Escrita y dirigida por Leandro Airaldo, la pieza cosecha fanáticos que la ven más de una vez, la poética de lo sencillo cautiva a los espectadores porteños y a los que aplauden la obra en sus versiones montadas en México, Perú y Uruguay
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“La mariposa es finita como un papelito”, le dice Ana a Pedro, ese hombre desconocido con el que acaba de toparse en un banco de plaza. Ella es una mujer urbana, leída, pacata y recatada e inexperta en las cosas del amor. Él es viudo, tiene hijos y la rusticidad de quien se amalgamó con la vida rural. El agua y el aceite. Sin embargo, esa mariposa que lo sobrevuela todo bendecirá la epifanía del amor.
La trama de la pieza teatral Enamorarse es hablar corto y enredado es filosóficamente profunda y hermosamente ingenua, como lo es la vida misma. Acaso allí resida algunos de los secretos que la llevaron a convertirse en un infrecuente fenómeno de la escena porteña independiente que este sábado arribará a sus primeras 200 funciones. “Dos desconocidos en el banco de una plaza y la mirada hacia una mariposa fue lo que me dio el pie para un primer diálogo entre los personajes”, sostiene Leandro Airaldo, el autor y director del material que hoy también cuenta con versiones en las carteleras de las ciudades de Montevideo y Lima, que se suman a la que se pudo conocer en la capital mexicana en 2019. Además, el texto ya fue editado en versiones en español e inglés y uno de los tramos de la dramaturgia está incluido en un manual para alumnos de colegios secundarios.
“No sabíamos qué podía pasar con el público, pero ensayábamos y nos reíamos a carcajadas. Una vez estrenados, vimos que a la gente le sucedía algo parecido, por eso se produjo el boca a boca. Los espectadores salen del espectáculo agradeciendo, nos dicen que sienten empatía por esos dos personajes hermosos, nos confiesan que lloran, se ríen y emocionan”, explica Nadia Estebanez, productora de la obra.
El actor Emiliano Díaz es el único actor que interpretó a Pedro desde el estreno, en cambio a Ana le dieron vida Soledad Piacenza y Sol Rodríguez Seoane, la actriz que actualmente sube al escenario de la sala El Camarín de las Musas cada sábado por la noche. “No es un éxito porque llenamos la sala, sino por lo que provoca en la gente y en nosotros mismos”, sostiene Díaz. Rodríguez Seoane reconoce que “antes de ser actriz fui espectadora, vi la obra en el 2018 y salí encantada, me produjo una sensación de cambio, de transformación. Por eso, cuando me incorporé al elenco, entendí que era salir a jugar el juego que más me gustaba”.
Con hinchada propia
Enamorarse es hablar corto y enredado genera en el acontecimiento convivial con los espectadores resonancias profundas. La energía del material y lo amoroso de su planteo dramático calan hondo en la platea. “Cuando salimos del teatro, la gente se frena para hablarnos y comentarnos la obra”, dice la actriz. En tanto que su compañero de escena, a pesar que la obra está instaladísima en la cartelera porteña, no duda en salir a volantear cada noche.
Ese fervor del equipo se trasmuta en una recepción de ribetes especiales y reacciones de lo más particulares, como aquella espectadora que le pidió a los actores que le grabasen un mensaje a su amiga viuda, pero la mujer no quería un saludo espontáneo, sino la recreación de aquella frase donde Pedro dice que “la pena pierde con el tiempo”.
En 200 funciones sucedió de todo. A comienzos de este año, una pareja regresó para ver la pieza por segunda vez y, cuando terminó la función, la chica y el muchacho esperaron al elenco para confesarles que su primera cita, en la cual se conocieron en febrero de 2020, había sido viendo una función de la obra.
Tampoco faltan los espectadores que ya la vieron varias veces y que hasta conocen los parlamentos de memoria. “La pieza muestra el encuentro azaroso de dos desconocidos y eso identifica a mucha gente”, reconoce Emiliano Díaz en torno a tópicos que generan la empatía del público.
Enamorarse es hablar corto y enredado se estrenó el 17 de agosto de 2017 en el teatro NüN de Villa Crespo, previo a la mudanza a El Camarín de las Musas de Palermo. Intercalando las funciones de temporada, la compañía realizó giras y visitó espacios de lo más disímiles: la plaza de un municipio, el salón de actos de un colegio secundario, una sala de casi 1000 butacas y funciones en localidades como Ameghino, Azcuénaga o Larroque, donde el campo está muy cerca, generando un reconocimiento inmediato en los modos de Pedro, el querible hombre rural al que la ciudad lo aturde.
“En Azcuénaga, muchos espectadores nos confesaron que era la primera vez que iban al teatro y, en Larroque, nos hicimos amigos de Mauricio, un paisano divino con boina en la cabeza, bien de campo, que también debutó como público teatral viendo la obra”, recuerda la productora Nadia Estebanez, esposa del director, quienes fueron padres hace muy poco, agrandando la troupe de gira.
En 2018, llegó el turno de probar suerte en Mar del Plata, luego de dos funciones con desmontaje en la Escuela de Espectadores de esa ciudad que se lleva a cabo en el teatro Auditorium, donde también se realizó la temporada de verano de 2019. “Las presentaciones para la Escuela de Espectadores o las que hicimos en un colegio son una gran llave para sumar gente al teatro, es un trabajo de formación de públicos imprescindible”, reconoce el director Leandro Airaldo, uno de los dramaturgos más exquisitos de este tiempo, que también tiene en cartel Geografías en la sala Patio de Actores y dirigida por Marcelo Moncarz.
