Estrenos de teatro. Baltasar contra el olvido es un intenso sendero de bellos sentimientos
Un conmovedor trabajo interpretativo de Tom CL, bajo la sensible dirección de Marcelo Moncarz sobre un tema tremendo
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Baltasar contra el olvido. **** Muy buena. Autores: Mauricio Koch y Marcelo Moncarz, basado en la novela de Mauricio Koch. Dirección: Marcelo Moncarz. Intérprete: Tom CL. Músicos en escena: Facundo Borda, Melanie Cejas Montero y Federico Trotta. Escenografía: Adrián Carullo y Marcelo Moncarz. Vestuario: Emilia Bacigaluppi. Iluminación: Daniel García Dorato. Sala: Área 623, Pasco 623. Funciones: sábados, a las 18. Duración: 65 minutos. Entrada: $1.500.
Es una conmovedora crónica sobre la tristeza, la pérdida. La tristeza de haber perdido a una madre que supo criar a sus hijos sola, sólo a fuerza de sacrificio y hacer trabajos, el que fuera, para afuera. Por ser sola y con hijos, en un pueblo de Entre Ríos y por salir con hombres, le pusieron la etiqueta de puta. Y esa insignia, a Renata, según lo detalla su hijo Baltasar, el protagonista de esta pieza, a ella no le importaba. Sabía con la sociedad que tenía que lidiar, en gran parte, hipócrita, de “buena gente” que escondía uno y mil secretos y callaban cuando tenían que hablar. Pero claro… Renata era una mujer sola con dos hijos chicos… y la víctima termina siendo la culpable. Más aún cuando se presume que el asesinato no fue obra de uno sólo, sino de varios. Porque el cadáver de Renata, golpeado hasta el hartazgo, demostró que fue violada. En el pueblo, según relata su hijo, saben quiénes fueron los culpables, pero nunca lo van a decir, hay un callar que encubre. Baltasar se propuso no olvidar y mirar en silencio y a la cara a los culpables cuando se los cruce en alguna calle de ese pueblo en el que nació, en la provincia de Entre Ríos.
La obra parte de la novela de Mauricio Koch –publicada en 2020–, qué según dicen está basada en hechos reales. Y si no fuera así, lo que se relata es parte de las crónicas de los diarios. Es un clisé que se repite y se dice que se hace para que eso no suceda más, pero casos como éste siguen nutriendo las crónicas policiales de todos los días. Los que quedan y estuvieron ligados a la víctima, como el hijo de Renata, Baltasar, atesora recuerdos de su madre, de su hermano con problemas mentales, de su abuela muerta. “Tengo rabia acumulada en las tripas”, dice ese muchacho casi adolescente, mientras relata al público los detalles que anota en un cuaderno de tapas azules. Los recuerdos que en sus noches de insomnio acumula o intenta fijar en su mente para no olvidar, no olvidar nunca a su madre. Esa madre que les hacía pororó a él y su hermano, o que les decía `opa`, pero nunca los dejaba solos.
Baltasar tiene un apellido alemán Kindsvater, que refiere, según se dice, a los hombres que después de una relación, en la que la mujer queda embarazada, desaparecen, no se hacen cargo del niño. Un hecho tan común no sólo en el interior argentino, ni tampoco en la Argentina.
La pieza fue adaptada del libro homónimo por su autor y el director Marcelo Moncarz, de una extensa trayectoria teatral. Es un relato escenificado, una crónica narrada con bronca, con sutileza, sentimientos que se disimulan para esquivar el melodrama fácil –la iluminación de diversos matices y colores subraya este distanciamiento a lo largo de todo su trayecto-, y no incitar al público al llanto (aunque quizás no hubiera estado mal hacerlo). El director y su único intérprete –la obra es un unipersonal, un biodrama-, decidieron por respeto a los que observan, no provocarles golpes bajos, sólo contarla, en un formato que podría ser un oratorio pero no lo es.
La escenografía está compuesta de una pequeña cama, la de Baltasar, un velador, un cajón, a modo de mesita de luz. Detrás se ubican los tres músicos que completan el espectáculo –Facundo Borda, Melanie Cejas Montero y Federico Trotta–, quiénes con sus notas, unas más melódicas, otras más roqueras, o más tirando a baladas, subrayan este crudo e impactante relato que cuenta el joven Baltasar al público. La historia es contada con palabras simples, sentimientos lógicos que se le van ocurriendo al muchacho y provienen de sus noches de pensar y pensar, teniendo muy claro que su Nunca Más, es no olvidar lo que sucedió con su madre.
Marcelo Moncarz, guió a Tom CL, el protagonista, por un sendero sinuoso de sentimientos que van desde la bronca, la impotencia, al silencio que deja paso a un llanto callado, a un histrionismo que intenta demostrar una valentía, que esconde la debilidad de la más absoluta soledad, la de un huérfano que perdió a su madre en un acto atroz. A Baltasar le pone el cuerpo Tom CL, un intérprete que además es músico. Quizás por eso se lo escucha tan claramente cuando habla, mientras sus ojos, su mirada parece encenderse y apagarse de acuerdo a las emociones por las transita. CL es un actor que no se achica, no se inmuta le pone el cuerpo a un relato que deja heridas abiertas, que posiblemente nunca cerrarán para un ser que atravesó tan aterradoras circunstancias.
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