En tiempos de salas cerradas, el streaming teatral lucha por instalarse
La tendencia ha ido en aumento, en declive y se sostiene en una meseta; las salas oficiales tienen propuestas gratuitas; muchos suscriptores de Teatrix se dieron de baja por cuestiones económicas; y salas como el Paseo La Plaza abrieron sus puertas, pero virtuales
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Desde que en marzo del año pasado se inició la cuarentena, la oferta teatral por streaming tuvo picos de audiencia insospechados para la “vieja normalidad”. Cuando el Paseo La Plaza abrió su ciclo on line con Los vecinos de arriba llegó a las casi 630.000 visualizaciones que los llevó a afirmar que “más de un millón de espectadores” habían visto la exitosa comedia que protagonizaron Florencia Peña, Diego Peretti, Rafael Ferro y Julieta Vallina. Algo similar sucedía con algunos contenidos que se subieron a las páginas del Complejo Teatral de Buenos Aires como con las obras históricas del Teatro Nacional Cervantes. Paralelamente, Teatrix, la primera plataforma para ver obras de teatro y musicales, en el nivel más alto de la pandemia quintuplicó la cantidad de suscriptores. Se trató de un verdadero tsunami de consumo teatral en las pantallas hasta que, como era imaginable, se produjo su saturación.
Una nota publicada en julio en esta sección ya daba cuenta de una curva descendiente. En los lejanos tiempos del inicio de la pandemia, Timbre 4 fue la primera sala porteña en subir contenido a la Red. Los contenidos de la sala que comanda Claudio Tolcachir en las dos últimas semanas de marzo tuvieron 139.000 visualizaciones. Durante las cuatro semanas de junio, se descendió a 12.000. Decididamente, las fotos de las dos últimas semanas de marzo y las de abril dan cuenta de una parte de este película que todavía está en proceso. El 13 de noviembre, bajo estrictos protocolos, el público pudo volver a las salas. La oferta de contenidos escénicos en la pantalla, lógicamente, disminuyó. Ante la nueva cuarentena en la ciudad de Buenos Aires, lo concreto es que la oferta es menor y el público, salvo las excepciones de siempre, atraviesa un momento complejo.
Como se dijo anteriormente, el Teatro Nacional Cervantes fue la primera sala pública en generar un ciclo de obras pensadas para la Red. Se llamó Nuestro Teatro. La última de las primeras 21 obras filmadas en la sala se estrenó el 7 de mayo. Se trata de El ojo del destino, con dirección de Mariela Asensio y las actuaciones de Osqui Guzmán, Lucía Adúriz, Laura Cymer y Agustín Rittano. Este viernes, se suma la obra Los que aúllan son los lobos, dirigida por Mariana Ortiz Losada, el primer espectáculo coproducido junto al Instituto Nacional del Teatro. Según información oficial, si en abril del año pasado hubo 319.840 visualizaciones, cuando todavía no estaban disponibles las obras del ciclo Nuestro Teatro, el mes pasado la cantidad de visualizaciones fue de 35.164. En el Cervantes, el número de visualizaciones de agosto del año pasado es similar al de abril de esta temporada. Lo cual daría una idea de una meseta (expresión tan recurrente cuando se analiza la curva de Covid-19). Algo similar, según cifras del Complejo Teatral de Buenos Aires, sucede con el ciclo Modo Híbrido. Comparando la última quincena de teatro presencial con la primera quincena sin público en las salas la obra Lo que el río hace / el documental, de las hermanas Marull, tiene cifras similares: unas 2.500 visualizaciones. La obra de María y Paula Marull es la que, en estos momentos, tiene mejor audiencia entre las ofertas disponibles en la página del Complejo. Vale aclarar que las propuestas de las dos salas públicas son gratuitas.
Por su parte, Teatrix, la primera plataforma del país que permite ver obras de teatro online en alta calidad, sigue su marcha bajos los efectos inevitables de una pandemia que define los tiempos. El viernes pasado estrenó ¡Ay, amor divino!, con Mercedes Morán dirigida por Claudio Tolcachir. En diálogo con LA NACION, Mirta Romay, la directora de Teatrix, analiza el estado de situación: “A partir de finales de octubre y noviembre las visualizaciones descendieron muchísimo. Bajaron a tal medida que tuvimos un nivel más bajo que en la prepandemia. Con este nuevo confinamiento aumentaron las visualizaciones, pero muy poco. Desde hace dos o tres meses continuamos con un pérdida de suscriptores mínima. Mi impresión es que hay un hartazgo muy grande de las pantallas, además hay algo de apatía y de depresión. Hay otro dato alarmante: el 70 por ciento de los personas que se bajaron entre noviembre y la actualidad son personas que están cuidando el bolsillo”.
Mirta Romay analiza otros factores que exceden a la propuesta teatral. “Cuando empezó la pandemia teníamos un estado social de unión, de ir hacia adelante, de algo transitorio. La gente se metió en sus casas para arreglar la despensa, pintar la pared o ver teatro como las diversas ofertas en la Red. Desde el punto de vista del ánimo social, ahora estamos transitando un momento muy distinto. En ese 70 por ciento que pide la baja se nota la situación económica, la desazón, la urgencia. Desde el punto de vista de la empresa, la pandemia no sólo nos trajo suscriptores sino que nos posibilitó la internacionalización de Teatrix que compensan la pérdida de suscriptores que se viene produciendo desde noviembre a la actualidad. Teatrix está sana, desarrollando un mercado afuera: en México, Chile, España... y eso, de alguna manera, nos ayuda a pasar este mal trago del país”, reflexiona.
Apenas se inició esta nueva etapa de cuarentena en el AMBA, el Paseo La Plaza y el Metropolitan Sura anunciaron una programación especial de teatro por streaming con propuestas que se ofrecen on demand y streaming en vivo. Jon Goransky, uno de los productores y gestores de la sala, aclara que todavía no hay datos de consumo a la carta; pero en cuanto al streaming en vivo la comedia Las chicas de la culpa, con Connie Ballarini, Malena Guinzburg, Natalia Carulias y Fernanda Metilli es la propuesta que está funcionando mejor, con un promedio de 700 entradas por función. El resto, rondan los 200 espectadores. “Es complejo comparar a cuando arrancamos con la propuesta on line porque se trata de otro tipo de cuarentena y antes era un modelo gratuito que nosotros combinábamos con donaciones y ahora es un modelo de pago. Lo cual hace que cambie el esquema como los números. Lo que estamos intentando es generar un ingreso a los artistas, para los equipos de cada compañía y no perder el contacto con el público. Y lo que estamos intentando es apuntar a un espectador más joven para acercar al teatro a ese público sin apelar a fórmulas tradicionales”, explica.
Las otras, pocas, salas comerciales que el año pasado propusieron contenidos on line esta vez dieron un paso al costado. El contexto para el sector teatral, tanto para la escena comercial como para -fundamentalmente- el circuito alternativo, es sumamente delicado. Aquellas, pocas, salas que pudieron asumir el costo de inversión para readaptar sus espacios al protocolo del teatro presencial ahora ya no tienen margen económico para una actividad que, para ellos, no ha sido lucrativa. Lo que es claro que, como viene sucediendo desde marzo del año pasado, la pandemia sigue manejando la situación del teatro porteño.
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