España. Santiago Loza estrenó una versión de su obra Todas las canciones de amor, protagonizada por Eduard Fernández
El dramaturgo y director cordobés también presentó un ciclo de cine con tres de sus películas, acaba de editar el diario de una internación en su juventud y lanzará pronto una nueva novela
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Una sala repleta aplaudiendo de pie. Eso vio Santiago Loza en persona hace unos días, cuando se estrenó en Madrid Todas las canciones de amor, un texto de su autoría adaptado especialmente para la notable interpretación del catalán Eduard Fernández (actor de gran trayectoria en España, el que encarna al director del psiquiátrico en el film Los renglones torcidos de Dios, disponible en Netflix). Dirigido por el madrileño Andrés Lima, otro profesional con muchos pergaminos en su país, el unipersonal es un éxito contundente en los Teatros del Canal de la capital española: todas las funciones hasta el 12 de febrero están agotadas, y luego empieza una gira que pasará por Granada, Sevilla, Alicante, Murcia, Castellón, Orense, Santiago de Compostela, Logroño, La Coruña, Zamora, Vitoria y Pamplona. No es la única alegría para Loza: aprovechando su visita, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid también programó tres de sus películas –Amigas en un camino de campo (2022), Los labios (2010) y La Paz (2013)–, y el director las presentó en persona ante el numeroso público que se acercó a verlas.
“Es una mirada particular sobre la obra que me parece muy interesante”, dice Loza sobre la versión de esta obra teatral que en Argentina se estrenó en 2016 en el Paseo La Plaza con Marilú Marini como protagonista, acompañada por Ignacio Monná, y Alejandro Tantanián en la dirección. Esa misma versión actualmente se puede ver a través de la plataforma de streaming Teatrix.
Eduard Fernández asume un papel femenino para homenajear a su madre, fallecida en Barcelona en 2020 durante la pandemia del coronavirus. El experimentado actor estaba en Madrid y no pudo viajar para despedirla, entonces decidió recordarla de este modo, incorporando al texto original de Loza algunas vivencias propias. “Recuerdo un día en que vi la locura dentro de ella y pensé que ya no era mi madre. Quería morderme y pensé que era como un animalito, pobrecita –ha revelado Fernández a la prensa española antes del estreno–. Ella se quería morir, tenía todos los motivos del mundo, era consciente de su deterioro, pero era muy humilde porque se atrevía a ser mirada, lo compartía, te podía mirar y decirte ‘mira cómo estoy’”.
Loza –quien en 2021 fue reconocido con el Diploma al Mérito de los Premios Konex como uno de los cinco mejores guionistas de la década en la Argentina– participó en la adaptación de su propio texto y recién vio los resultados el día de la primera función. “Me desconcertó un poco al principio porque no podía dejar de pensar en Marilú y la puesta de Tantanián, pero después la volví a ver y en esa segunda función la disfruté mucho –explica–. El tema de la madre siempre es convocante porque interpela a todo el mundo. Y Eduard está muy bien, es un gran actor y la gente va a ver su performance segura de que será para aplaudir. En la puesta de Tantanián, la protagonista ponía en juego cierta sensualidad que en esta versión española no aparece porque Eduard trabaja otro abordaje, a partir de un cuerpo decrépito. Es como una obra de fantasmas, de apariciones repentinas, con menos humor que la original porque la protagonista se está desintegrando, física y mentalmente. Eso estaba en el texto que escribí, pero de una manera menos explícita, más solapada. Está muy bueno que alguien ilumine otras zonas del material que produje porque a mí probablemente no se me habría ocurrido”.
Los monólogos o unipersonales siempre implican un gran desafío para los directores de teatro. En términos de puesta en escena no son tantas las posibilidades que ofrecen, pero es evidente que Loza ha encontrado la manera de resolver ese reto: la muy buena respuesta de público y crítica de Todas las canciones de amor tiene el antecedente ilustre de La mujer puerca, que con Lisandro Rodríguez en la dirección y Valeria Lois como protagonista se mantuvo diez años en cartel en el circuito alternativo porteño. “Son obras que también se pueden resignificar de acuerdo al espacio donde se monte la puesta. Eso pasó mucho con La mujer puerca, que estuvo en diferentes salas: en el Elefante, en el Centro Cultural Morán, en El Picadero, en Timbre 4, en Los vidrios… Lo extraño es que yo, como espectador, muchas veces me comunico mejor con una obra cuando no hay texto. Me gusta mucho la danza, por ejemplo. Me está costando seguir relatos, también me pasa con el cine. Me interesa más la zona digresiva de los materiales. Creo que eso tiene que ver con la certeza de que el teatro ya no le puede competir en ese terreno a las series y también con que para mí no tiene la obligación de entretener. De hecho, las cosas que están deliberadamente pensadas para entretener a mí no me entretienen, más bien me aburren. Me gusta más el mamarracho, el cachivache, la obra mal hecha en la que notás que se quiso hacer algo distinto, aunque esa intención sea fallida”.
Para ratificar la eficacia de Loza en el formato individual es bueno otro dato: en marzo llegará a la calle Corrientes Nada del amor me produce envidia, la obra protagonizada por María Merlino y dirigida por Diego Lerman que toma como punto de partida un rumor –un cachetazo que aparentemente Libertad Lamarque le habría dado a Eva Perón– y ya acumula diecisiete temporadas de éxito. El desembarco de este espectáculo continúa la nueva tendencia de llevar al circuito comercial obras que anduvieron muy bien en el off o en el teatro oficial, como La fiesta del viejo y Petróleo, por citar dos casos que funcionaron.
Loza también acaba de editar –a través del sello independiente Bosque Energético– un libro de menos de cien páginas, titulado Diario inconsciente, que registra minuciosamente un tiempo complicado, la internación en un psiquiátrico en su juventud. Y este año la editorial Entropía publicará otro libro más –”una especie de crónica de viajes por el Oriente”, explica el autor– y Tusquets lanzará una novela que será la sucesora de otras dos del cordobés que forman parte de su catálogo, El hombre que duerme a mi lado y La primera casa. Queda claro que es un artista polifacético y al que no le cuesta tanto encontrar inspiración: “Siempre escribí mucho, pero de una manera bastante desordenada –apunta él–. Muchas veces la escritura se ausenta, después vuelve, y yo no tengo un programa fijo, escribo cuando puedo. Pero la pandemia bajó esa voracidad por escribir. Empecé hace un tiempo un taller de poesía con Laura Wittner para intentar acercarme a ese género como autor. Siento que necesito escribir con menos ornamento, de una forma más despojada. Y ahora me está costando escribir guiones y obras, la verdad. Es una crisis natural, no lo tomo como algo dramático ni insoluble”.
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