Estrenos de teatro. Con Ardientes Gardel y Le Pera, el grupo Los Amados le ponen sabor tropical al tango
El espectáculo, de excelencia musical y creativa, hace que cada noche más de 700 personas terminen bailando en la platea
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Dirección general: Alejandro Viola. Dirección musical y arreglos: Diego Vila, Matías Bahillo, Los Amados. Intérpretes: Alejandro Viola (voz), Carolina Alberdi (piano, acordeón), Fernando Costa (percusión), Wilson Ortiz (guitarra, bajo), Matías Bahillo (guitarra, trompeta), Alejandro Bordas (guitarra), Esteban Freydier (saxo), Paulina Torres (voz). Vestuario: Diego Prenollio. Asesor en coreografía: Ignacio González Cano. Sala: Auditorio de Belgrano, Virrey Loreto 2348. Funciones: sábados, a las 21. Duración: 90 minutos.
Si no tuviera ese abultado jopo rockabilly, Alejandro Viola, apodado Chino Amado, podría parecerse a Humphrey Bogart en Casablanca, por ese particular tono y cadencia que utiliza al hablar. O incluso al desplazarse por el escenario, mientras su extravagante vestuario, igual que el de sus músicos, mezcla de colorido chiripá gauchesco, con saco tipo toreros, o bombacha a lo gaucho de campo, le aportan al grupo ese inigualable estilo que ellos definen como kitsch tropical y fileteado. Chino Amado y los suyos aman el bolero. La canción romántica es su caballito de batalla, sin obviar el merengue, la cumbia, la salsa, o el son cubano.
Con más de treinta años de trayectoria, Los Amados, que tocaron en la mítica discoteca Cemento, junto a Los Twist –convocados por el legendario Omar Chabán– hasta el Centro Cultural Rojas; la sala Siranush, donde hicieron con acostumbrado éxito El danzón de Los Amados, o pasearon sus ritmos latinos por España e Italia, hasta que la pandemia los obligó a un paréntesis, para retornar luego a la terraza del Picadero, ahora se presentan en el Auditorio de Belgrano. En ese amplio auditorio, los sábados, convocan a más de 600 fieles admiradores, los que en su mayoría con algo más de treinta años, se hacen cómplices de los guiños de humor de Chino y los suyos. Con su estilo refinado, depurado y hasta pegadizo Los Amados, van conquistando de a poco a su público. Esta vez con un exquisito homenaje a Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, la segunda pareja artística de El Zorzal, después de su mítico compañero José Razzano, con el que conformaron un dúo inolvidable.
El humor ingenuo, nunca zarpado de Los Amados, hace que despierten constantes sonrisas en la platea, a la que invitan a cantar con ellos el clásico “Por una cabeza”, con ritmo de salsa, o “Melodía de arrabal”, en una ferviente mezcla de merengue y mambo, que en los de más años recuerda a la inolvidable Amelita Vargas. A su vez que otro top 10: “El día que me quieras”, con acordes de salsa, quizá remiten al inigualable José Damaso Pérez Prado.
Este nuevo y fascinante show teatral y musical de Los Amados no deja de ser audaz al intentar imprimirles ritmos caribeños, a temas como “Cuesta abajo”, “Volver”, o “Soledad”; sin obviar una muy divertida versión de “Rubias de New York”, con pelucas incluidas, que el Chino y los músicos convierten en un entretenido music-hall. Aunque si algo se debe destacar es que los arreglos de cada tema fueron encarados con la seriedad que es habitual en el grupo, que esta vez contó con la ayuda de Diego Vila (Discepolín y yo, Orestes, La ópera de tres centavos, Delirio gaucho). Mientras que la trompeta, el saxo, o la percusión se incorporaron en el instante exacto en que parecía que se iba a desvirtuar un tema, de este modo cada composición supo conservar su esencia.
Ardientes Gardel y Le Pera… es un espectáculo que entretiene y no permite la distracción, porque Alejandro Viola, que además de cantante, es actor, director y maestro de actores, cuán mago qué dirige su orquesta, es capaz de bajar a la platea a dialogar con las parejas presentes, o jugar a un “verdad-consecuencia” con el público, al consultar por ejemplo, si Gardel se reunió con Perón alguna vez (!!!) o si Piazzolla siendo un niño participó en algún film del gran Carlitos. A la vez que detalla anécdotas de algunas de las películas (Melodía de arrabal, Cuesta abajo, El tango en Broadway, Tango Bar, El día que me quieras), que la dupla realizó, en su corta vida juntos –entre 1932 y 1935–, hasta que el 24 de junio de 1935 se produjo el accidente en Medellín en que murió Gardel, Le Pera y sus músicos.
Mención aparte, además de la valiosa performance de los intérpretes, merecen las dos damas del show. Carolina Alberdi (gran pianista y acordeonista) cuya imagen por instantes recuerda a la inolvidable Diana Maggi, haciendo La Doce Pesos en El conventillo de la paloma; y Paulina Torres con sus estampadas polleras que traen alguna reminiscencia de la cantante y compositora catamarqueña Margarita Palacios.
Los Amados lo hicieron otra vez. Despacito, a lo largo de la noche se metieron al público en el bolsillo, que bailó y canto de pie, por segunda vez y de viva voz “Por una cabeza” (Gardel-Le Pera), como canción de despedida de otra función a puro ritmo centro-latinoamericano.
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