embarcarse en la propuesta convencida de que, “después de la pandemia, este texto resonaba más todavía y poseía una vibración que iba a llegar a muchos espectadores”.
Actriz y director habían realizado juntos, en el 2015, La maldecida de Fedra, un texto de Patricia Suárez que tuvo entonces una fuerte repercusión. Esta nueva propuesta les propone, no solo un reencuentro sobre el escenario, sino a partir de un material que expone con mucha profundidad la mirada de una mujer que no solo reivindicó el rol de la mujer en la sociedad sino que también buscaba la igualdad de género.
“Que en el siglo XVIII haya existido una mujer peleando por todos estos derechos es admirable –explica Marcelo Moncarz–. Es muy impactante lo que dice porque hoy resuena como si estuviera dicho por alguien de esta época. A mi particularmente me conmueve además su profunda humanidad”.
En su relato el creador explica que Mary Wollstonecraft amó mucho. Nunca compitió con los hombres. En su época no se hablaba de poliamor sin embargo ella se enamoró profundamente de un pintor y no le importaba compartirlo con su mujer. Con la siguiente pareja tuvo una hija extramatrimonial (Fanny), algo que para la época era inconcebible. Y, finalmente, con su último gran amor y su gran compañero tuvo a Mary Shelley (autora de Frankestein). Murió a los diez días de dar a luz de fiebre puerperal. Él fue quien se encargó de publicar sus obras pero, lamentablemente, quedaron casi escondidas debido a los prejuicios de ese tiempo.
“Ella hace mucho hincapié en la educación, en la igualdad entre el hombre y la mujer –señala Eleonora Wexler– y también le deja un legado a su hija. Le dice: ‘amá por amor, no por necesidad. Para que una pareja funcione tienen que ser más amigos que amantes. Aceptá la amistad que es el sentimiento más sublime. Luchá siempre para ser vos y si los hombres te lo impiden, amá a mujeres. Que no importe lo que piensen los demás. Amá la amistad, estés con un varón o con una mujer. Ayudá a quien lo necesite. Ayuda a las mujeres, siempre. Y seguí aprendiendo a amar”.
Wollstonecraft estaba convencida de que el mundo iba a cambiar. Y que su hija iba a desarrollarse dentro de él con profunda libertad. Aún creía que la naturaleza iba a ayudar al hombre y a la mujer a lograr una felicidad plena. “Ella aparece en el espectáculo como alucinada y hasta en el último tiempo de su vida tiene mucha esperanza y cree que este mundo va a ser mejor. Quiere dejarle a su hija una vida mejor. Y eso es tan actual, tan visionario y lo transmite con mucho sentimiento. Yo lo pienso en relación a mi hija. Eso resulta profundamente conmovedor. Más allá de que ella, seguramente, ya lo escuchó acá está relatado de una forma particular que resulta más potente”, dice Eleonora Wexler.
La autora inglesa habla de lo bella que es la vida y de la necesidad de defenderla. Al respecto declara Marcelo Moncarz: “Nos gusta la vida pero a veces parece que vamos en contra de ella porque hacemos todo mal. La atacamos, no la defendemos. Decimos que lo hacemos pero sucede lo contrario. Creo que desde nuestro pequeño lugar, desde el teatro, necesitamos hablar de esto. Y es importante también porque no queríamos hacer una obra feminista. Queríamos hacer una obra humanista que es muy distinto. Estamos viendo en las funciones que los hombres no se sienten mal siendo interpelados y que reaccionan bien. Y esa es una búsqueda muy importante porque no queremos que los hombres salgan con la cabeza baja”.
“Es que el discurso va mucho más allá –acota Wexler– en un momento ella le dice a su hija: ‘Tengo un sueño, en realidad no es un sueño, es algo que siento. El mundo, cuando vos seas mayor, en el siglo XIX o XX como mucho, será distinto. ¿Sabés como creo que va a ser Mary?, vamos a volver a estar armonizados con la naturaleza y no la vamos a destruir. Las escuelas estarán llenas de niños y de niñas, todos estudiarán, nadie tendrá privilegios. En los gobiernos brillarán tanto las faldas como los pantalones y en la calle la gente podrá besarse, hombres con mujeres, hombres con hombres, mujeres con mujeres. El dinero no tendrá tanto valor como ahora. Será ella, la diosa naturaleza, la que nos de la máxima felicidad”.
A la intérprete la seduce mucho recrear a este personaje porque entiende que está por delante de la actriz. Cuenta una historia que la interpela, que la moviliza. Esta mujer rompe cuestiones sociales preestablecidas o las hace visibles de una manera inesperada. Su historia prevalece por encima de la representación y siente que eso la desafía y busca reproducirla con mucho orgullo.
“No me da miedo recrear su pensamiento porque creo que es necesario socialmente –destaca la intérprete–. Me toca esto y que genial que tenga las armas para poder hacerlo y conseguir todo alrededor para que pueda contarlo con la mejor carnadura posible. En los últimos años asumí personajes con un gran compromiso social (en cine: Yo nena, yo princesa de Federico Palazzo e Historias invisibles de Guillermo Navarro) y evidentemente debo estar buscado eso internamente, por eso llegan también, así que me parecen interesantes todos y me encanta darles vida. A esta mujer la podemos ubicar totalmente en esta época. Puede estar vestida de manera contemporánea en un ámbito totalmente realista. La podemos distanciar de aquella época porque realmente su pensamiento es de avanzada. Puede ser una mujer de hoy en día que necesita contar cuales son sus pensamientos, sus ideas, dar a conocer su manifiesto”.
Tanto el director como la intérprete sabían que poner en escena este material podía a llevar a que las mujeres tomarán partido por él y dejarán de lado las necesidades del hombre actual. No fue esa la intención. Como bien dice Moncarz: “ambos creemos, como Mary, que la mujer tiene que ser igual que el hombre. Ambos deben ir juntos de la mano para que el mundo cambie”.
Para agendar
Mary para Mary
De Paloma Pedrero
Teatro El Picadero, Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857.
Martes, a las 20.
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