Estrenos de teatro: Costa presidenta demuestra el histrionismo de su estrella, lista para un desafío mayor
Con una atractiva idea que sufre por una trama caótica y despareja, la revista de actualidad tiene sus puntos más altos en el histrionismo de su primera figura y su química con el público, muy bien acompañada desde el escenario por experimentados partenaires
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Costa presidenta. Intérpretes: Costa, Martín Salazar, Marcelo Xicarts, Gabriel Wolf, Celeste Campos, Damián Bravo. Ensamble: Martina Loyato Liza Queti, Lucila Muiño, Pedro Raimondi, Pedro Vega, Guido Savino. Coreografías: Alejandro Ibarra. Arreglos vocales: Ana Durañona. Vestuario y escenografía: Vanesa Abramovich. Dirección general: Roberto Peloni. Sala: Premier, Corrientes 1565. Funciones: jueves a domingos, a las 21. Duración: 100 minutos. Nuestra opinión: buena.
Tres inescrupulosos personajes, a los que podría ubicarse entre empresarios y/o políticos, deciden llevar a la presidencia del país a una mujer trans. Esa es una posible manera de limpiar sus imágenes, demasiado manchadas por su irresponsabilidad y corrupción. Costa, la candidata, acepta el desafío y llega al poder con una intención de máxima: devolverle la risa a los argentinos.
Consciente de que el desafío no es menor, asume la responsabilidad pero no logrará obtener buena imagen entre los ciudadanos. Dios intentará acompañarla en su derrotero al igual que una asistente, Mafalda, pero ni uno ni otra posibilitarán cambiar el rumbo de un país bastante dañado por gestiones políticas anteriores.
En líneas generales, este es el argumento de Costa presidenta, del cual no se consigna autor en la ficha técnica del espectáculo. Y es que en verdad la estructura de la obra es muy despareja. Costa no trabajará desarrollando su verdadero rol de presidenta: el argumento no narra una historia lineal en la que se la verá ejerciendo el poder a través de diversas acciones de gobierno.
En contraposición, la protagonista hará gala de su conocido histrionismo y se saldrá del marco de la trama para mostrar aquello que mejor sabe hacer y más provoca a su público: monologar sobre temas generales, contar historias (algunas personales), interpretar temas musicales en los impone su estilo más próximo al decir con cierta intencionalidad las letras de las canciones; recitar fragmentos de composiciones de Atahualpa Yupanqui o María Elena Walsh; bailar una chacarera en un momento en el que realiza un homenaje al folclore y hasta junto a Alma Viva (personaje de Celeste Campos) concretar un contrapunto muy acertado.
Lo más atractivo de la experiencia es, sin duda, el encuentro de ese grupo de magníficos humoristas que juegan a fondo las pequeñas situaciones que los involucran. El trío de Macocos (Salazar, Xicarts y Woolf) apela a toda su experiencia y compone a ministros sedientos de poder con mucha calidad, así como a esas dos empleadas de la Casa Rosada que intentan matar a cuanta rata se esconde en ella con la seguridad de que resultará muy difícil eliminarlas a todas. Celeste Campos es una humorista intensa que descolla como Mafalda (una especie de Catita que con el paso de las décadas se ha desbordado) y luego le da vuelo a Alma Viva (otro de sus personajes característicos, que logró mucho éxito entre los espectadores de Canta conmigo ahora), mostrando una veta de atractiva cantante. Resultan además muy efectivas las participaciones del actor, músico y bailarín Damián Bravo y del ensamble que conduce el coreógrafo Alejandro Ibarra.
Sobre el final, Costa explica que debutó en esa sala como asistente de vestuario en una revista que encabezaba Ethel Rojo y le rinde un sentido homenaje a Enrique Pinti y a aquel emblemático trabajo que fue Salsa criolla. En el cierre, el grupo interpreta el conocido tema “Quedan los artistas”.
El director Roberto Peloni ha buscado potenciar, y con muchos aciertos, cada momento del show frente a una estructura general nada sencilla.
Costa demuestra una vez más su capacidad humorística, su particular forma de transgredir con inteligencia los ámbitos por los que transita y no deja de agradecer al público. Con más rigor, podría alcanzar un lugar destacado dentro del universo del espectáculo porteño como notable capocómica. Por ahora parece apostar a jugar dentro de los límites que mejor conoce, consciente que lo que hace funciona muy bien. Costa presidenta demuestra, además, que sabe rodearse de creadores talentosos que conocen mucho más los grandes escenarios y que hace tiempo han dejado los reductos del off, más contenedores.
En definitiva, un espectáculo que provoca más por las capacidades creativas de su elenco que por su temática. Algo que la protagonista deberá revisar en su próximo trabajo para lograr un ajustado equilibrio.
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