Estreno deteatro. Volcán de brujas es un brillante trabajo tridimensional y multimediático que muestra un mundo fantástico
El libro de Víctor Malagrino abreva en la mitología y el director Ezequiel Tronconi hizo un trabajo artesanal con eso
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Autor: Víctor Malagrino. Director: Ezequiel Tronconi. Intérpretes: Laura Cymer, Paula Carruega, Gabriel Correa, Lucas Crespi y Juan Risso. Vestuario: Jorgelina Pineda. Escenografía e Iluminación: Pablo Calmet. Visuales: Gabriela Baldoni. Producción ejecutiva: M. Laura Quevedo. Asistencia de dirección: Pilar Germano. Sala: El Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Duración: 70 minutos. Funciones: jueves y viernes, a las 21.
Mientras la inteligencia artificial avanza sin pausa y se instala en la vida cotidiana todavía sin noción de sus límites o cómo terminará de modificar las relaciones humanas; el teatro, por oposición, se eleva como uno de los últimos refugios del desarrollo artesanal y el encuentro físico, real, entre personas. En una pantalla todo es posible, pero contar en escena un relato vivo, que juegue con el misterio, que incluya brujas, volcanes, una isla solitaria y hasta un hombre lobo es una hazaña que, cuando está bien hecha, tiene la fuerza incomparable del cuerpo vivo, capaz de producir conmoción.
Esa fuerza artesanal aparece en Volcán de brujas, una obra escrita por Víctor Malagrino y dirigida por Ezequiel Tronconi que se estrenó en El Cultural San Martín, con las actuaciones de Laura Cymer, Paula Carruega, Gabriel Correa, Lucas Crespi y Juan Risso. Los secretos de una isla son el eje de esta obra que escribió Malagrino y que trabaja con los mitos que construyen la identidad de los pueblos, muchas veces para cargar de leyendas y magia relatos que tienen que ver con la violencia, la opresión y el sometimiento. Aquí aparece una pequeña localidad en una isla, en la cual todos se conocen e intentan sostener de generación en generación los misterios del lugar, con un interés turístico y social. En paralelo, se cuenta la historia personal de Lía, quien vuelve a la isla que la vio nacer con el aparente objetivo de realizar una nota turística. Entre las preguntas históricas y de color, su pasado irrumpe y la llevan a enfrentar a su padre, rencoroso y detenido en un tiempo gris e indefinido.
Lo personal y lo colectivo se cruzan en el texto de Malagrino, que no suelta esa fusión con un mundo más fantástico que son la excusa para sostener la violencia sostenida de un grupo social. La obra plantea una nueva forma de pensar los mitos, de indagar en la tradición y desarticular los discursos.
Desde la dirección, el gran desafío es poder llevar a la tridimensionalidad del escenario esta historia que instala los misterios de a poco, que crea un ambiente atravesado por la naturaleza y por personajes clave, que son ocultados y que ellos tampoco se dejan ver. Un procedimiento que el cine sabe hacer con excelencia en las películas donde la casa embrujada o el bosque peligroso se llenan de oscuridad, efectos y sonidos que sumergen al público en una atmósfera verosímil. Pero ¿cómo hacerlo en el teatro? Un trabajo en conjunto entre escenografía, visuales, iluminación, música y actuación crea en Volcán de brujas un espacio absorbente, que permite que el espectador viaje a la isla, vea el mar, las montañas y acompañe a la protagonista en su viaje interior que incluye llegar a una casa misteriosa, en medio de una montaña.
Tronconi se vale de las posibilidades multidisciplinarias del teatro para que cada disciplina tenga su momento: una imagen inicial, sobre todo lo misterioso que contiene el espectáculo, que aparece como un destello, para después comenzar a desarmar el hilo del relato, que podría ser un viaje de lo conocido a lo desconocido. Mientras tanto, el espacio del volcán es una compañía permanente, a veces más lejos, otras más cerca, y durante toda la obra se lo presiente como el espacio final, donde aparecerán muchas respuestas.
El universo de esta obra se cocina en este clima enrarecido pero incluye momentos de humor, que también permiten hacer crecer otros matices de la vida del pueblo. Sobre todo con el personaje interpretado por Lucas Crespi, un intendente que insiste en promocionar las ventajas del lugar y que parece siempre estar en campaña. Laura Cymer lleva adelante la acción de la obra, que por momentos también le pide asumir la función de narradora, que con micrófono en mano, sumará sentimientos, descripciones, e ideas. Paula Carruega, Gabriel Correa y Juan Risso son los actores que terminan de contener el misterio y a quienes la protagonista deberá ir a buscar para quitarle el manto mágico a las historias de brujas, sirenas y hombres lobo con las que crió y enfrentarse con hechos más terrenales y crueles.
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