Estreno de teatro. Entre shikses e idishe mames, la mejor tradición del humor judeo-argentino
Sebastián Kirszner dirige y Silvia Kanter protagoniza el unipersonal Instrucciones para ser una buena idishe mame, que se presenta los sábados en La Pausa Teatral, el mismo sitio donde se reestrenará La Shikse, a más de cinco años de su debut
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A esta altura, ser una buena madre judía es un tópico en sí mismo en el teatro. Manteniendo un delicado equilibrio entre lo caricaturesco y lo emotivo, forma parte de la dramaturgia judeo-argentina. Aunque por fuera del estereotipo se entiende que esa misma madre puede ser nativa de cualquier otro lugar del mundo. Pero cuando un autor viene de un hogar con una buena madre judía, no tiene forma de huir de su sino. Y más tarde o temprano, hurga entre sus vivencias y las vuelca en el centro de la escena.
Algo de esto le ocurre a Sebastián Kirszner, autor y director de Instrucciones para ser una buena idishe mame, que se presenta en su propia sala, La Pausa Teatral (Luis Viale 625) los sábados, a las 18.30 y a las 20.30. “Estoy probando resonancias muy íntimas y personales al servicio de un texto teatral. Resonancias de una temática en la que estoy desde hace unos años”, expresa el director, que escribió estas Instrucciones en forma de unipersonal, para lucimiento de su protagonista excluyente, Silvia Kanter.
Para Kirszner, más allá de ser un prolífico autor, la recurrencia a la temática judía lo tiene atrapado y apasionado. Y su principal desafío es no repetirse: a El ciclo Mendelbaum (100% Musical) le sucedió La shikse, erigida en un suceso de la escena alternativa. Ninguna de las dos se parece a Instrucciones para ser una idishe mame.
“Silvia fue mi primera maestra de teatro y siempre tuve en mi cabeza la idea de escribir para ella. Mientras iba desplegando los textos, la imaginaba en escena. Cuando la convoqué, tenía miedo de que no pudiera o no quisiera hacer la obra. Por suerte, nos reencontramos en agosto del año pasado después de un tiempo largo de pandemia y desencuentros, y coincidimos rápidamente”, revela el autor, que empleó el mismo método que para La shikse, pensada para Mariela Kantor.
“Nos dimos un abrazo, como buena idishe mame –agrega Silvia Kanter, celebrando la ocurrencia–. Fue como un encuentro desde el deseo: no somos dos desconocidos, y cuando Sebastián me dijo ‘empecemos a entretejer’ me di cuenta del desafío que tenía entre manos. Yo actúo, dirijo, escribo y enseño y todo el quehacer que gira en torno a un teatro me es familiar. Por eso también me entusiasmó estrenar en una nueva sala. Es un buen augurio”.
Instrucciones para ser una idishe mame, que se estrenó el pasado sábado 18, cuenta la historia de Mirtha Goldstein, una improbable maestra de idishe mames, que a través de una clase magistral en la universidad enseña a las pretendientes el folklore y la cultura de la madre judía. Pero debajo de la superficie y más allá de los giros humorísticos, la obra bucea en los vínculos filiales más fuertes como madre e hijo.
“El origen de la obra fue la necesidad de trabajar sobre este arquetipo. Es un mundo que atraviesa mi infancia, mi familia, mis raíces. A veces me preguntan si tiene que ver con mi madre. Seguramente sí. Pero también tiene que ver con mi abuela, con mi tía, con la madre de mis compañeros de la primaria. Hay algo que tiene que ver con el imaginario de la madre judía que me hace conectar con algo de mí mismo. Me pasa que la veo y hay momentos que me emociono porque conecta –por ejemplo– con mi abuela”, describe Kirzner.
“Este fue un trabajo muy soñado, porque trabajamos los dos con mucha intimidad. Los dos construimos esta puesta hasta ir ajustando y encontrando el texto y la forma de decirlo. Yo también siento que detrás de este rol está toda mi historia, porque vengo de una familia judía también. Por ahí no se nota en mi cotidiano, pero sí en mis raíces, en un lenguaje que conozco, en un idish que escuché hablar a mis papás toda la vida (por más que ellos eran argentinos, hijos de padres nacidos en Rusia). Esta mirada que tiene Sebastián nos permite reírnos de cómo somos, de ese arquetipo. La obra no es cómica, pero ese arquetipo busca lo previsible o lo reconocible en cualquiera, y eso es lo que dispara el humor”, detalla Kanter.
