Escritura escénica de una autobiografía musical
Margarita Fernández presenta Luz de gas en La Plata
Margarita Fernández es un prodigio de la música argentina que, inexplicablemente, sigue siendo todavía para muchos un secreto. Ella fue y es, antes que nada, pianista. Se le debe, entre muchas otras cosas, el estreno local de la Sonata Concord de Ives. En los años parisinos, Julio Cortázar, que solía ir a escucharla tocar a su casa, anotó en su libro Un tal Lucas , entre una larguísima lista de pianistas: "Las desmesuradas manos de Alexander Brailovsky, las pequeñitas de Clara Haskil, esa manera de escucharse a sí misma de Margarita Fernández, la espléndida irrupción de Friedrich Gulda en los hábitos porteños del cuarenta?" En los 60, Fernández integró junto con Jorge Zulueta, Jacobo Romano, Ana María Stekelman y Alberto Fischerman, el fundamental Grupo de Acción Instrumental, cuya tarea experimental no ha sido redescubierta del todo.
Pero el piano suele ser tanto un punto de llegada como un punto de partida. En cierto modo, hay que entender el pensamiento musical de Fernández recortado sobre el paisaje más amplio de la cultura contemporánea, y es posible que ella misma sea una de las personas más cultas de la ciudad, aunque capaz de convertir el mero conocimiento en invención y en activa inteligencia. Con todo, a mediados de la década de 1970, cuando participaba activísimamente de la vida musical de Buenos Aires, Fernández se retiró de la escena. Sólo empezó a volver, muy lentamente, con el nuevo milenio. Lo primero fue Kagel y Beckett en concierto, en el Ciclo de Música Contemporánea del Teatro San Martín, un espacio en el que intervino muchas veces desde entonces; la última fue en noviembre del año pasado cuando fue la narradora del concierto titulado La máquina y dedicado al primera línea de la música argentina contemporánea.
Más joven que los jóvenes, Margarita Fernández presenta desde hoy y hasta el domingo, siempre a las 21, en el Tacec del Teatro Argentino de La Plata Luz de gas , un "concierto escénico para luz de gas, agua, piano y escalera". Será la coronación de su rentrée . La dirección corre por cuenta de Martín Bauer, el diseño sonoro fue confiado a Gustavo Basso y Tata Laxague e intervendrá también la performer Florencia Vecino. Luz de gas parece integrar en un continuo piezas ajenas: allí están Peter Ablinger y Helmut Lachenmann (Güero fue siempre una especialidad de Fernández), pero también Bach y Chopin, y naturalmente Morton Feldman, Erik Satie y, más allá, Marcel Duchamp. Lo más parecido quizás a la escritura escénica de una autobiografía musical.
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