“En las funciones multitudinarias, en salas grandes fuera de capital, se genera una cosa muy eufórica, como sucedió en La Plata o en San Martín, siempre fue una obra muy opinada desde la platea”, dice Díaz, mientras que su compañera concuerda y explica que “la gente exclama, contesta las preguntas que se hacen los personajes”. Para Leandro Airaldo “la cosa de hinchada la asocio a cierto código del teatro popular”.
Indudablemente, Enamorarse es hablar corto y enredado es un material angelado y en torno al que sucedieron hechos sumamente particulares: “Cuando estuvimos en México, en la mañana previa al estreno fuimos a visitar la casa de Frida Kahlo. Cuando ingresamos al dormitorio, sobre su cama, en el techo, comprobamos que había un cuadro con mariposas, lo cual nos emocionó mucho ya que tanto tenía que ver con nuestra obra. A la noche, increíblemente, durante la primera función, apareció una mariposa real que le rozó la pierna a Soledad (Piacensa)”, recuerda la productora, nuevamente sorprendida al recordar aquella curiosa anécdota. El dominio de la escena de los actores los llevó a hacer referencia a la situación y no habrá faltado quien pensó que se trataba de algo premeditado, como sucede con la paloma que sobre el final del musical El diluvio que viene recorre la platea hasta posarse en una silla ubicada en el centro de la escena, claro que adiestrar una mariposa es algo realmente improbable.
Punto de partida
“Trabajaba como autor para los alumnos en el taller de Julio Chávez y en un momento hubo una improvisación en el banco de una plaza, ahí disparé, aunque, en realidad, las imágenes con las que trabajo en mi escritura son muy azarosas, son como cuadros descargados de sentidos y es el proceso de la escritura el que les da peso”, reconoce el dramaturgo.
Leandro Airaldo comenzó a escribir la pieza en el segundo semestre de 2015, aquella primera versión fue la ganadora de una edición del festival Temporada Alta que organiza la sala Timbre 4. “En ese jurado estaba Mauricio Kartun, que creo que fue el primero que la leyó y le dio un plus al elegirla para participar del concurso”, sostiene el autor. Luego de esa experiencia, el material quedó “cajoneado” durante siete meses, momento en el que Airaldo decidió desempolvarlo, sumarle páginas al texto, pero conservando la esencia: “El arco dramático estaba, pero le encontré otras asociaciones que no había visto hasta ese momento”.
En las seis temporadas que la obra lleva en cartel, se presentó en encuentros como el Festival del Amor en el Centro Cultural Recoleta, la Fiesta del Teatro CABA 2018, V Festival Novísima Dramaturgia Argentina del Centro Cultural de la Cooperación, Festival Internacional de Teatro Universitario de la UNAM en la Ciudad de México, Vicente López en Escena y Festival de Teatro en Espacios Inesperados 2018. En ese derrotero el material fue reconocido con los premios Trinidad Guevara, Argentores, Teatro del Mundo (UBA), Premio del Espectador 2018 de la Escuela de Espectadores de Mar del Plata, y el primer puesto en el Torneo de Dramaturgia Transatlántico Argentina vs. Cataluña dentro del Festival Temporada Alta en el Teatro Timbre 4.
Como una partitura
“A veces me da vergüenza decir los textos prejuiciosos de Ana, por eso me parece que está bueno mantenerme en un nivel de inocencia, sin críticas. Una de las cosas que más me interesan de mi personaje es la capacidad de transformación”, reconoce Sol Rodríguez Seoane, quien debutó en la temporada de Mar del Plata, luego de solo quince días de ensayo, reemplazando a Soledad Piacenza. Para Emiliano Díaz, Ana y Pedro “están en su mundo buscando el amor, hacen el salto y se abren a lo desconocido”.
La partitura de sonoridad perfecta permite que las imágenes se generen poderosas desde la palabra, más allá de la poética de la escena sostenida en los cuerpos de los actores apoderándose del espacio, el vestuario de Alicia Macchi, la escenografía de Miguel Nigro y la iluminación de Luciana Giacobbe. Tal es el encanto de las palabras que no fueron pocas las personas no videntes que se acercaron para disfrutar del material.
“Vamos todos en una misma dirección, algo que es muy complejo sostener en el tiempo en todo grupo humano”, reconoce Nadia Estebanez. La productora no erra en su argumento, ya que el trabajo en equipo es algo que define a este grupo liderado por Leandro Airaldo, quien también se desempeña como docente de dramaturgia. Sobre el final de la charla con LA NACION, los actores cuchichean y confiesan: “A veces, accidentalmente, cambiamos algo, pero Lean (Airaldo) no lo ve”. Se equivocan, el director, rápido de reflejos les responde: “Si lo veo, veo todo”. Y estallan en una carcajada.
Allí están Ana y Pedro, esos seres que hablan con una sola oración y se responden, primero desde el extrañamiento, y luego desde ese vínculo que estalla pudoroso. Enamorarse es hablar corto y enredado trasciende el costumbrismo para apoyarse en un lirismo profundo, simbólico y filosófico, lleno de ternura y humor.
La pieza es una de esas joyas de la escena porteña que el espectador recuerda para siempre, amparada en un texto exquisito y en actuaciones sobresalientes. Solo se trata de un banco de plaza, un árbol y una mariposa, finita, frágil, como el amor. Nada menos.
PARA AGENDAR
Enamorarse es hablar corto y enredado
de Leandro Airaldo
Sábados, a las 22.30.
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Entradas por alternativateatral.com
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