Estrenos de teatro: Como pata de chancho, mandato y erotismo en el laberinto de dos hermanos
Con logradas actuaciones, la obra sumerge oníricamente al espectador en las ruinas de un teatro y en los designios de una madre tan ausente como omnipresente
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Dramaturgia: Damián Smajo. Intérpretes y dirección: Damián Smajo y Gonzalo Carmona. Diseño sonoro: Martín D´Agostino. Vestuario y asesoramiento escenográfico: Melina Benítez. Realización de objetos: Mateo Smajo. Voz en off: Melina Benítez y Valentino Naughton. Asistente de dirección: Cecilia Heroiina. Sala: Espacio Preta, Viamonte 2955. Funciones: sábados 21.00. Duración: 60 minutos.
Como pata de chancho es una de las gratas y silenciosas sorpresas de esta temporada. En una sala pequeña del Abasto, que recibe a los espectadores con un rico vino o una tacita de té, y que propone abonar una entrada “al sobre”, sin tarifario fijo, se desarrolla este ritual teatral inquietante cuyos actores recuerdan a las experiencias de laboratorio de espacios como el recordado y valioso Parakultural de la posdictadura donde germinaron talentos de la talla de Batato Barea, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta.
Un viejo teatro olvidado en un pueblo de llanura reúne a los hermanos Antonio y Mateo. El lugar había sido propiedad de la madre fallecida de ambos, quien fuera protagonista de espectáculos eróticos clase B. El mandato es claro: deben seguir representando. Con esa misión autoimpuesta, los hermanos comienzan a tejer una experiencia sin destinatario. Un juego ilusorio, o no tanto, en el que desentrañan poderes y opresiones, legados emocionales y cuentas afectivas sin saldar, bajo una onírica atmósfera que pone en tensión la realidad y la ficción. ¿Qué está sucediendo realmente?
Lo sexual, también herencia de esa madre que capitalizaba las potencialidades de su cuerpo, los enfrenta a una disputa donde emerge la indeterminación, la posibilidad de respirar desde las ropas de la madre ausente y omnipresente a la vez y hasta tensionar un vínculo fraternal en el que la atracción y repulsión sexual los enlaza.
Las interpretaciones de Damián Smajo y Gonzalo Carmona le dan veracidad a Antonio y Mateo, con un trabajo preciso de los cuerpos expuestos y pletóricos de sentidos. Miradas y silencios dicen tanto como las palabras. Ambos se empoderan del espacio en un milimétrico trabajo corporal sumamente emocional.
Uno de los logros de la puesta, potenciado por las escuetas dimensiones de la sala, es hacer sentir al espectador dentro del ambiente planteado, lo cual potencia las cualidades de las actuaciones al servicio del relato de humor corrosivo. ¿Se está ante una ficción o se es parte de ese juego de poder entre los hermanos desde un lugar voyerista?
Melina Benítez es la responsable del vestuario y del asesoramiento escenográfico, mientras que Mateo Smajo es el realizador de los objetos, rubros creativos que se destacan especialmente en esta propuesta. Lo lúgubre de ese teatro abandonado y sobrecargado de piezas herrumbradas es bien estimulante, significa mucho.
A veces, la multiplicidad de roles atenta contra la factura final del trabajo. No es el caso, la dramaturgia del actor Damián Smajo es precisa y profunda. En el trabajo de dirección, Smajo está acompañado por su compañero Gonzalo Carmona, logrando ambos sacarle partido a ese juego perverso y asfixiante, lleno de carencias afectivas, en el que se funden sus personajes, enrostrados en el pasado en un teatro abandonado con sonidos camperos y el peso de una madre.
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