Estreno. El Teatro Nacional Cervantes presenta una dolorosa mirada sobre la guerra por las Malvinas
Surgida de un concurso, la directora Analía Fedra García toma este texto de Alicia Muñoz y la lleva a escena con los protagónicos de Alejandra Darín y Roberto Vallejos
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El año pasado el Teatro Nacional Cervantes lanzó un concurso de dramaturgia denominado “Las mujeres y Malvinas”, en conmemoración del 40° aniversario de la guerra que en la década del 80 conmovió al país y cuyas secuelas modificaron la realidad de muchas familias argentinas que perdieron a sus jóvenes hijos en combate. La pieza ganadora de dicho certamen se denomina Condolencias y su autora es Alicia Muñoz, reconocida creadora que, desde la década del 70, viene presentando una producción que, en más de una oportunidad, se ha ocupado de referir cuestiones históricas ,como sucede en las piezas La coronela o El león bajo el agua, entre otras.
La Guerra por las Malvinas ha sido tema de interés de varios autores y autoras, no solo en Buenos Aires sino además en diferentes provincias del país. Muchas de esas producciones han sido compiladas por el investigador Ricardo Dubatti en tomos que han sido divulgados por el Centro Cultural de la Cooperación y el Instituto Nacional del Teatro. Condolencias se estrenó el sábado pasado en la sala Luisa Vehil del Teatro Nacional Cervantes. Está interpretada por Alejandra Darín, Mariano Bassi, Tincho Lups, Roberto Vallejos y María Zubiri. La dirección es responsabilidad de Analía Fedra García.
La historia gira en torno a una madre que, junto a su esposo, espera la llegada de su hijo una vez acabada la guerra. Solo han recibido una comunicación en la que se informa que el muchacho murió pero uno de los nombres no está bien escrito y esto lleva a la mujer a sostener, a través del tiempo, que ese hijo está perdido y por eso mantiene viva la esperanza del reencuentro. Además de estos personajes participan de la trama la ex novia del joven muerto y un excombatiente misionero que vive en Buenos Aires y cuyos rasgos son muy parecidos a los del muchacho muerto.
“Lo que me interesó del texto es, primero, esta cuestión referida a una madre que espera el regreso de su hijo, aun sabiendo que ha muerto –explica Fedra García–. Es muy comprensible la negación en traumas de estas características, tan extremos. Ella, además, no recibió el cuerpo del chico. Trabajé con el elenco tratando de observar cómo circula la falta de ese ser en cada uno de los personajes, no solo en la madre. Cómo ellos logran juntar esos pedazos que quedaron medio rotos en todos. Ese anhelo y esa búsqueda de quien no está es, de alguna manera, lo que quise poner a circular en la obra. En ciertos aspectos es medio fantasmática. Cada uno carga el rostro de ese solado con lo que desea”.
Alejandra Darín mantiene muy vivo el recuerdo de aquellos días de tensión que se vivieron en el país y abordar esta pieza la obliga a pensar en las familias que padecieron de cerca el conflicto, en sus perdidas y en ese fragmento de la historia que hoy debe recuperar como intérprete sobre el escenario.
“Pasaron tantísimos años –dice la intérprete– pero, por lo menos para mí, que no tengo ningún familiar o amigo que fue a la guerra y soy de esa generación, éste es un tema que tengo muy en carne viva. Creo que la obra tiene una gran característica: le da al espectador la opción de elegir qué es lo que está sucediendo, qué es esto que está pasando arriba del escenario. Puede ser locura, puede ser un sueño y puede ser algo de esas realidades que superan a la ficción. A veces me pregunto qué verá la gente del trabajo que estamos haciendo, con todo eso que uno fue acumulando en los ensayos y que pertenece al mundo de la dirección, de la actuación, de la autoría. Qué verá la gente de todo esto que estuvo en las charlas, en todas las emociones que fueron apareciendo y llegué a esta conclusión. Las tres posibilidades que citaba podrían ser ciertas”.
Analía Fedra García comenta que en este último tiempo, cuando comentaba que estaba trabajando una pieza que tocaba el tema Malvinas, encontró a muchas personas que le fueron contando que ellas tuvieron familiares o amigos que participaron de la guerra, recibió también comentarios sobre los padecimientos que sufrieron los soldados y eso la llevó a reconocer que aún hoy hay cuestiones que “están muy a flor de piel”. Por eso en su montaje decidió trabajar el tema con mucha delicadeza. “Si cargás mucho las tintas en el escenario –explica– seguramente el público va a rechazar el espectáculo. Pero si jugás de una manera más abierta la gente se encontrará con una propuesta conmovedora”.
