Entre la risa y la pesadilla
Ferdydurke / Libro: Alejandro Genes Radawski, basado en la obra de Witold Gombrowicz / Intérpretes: Cecilia De Paoli, Celeste Caruso, Luján Bournot, Camila Docampo / Escenografía: Marko Bregar / Vestuario: Antonela Marcello / Iluminación: Ricardo Sica / Sala: Tadrón, Niceto Vega 4802 / Funciones: sábados, a las 18.30 / Duración: 70 minutos / Nuestra opinión: buena.
Witold Gombrowicz escribió Ferdydurke, una novela fundamental del siglo XX, y en su alegato contra la madurez y la forma se permitió atentar también contra su condición de novela. Es un libro que coquetea con otros géneros, que incluye cuentos, ensayos y también, una versión teatral como la que aquí se ofrece.
La anécdota es la de Pepe, joven escritor que, con 30 años, traza su primera novela. La misma cae en las manos de un antiguo profesor suyo que encuentra errores en la escritura y se decide a enviarlo nuevamente a la escuela. Pepe sabe que ya ha cumplido con su escolaridad; sin embargo, dado que todos actúan como si fuese natural que él sea un alumno, termina nuevamente en el aula. Adulto convertido en niño, se hundirá más y más en ese mundo estudiantil mientras busca alguna vía de escape.
Radawski, dramaturgo y director argentino-polaco, se ha encargado de la adaptación. Mantuvo los juegos lingüísticos, aunque éstos parecen fluir mejor por escrito que en la oralidad. Ha entendido, también, que hacer una puesta solemne de Ferdydurke atentaría contra su espíritu y, en un ejercicio de síntesis que cumple su cometido, ha dispuesto que el espacio escénico esté sólo poblado por un largo escritorio. Como un retablo de títeres, detrás del mismo emergen las actrices ataviadas con cuidados vestuarios que muestran sus roles arquetípicos. Hay una unidad estética que atraviesa la propuesta, si bien algunas elecciones parecen excesivas, vestir de monje mandarín a un profesor.
Existen discutibles anacronismos. Se sitúa en la década del 30 en Polonia, pero los personajes pueden escaparse de escena para hablar de Facebook o poner cuadros de musicales famosos que expresan lo profundo de sus sentimientos. Sin embargo, algo del referente parece autorizar estas salidas que hacen partícipe al espectador de la acción que ocurre, que lo llevan a opinar sobre lo que está viendo o a transformarse en parte de la trama. El gran desafío es mantener ese ritmo de endiablada mezcla entre risa y pesadilla. La obra tiene sus mesetas cuando se vuelve explicativa, allí todo descansa en el grupo de actrices, su pasión, compromiso y cariño con la tarea que se traspasa al público. Cecilia De Paoli se destaca, manteniendo siempre la tensión lúdica que Pepe demanda.
Adaptar a escena una novela así es un desafío mayúsculo del que esta versión sale bien parada, convirtiéndola en cita obligada de aquel que quiera acercarse por primera vez a la obra de este inmenso autor.