Estrenos de teatro. Catch, última pelea es un retrato de aquellos viejos luchadores de la televisión
La pieza de Gustavo Gotbeter representa el encuentro de dos compañeros que fueron maltratados por el líder de la troupe
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Autor: Gustavo Gotbeter. Dirección: Marcos Arano Forteza. Intérpretes: Manuel Lorenzo, Santiago Cejas y Rocío Panozzo. Escenografía y vestuario: Vanesa Abramovich. Iluminación: Leandra Rodríguez. Música: Leonardo Costa. Sala: El Extranjero, Valentín Gómez 3378. Funciones: sábados, a las 22.30. Duración: 70 minutos. Entradas: $ 2.500.- por www.alternativateatral.com. NUESTRA OPINIÓN: Buena.
Pedro se mueve en silla de ruedas, vive solo y sus días transcurren entre recuerdos y la observación una y otra vez de sus viejos trofeos obtenidos en sus torneos de catch. Al igual que El Negro, que lo visita de sorpresa, integraron la troupe de Aníbal, apodado El Viejo, en aquellos divertidos, pero exigentes encuentros de lucha libre, conocidos como Héroes y villanos del catch, que en su época nucleaban una gran cantidad de público. De aquellos años sólo les queda a ambos hombres, compañeros de abusos y de aceptar sin chistar las órdenes que disponía El Viejo, un mar de resentimientos. Hay una atesorada sed de venganza que los une. Pero en su visita, El Negro trae un as guardado bajo la manga. Intenta “comprar” las emociones destruidas de Pedro, entregándole una vieja Copa que le había sido arrebatada, por ser el ganador de una pelea en el pasado y también una suma de dinero. Pedro lo recibe con odio, resentimiento, que se traduce en un desaforado y apretado empleo de palabras e improperios que, por instantes, no se le entiende lo que dice.
El juego, la iracundia que fomenta el interior de ambos hombres se irá tiñendo de rojo intenso: se agreden, se empujan. El Negro intenta jugar al comprensivo, el otro no le cree.
La pieza de Gustavo Gotbeter parece inspirada en algunos de los integrantes de Titanes en el Ring, aquel espectáculo televisivo que nació en el viejo Canal 9, allá por los años 60 y se mantuvo a lo largo de dos décadas. Luego, con los años, en 2001, la hija del gran Martín Karadagian, su creador, intentó reciclarlo. De hecho el autor de esta obra, Gotbeter le pone como apodo de lucha a Pedro, La Momia (que originalmente en Titanes… fue personificado primero por Iván Kowalsky, luego por Juan Enrique Dos Santos o Gitano Ivanoff y, a partir de 1975 hasta 1988, por el instructor de pesas y luchador Juan Manuel Figueroa). Mientras que El Negro, en el ring, recibe el nombre de Hombre de las Nieves del Sur.
En su época gran parte del país se concentraba frente al televisor, para divertirse y observar las llaves maestras o las patadas voladoras de los Titanes... Hoy en época del Metaverso e Inteligencia Artificial, los niños y los adultos se entretienen de otro modo. Por eso quizás, el público que observa atentamente esos instantes que detallan de sus vidas Pedro y El Negro, tienen todos –entre señoras y señores– bastante más de 40 años.
Catch, la última pelea tiene un prólogo, que hace referencia a la Guerra por las Malvinas, pero luego ese tema no se desarrolla. Incluye algunos flashbacks que remiten al pasado de los personajes, como el instante en el que Pedro hace referencia a esa supuesta mujer que lo espera en el camarín y le exige tener sexo desenfrenado para luego retirarse. Este hecho anecdótico le permitió al director Marcos Arano Forteza incorporar a una actriz que juega como una especie de sombra, de relatora, de cantante que arenga a la platea en los instantes más calientes del match, en los que se enfrentan Hombre de las Nieves del Sur y La Momia.
Marcos Arano Forteza convirtió este match de dos ex de la lucha libre, en una especie de mosaico algo frenético y pesadillesco, con una estética exasperante, a la que los actores intentaron ponerle el cuerpo. De hecho lo hacen. Manuel Lorenzo, Santiago Cejas y Rocío Panozzo se fusionan al ritmo febril de lo que les pide el match. Pero si bien los dos primeros se la juegan en la arena del ring, con arriesgadas marcaciones, por momentos, el ritmo exacerbado de sus interpretaciones hace que pierdan la identidad de sus personajes. Lo mismo ocurre con Rocío Panozzo, que le aporta ímpetu y energía a su papel y se la escucha a plena voz, pero hubiera necesitado una mayor dedicación por parte de la dirección, para sumar otros matices a su protagonista.
La escenografía para nada funcional, obliga a los actores a tener un constante cuidado para que no se les caigan los objetos en el escenario. Lo mismo ocurre con el poco práctico vestuario, que obliga a los intérpretes a dedicarle demasiado tiempo para caracterizarse, debido a la cantidad de elementos tan poco funcionales que se les exigió para ilustrar mejor a esos ex luchadores.
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