Entrevista. Carlos Kaspar: “A nosotros nos ha salvado el teatro independiente”
El actor, que trabajó con los mejores directores de cine y teatro, protagoniza Moconá, tierra de polacos, una historia centrada en la venta de bebés en Misiones
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Una vasta trayectoria teatral le permite al actor y director Carlos Kaspar reconocer hoy que, al cabo de los años, ha adquirido una experiencia que lo ha nutrido mucho y eso ha hecho que ame su profesión, el arte que hace. Y agrega, “humildemente”. Y esa calificación es muy buena porque en 40 años de actividad ha mantenido un perfil muy bajo y una labor que se ha diversificado en escenarios del teatro alternativo, comercial, oficial, en televisión y mucho también en cine, donde ha trabajado con directores como Jean-Jacques Arnaud, Roland Joffé, Lucía Puenzo, Juan José Campanella, Jeannine Merapfel, James Hut, Angelo Longoni, entre otros.
En esta temporada Kaspar participa de un proyecto que se presenta en el Espacio Callejón. Se trata de Moconá, tierra de polacos, una pieza de Valeria Baranchuk, donde comparte elenco con la autora y con Agustín Daulte. La dirección es responsabilidad de Carla Scatarelli.
La historia es profundamente sombría. Un matrimonio que vive en Moconá, provincia de Misiones, atiende una proveeduría al costado de la ruta. Viven muy humildemente y se dedican a gestar y vender a sus hijos. Un día reciben la visita de un joven interesado en comprar sus tierras y, entre ellos, entablan una relación muy particular.
“Cuando uno escucha este tipo de relatos inmediatamente dice, ‘que terrible’ –explica el actor–. Lo cierto es que esta gente vende a sus hijos, por un lado porque es la única manera de poder darles un futuro y por otro, necesitan venderlos porque por ahí ya tienen otros hijos y no pueden mantenerlos. Desde luego que no se hacen millonarios con esto porque hay una red de gente alrededor que se encarga de ubicarlos: abogados, jueces. Esta trama en la obra no se cuenta pero todos sabemos que existe, que es así. Por suerte ahora el Registro único de aspirantes a guarda con fines adoptivos (Ruaga) ha permitido ordenar ese caos.”
El intérprete conoce muy bien el tema porque con su mujer adoptaron un niño a través de ese programa. Esperaron cinco años para lograr su objetivo.
“El tema es muy delicado –afirma–. Siempre me toca recrear a estos seres escabrosos. En mi caso lo tomo no solo como el placer de componer a un personaje, algo relacionado con mi oficio y con mi trabajo sino que, también, tiene que ver con una militancia, una forma de pensar, una manera de hacer que la gente reflexione sobre una realidad”.
Carlos Kaspar además de actor, es psicólogo. En paralelo a su formación teatral cursó la carrera universitaria y también la ejerció. Pero un día –cuenta– decidió “quemar las naves” y abocarse solamente a lo que más le interesa que es la interpretación y la dirección. Tuvo maestros muy reconocidos como Guillermo Battaglia, Alberto Rodríguez Muñoz y, luego, se integró al equipo del teatro Payró donde se formó con Felisa Yeny y Jaime Kogan. Allí conoció a Javier Daulte e integró los elencos de las primeras piezas del dramaturgo: Criminal, Martha Stutz y Casino, esto es una guerra. Hoy le provoca mucha emoción estar en el Espacio Callejón, que conduce Daulte y trabajar con su hijo, con quien ya venían planeando hacer algo juntos.
El creador también desarrolla una interesante actividad por fuera de los circuitos del teatro porteño. Desde hace 25 años conduce un proyecto cultural en la escuela alemana Instituto Ballester de la localidad de San Martín, en la que hizo su formación secundaria. Allí comenzó a hacer teatro, leyó por primera vez a autores como Bertolt Brecht o Friedrich Dürrenmatt. Y en agradecimiento decidió generar un grupo de teatro comunitario que está integrado por alrededor de 60 personas: padres, docentes, alumnos, exalumnos, personal de la escuela. A instancias de eso se creó una orquesta. “El grupo se llama La Yunta y ahí me di el lujo de hacer muchas cosas, más allá de mi trabajo como director en la profesión”, cuenta el intérprete.
Actualmente Kaspar está dando forma a otro proyecto, en este caso audiovisual, integrado por una trilogía de cortos donde abordará temas relacionados con el boxeo y el catch. Ya terminó su primer guion, Misil, que próximamente comenzará a filmar en Chile.
Él explica que todo comenzó como un juego. En cierta oportunidad le contó a un amigo una imagen que tenía respecto del mundo del boxeo, algo que le interesa mucho “por su mística, su cosa trágica y a la vez dramática”. El amigo, escritor de cuentos, en cierta oportunidad dio forma a un libro y utilizó esa imagen para desarrollar uno de ellos. “Cuando lo leí decidí hacer un guion –explica el actor– y lo adapté para cine. Misil es la historia de un boxeador. Después escribí sobre catchers, luchadores. Me gusta también la lucha libre, el catch, que en realidad es un espectáculo donde uno tiene que cuidar al otro, siempre hay uno que trabaja y otro que acompaña. Da la sensación que se están matando pero todo es una ficción. Finalmente armé otra historia de luchadoras en el barro, Fango. Cada una de ellas transcurre fuera del ring, atrás. No vemos la pelea, vemos lo que pasó después o antes”.
–A lo largo de tu carrera participaste de distintas etapas del teatro alternativo. ¿Cómo ves la actual?
–A pesar de este aluvión tecnológico que estamos viviendo siento que la actividad teatral que tenemos es maravillosa. A nosotros nos ha salvado el teatro independiente. Creo que los argentinos somos unos grandes sublimadores. El teatro independiente siempre se ha impuesto a crisis terribles en la historia. En 2001 los actores abrían las puertas de sus casas y hacían teatro en el living. Eso también es una militancia. Esto es lo que nos salva, nos sana. Dicen que somos un pueblo muy sufrido. Somos un pueblo que sublima. Si no tuviéramos el arte que tenemos o esta capacidad de crear y hacer a pesar de, ya nos hubiéramos matado entre todos. Es admirable que a pesar de que haya grietas sigamos conviviendo. En otros países estas grietas hubieran provocado cosas terribles. A nosotros, de alguna manera, el arte nos está salvando. Nos permite desviar esa violencia que tenemos encima”.
Para agendar
Moconá, tierra de polacos
Espacio Callejón, Humahuaca 3759
Sábados a las 22.30
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