“No nos podemos olvidar que esta obra sale de un concurso que se llama ‘Las mujeres y Malvinas’ –reflexiona Darín–. Recuerdo que no hace mucho tiempo se habló de las seis u ocho mujeres que estuvieron trabajando como enfermeras en la guerra. Como si esas fueran las únicas mujeres y aparte totalmente silenciadas. Nosotros tenemos esa manía de no meternos con las cosas que nos duelen. Necesariamente tenemos que hacerlo para, de alguna manera, superarlo, para darle contención también a la gente porque, que a uno no le haya pasado en forma personal, no quiere decir que no le ha pasado como ciudadano, como argentino, como argentina. Entonces me parece que es muy importante visualizar a esas mujeres que sostuvieron desde su rol de familiar, de madre, de hermana, de novia a esos chicos con ese dolor. Y esto es lo que hace el teatro, agarra un cúmulo de emociones, las estruja un poco, las devuelve y bueno, vos hacé lo que puedas con eso. Para mi por lo menos o lo que entiendo o me gusta entender del teatro es eso. Esta es una obra simple y como todas las cosas simples esconden un montón de aspectos que pueden resultar muy interesantes. No te vas indiferente”.
Entre las cuestiones que busca rescatar Fedra García de la pieza cita algunas que resultan muy atractivas. “Ya en la lectura te emocionás, no baja línea y no es un discurso ni una diatriba sobre el nacionalismo –explica–. Va para otro lado y eso me parece que es muy interesante. No repetir discursos. Expone aspectos sensibles de los vínculos. En definitiva es una obra sobre padres e hijos, sobre como se encuentran esas generaciones. En el espectáculo están un poco borradas las marcas de época en el vestuario, en la escenografía, para quedarnos con los vínculos. No hacemos referencia directa a Malvinas sino a una madre, un hijo, un padre, una novia, un soldado que no vuelve”.
Notablemente ambas creadoras suelen trabajar con textos de autores argentinos. Analía Fedra García además ha construido algunos espectáculos apoyándose en textos de Leónidas Lamborghini (Las patas en las fuentes) o Haroldo Conti (El vuelo de Basilio).
“Me gusta el teatro argentino, los autores argentinos y las autoras –explica Alejandra Darín–. Por eso hice cinco obras de Mario Diament (Esquirlas, El libro de Ruth, Un informe sobre la banalidad del amor, Tierra del Fuego, Moscú). Me identifico. Me ha pasado de decir: quiero hacer esto así como está escrito. Lo quiero hacer porque me parece que tiene una poética que no tienen otras obras u otros autores. Me gusta hacer el teatro argentino que no es necesariamente el adoquín, el farolito de tango. Hablemos de otras cosas. Me gusta la mirada argentina sobre otros temas. No sobre nosotros mismos. Todo lo que es muy porteño no me interesa, porque yo no me identifico con esa porteñidad. Me gusta también el teatro histórico. El que habla de personajes que han sido reales. Te ayuda para revisar cosas y seguir”.
Al respecto señala Fedra García: “Los argentinos que me interesan primero son esos autores que me desconciertan como Armando Discépolo que te lleva a decir, ‘qué hay acá’. Cuando vuela un misterio me gusta. O lo de Conti, Lamborghini ni hablar. Hace poco estuve revisando a ver cuál es la línea que voy siguiendo como directora y asoma el grotesco, las poéticas del contraste. Lamborghini tiene un texto escrito que se llama Mescolanza que habla del grotesco como mescolanza. El argentino como ensalada rusa que ni Dios entiende y con las obras que hice puedo trazar la línea del contraste. En Las patas en las fuentes todo el tiempo estaban contrastados los personajes con la historia del país. En Condolencias también hay cruces de contraste. En Relojero de Discépolo ni hablar. Me gusta jugar con las diferentes formas de esos opuestos que están circulando”.
Para agendar
Condolencias, de Alicia Muñoz
Dirección: Analía Fedra García.
Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.
Jueves a domingos, a las 18.
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