“¿Querés ser una verdadera madre judía? ¿Querés saber cuánto tenés de madre judía?”, plantea el comienzo del texto promocional. Y en su mismo interrogante también determina un desafío adicional: lograr quitar el estereotipo de que es teatro judío, que puede implicar una limitación para convocar al espectador.
“Yo hago teatro –enfatiza Kirszner, quien durante el verano presentó Ruta 2 en Microteatro, con un abordaje totalmente diferente a la temática judía–. Pero si tengo que hablar de una familia, probablemente voy a resonar mucho más poéticamente con una familia judía. Porque yo crecí en una de ellas. ¿Cómo habla esta madre en escena? No como mi mamá, claro, pero tiene que ver con el lenguaje de mi familia. Cambié mi perspectiva mientras ensayaba El ciclo Mendelbaum, en 2016. En ese momento trabajaba con Paula Ansaldo, investigadora del Conicet especializada en Teatro Judío. La invité a ver un ensayo y me interpeló: ¿por qué hice una abuela y un abuelo genéricos? ¿Por qué no eran una bobe y un zeide (abuela y abuelo en idish)? Esa idea detonó en mi cabeza y me propuse ponerla en práctica”. “En este arquetipo entran también cuestiones de todas las madres –reafirma Kanter–. Como los excesos: de comida, de culpa, de lo que venga. A veces un espectáculo o una película te regala un universo de algo que desconocés. Pienso en Mi gran casamiento griego: entrás en esa historia y te atrapan todos esos rituales. Y te das cuenta de que el origen del ritual es el mismo. Con Instrucciones... pasa lo mismo: viene gente que no es de la cole y nos dice que reconocen a su mamá, o se emocionan con la canción aunque no saben lo que dice porque está interpretada en idish”.
El más resonante suceso de Sebastián Kirszner fue La shikse, que creció a partir de la recomendación boca y boca y que a más de cinco años de su estreno, a partir de abril se repone los viernes, a las 21, en La Pausa. Instrucciones implicó un desafío: que no fuese la segunda parte de la anterior.
“Estuvimos muy atentos en el proceso previo para que a pesar de contar un mundo similar, no tuviera los mismos símbolos –advierte el autor–. Que no se repitiera la parte de los knishes, que no hablara de ciertos temas que ya estaban en La Shikse.”
“Es otro juego para los mismos símbolos”, completa Kanter.
–La Shikse tenía una crítica social feroz. ¿Te preguntás qué veía el espectador que no advertía que ese texto lo estaba interpelando?
Sebastián Kirszner: –Hay algo ahí que tiene que ver con un sector de la sociedad que atravesó el menemismo con un cierto poder socioeconómico. Que incorporó ciertos patrones culturales, como diferenciar a quien va a Hebraica o a Macabi, o reconocer a otro judío al entrar a un restaurante. Y ese espectador a quien va dirigida la obra no se reconoce: tiene un distanciamiento bestial. El procedimiento es el mismo que en Instrucciones, solo que esta vez está contado desde adentro.
–¿Será que al pivotear sobre el humor esa misma crítica pierde su efecto dramático?
Silvia Kanter: –Pienso en Henry Bergson y en su tratado sobre la risa. ¿Cuál es la función del humor? Él dice una frase que a mí siempre me queda como guía del humor: la risa es lo que permite mover lo que, como sociedad, cristalizamos. Creo que eso es lo que pasa: uno agradece el poder ver y reírse, aun de sí mismo, porque eso es lo que después va a permitir abrir una reflexión.
–¿Cuál es entonces la primera condición para ser una buena idishe mame? ¿El primer capítulo de las Instrucciones...?
Ambos: –¡El humor!
Para agendar
Instrucciones para ser una buena idishe mame
Los sábados, a las 18.30 y a las 20.30, en La Pausa Teatral, Luis Viale 625.
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