Estrenos de teatro. Con Tom, Dick & Harry, Nicolás Cabré sale airoso en su primera dirección
En una comedia cuyo propósito es hacer reír, se destacan los trabajos de Bicho Gómez, Yayo Guridi, Mariano Martínez y María Valenzuela
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Autores: Ray y Michael Cooney. Dirección e iluminación: Nicolás Cabré. Intérpretes: Mariano Martínez, Bicho Gómez, Yayo Guridi, María Valenzuela, Mercedes Oviedo, Gabriela Sari, Jorge Noya, Rodrigo Raffetto. Escenografía: Lula Rojo. Vestuario: Gigi Romano. Versión y asistente de dirección: Cristian Grassi. Sala: Multiteatro Comafi, Corrientes 1283. Funciones: miércoles a viernes, a las 21; sábados, a las 20.30 y a las 22.30; domingos, a las 20.30. Duración: 80 minutos.
La temporada teatral de verano impone el estreno de algunas comedias de enredos que, por lo general, interesan al público más por sus protagonistas antes que por los temas que abordan. Tom, Dick & Harry es una pieza algo menor en la producción de Ray Cooney que el autor elabora junto a su hijo, el guionista Michael Cooney. No utilizamos el término menor porque el texto no sea efectivo a la hora de divertir al público, sino porque estructuralmente posee algunos personajes muy poco desarrollados y su trama no posee demasiadas sorpresas a medida que avanza la representación.
La historia es muy alocada. Un matrimonio espera la llegada de una empleada de una agencia de adopción. Ellos están ansiosos por recibir a un niño en la casa y esta mujer será la encargada de analizar si el status de vida de la pareja es el adecuado para formalizar los trámites necesarios que permitan lograr el objetivo.
Pero Tom, el jefe de la familia, tiene dos hermanos de características muy especiales. Dick posee una simpatía arrolladora y está acostumbrado a delinquir y contrabandear todos aquellos productos que le den buenos réditos económicos. Harry también es rápido para hacer negocios ilegales, pero lo suyo es más patético ya que trafica con cadáveres. Ambas cosas conseguidas de manera ilegal estarán en la casa a la hora en que llegue la señora Potter, quien decidirá si esa familia estará o no en condiciones de adoptar un hijo. A esta historia se sumarán una joven, también delincuente, que busca aprovecharse de la supuesta situación económica de la familia, su jefe y un policía que, poco a poco, va descubriendo ese entorno conflictivo que no termina de analizar en su verdadera dimensión.
El espectáculo se desarrolla de manera muy ágil y hay escenas que son verdaderamente desopilantes y el público disfruta mucho de ellas, aplaudiendo en muchos tramos de la representación. Es que las recreaciones de Bicho Gómez y Yayo Guridi son realmente delirantes. El primero juega al máximo con su capacidad de ser un payaso que sabe exponer al máximo sus posibilidades histriónicas, algo que lo convierte en un intérprete con muchos recursos expresivos. Yayo Guridi posee un perfil menos exacerbado en su nivel de comicidad pero es muy inteligente a la hora de reconstruir un personaje con rasgos más sutiles. Se mueve en escena con tanta elocuencia que sabe que un pequeño gesto, una mirada, cierta neutralidad en su manera de decir, generará en los espectadores una adhesión extrema.
En el centro de ellos estará Mariano Martínez, el hermano más formal, que intenta seguir ciertas reglas morales pero a quien le resultará muy difícil con unos compañeros de juego tan descentrados. Aún así su labor es muy destacable porque pone toda su intensidad al servicio de esta experiencia y sale muy airoso, aunque verdaderamente sus dos hermanos lo hacen ingresar en un campo actoral muy complejo para él. Lo mismo sucede con Mercedes Oviedo (la esposa de Tom) que logra componer con mucha creatividad a esa mujer que debe luchar con ese trío de hombres tan desestabilizadores y con María Valenzuela que, aunque tenga un personaje pequeño, sabe cómo darle una grandeza notable a la señora Potter.
En papeles más pequeños y poco elaborados dramatúrgicamente y desarrollados por la dirección están Gabriela Sari, Jorge Noya y Rodrigo Raffetto.
Esta es la primera dirección teatral de Nicolás Cabré. El creador demuestra que conoce muy bien el universo que impone la comedia (lo demostró como protagonista en El quilombero, por ejemplo, bajo la dirección de Arturo Puig) y por eso logra darle a esta producción un ritmo muy preciso, sabe cómo conseguir esos gags que el público disfrutará mucho. Y si bien no termina de conseguir darle forma a un estilo de actuación que posibilite concebir un espectáculo más compacto desde lo interpretativo, logra acaparar la atención del público. Los espectadores disfrutan enormemente de cada situación que se plantea en escena y, finalizada la función, salen de la sala muy complacidos.
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