En el Cervantes, La asamblea de mujeres atravesó géneros y disciplinas
"Quien no se mueve, no siente sus cadenas" decía una de las serigrafías que se realizaban en vivo en la planta baja del Teatro Cervantes el fin de semana, en La asamblea de las mujeres, recordando las palabras de Rosa Luxemburgo. Más de 4000 personas participaron de esta acción de inicio de la temporada 2019, programada por la gestión del director artístico Alejandro Tantanian, que tomó la totalidad del edificio de Córdoba y Libertad durante el fin de semana con el propósito de dar visibilidad a las voces excluidas. Así como este año le tocó a las mujeres, en 2017, el homenajeado había sido Eduardo Tato Pavlovsky, cuya obra increíblemente nunca se había presentado en el Cervantes; en 2018, a Karl Marx, justo cuando se cumplían 200 años de su nacimiento.
"Especialistas, antropólogas, filósofas, escritoras e investigadoras narrarán en simultáneo las distintas luchas del feminismo y de los diferentes activismos sexo-genéricos. Que sus palabras y sus cuerpos tomen la escena del teatro público", dijo Tantanian sobre el proyecto ideado en colaboración con el Goethe-Institut, Institut Français d’Argentine y Fundación Medifé, más la colaboración de la Alianza Francesa y la Fundación Rosa Luxemburgo. El sábado, desde la mañana y hasta alrededor de las diez de la noche, el teatro fue recorrido por una multitud de personas, en su mayoría jóvenes, que pasaron por La asamblea de las mujeres.
"Nos parece muy buena esta acción, podemos escuchar muchas opiniones, aprender y compartir", dijo un grupo de chicas, estudiantes de Letras y Trabajo Social que esperaban para entrar con el termo y el mate. Un par de señoras, mientras tomaban café y un alfajor junto a la barra de la miniconfitería del hall, lamentaban no poder verlo todo: "Lástima que hay actividades en el mismo horario y tan cortas. ¿Por qué no lo hacen más días?". Otras personas se quejaron de no tener tiempo de ir y venir a la sede de la Alianza Francesa (a dos cuadras del teatro), lugar donde también se realizaron charlas con varias especialistas, entre otras la escritora Claudia Piñeiro y la economista Mercedes D'Alessandro, por nombrar dos de las expositoras más populares. Todas las charlas contaron con intérpretes de lenguajes de señas.
Pero, sin excepción, el nombre por el que todos preguntaban correspondía al de la antropóloga Rita Segato, vedette de la jornada que llenó la sala María Guerrero por la tardecuando fue entrevistada por la periodista María O'Donnell y también el acto de cierre, cuando compartió el sillón con la filósofa Diana Maffía, directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura y la socióloga Laura Fernández Cordero. La periodista Mariana Carbajal ofició de moderadora en esta última oportunidad.
Aunque el encuentro se llamó La asamblea de las mujeres (pertenencia que fue cuestionada por algunos asistentes por no dar cuenta del conjunto de los géneros), todas las subjetividades estuvieron presentes. Por eso, Susy Shock, la "artista trans sudaca" –como se definió– que cerró la noche interpretando con cinco canciones en el escenario de la sala María Guerrero acompañada por la guitarra de Caro Bonillo, preguntó al público si las paredes del teatro podrían resistir la presencia simultánea de la performer y poeta Naty Menstrual, la psicóloga social y activista travesti Marlene Wayar y de ella misma. "No importa el nombre ni la etiqueta que nos pongan, nosotres estamos acá. Solo falta Lohana Berkins", dijo Shock y le dedicó un tema a la recordada defensora de los derechos transgénero.
Sobre esa tensión versó precisamente un "living" centrado en el debate sobre las identidades. Bajo el título "La biología no es destino", participaron la propia Naty Menstrual, la investigadora Malena Nijensohn y SaSa Testa, docente y activista no binario. El poema "Corazón marica", desestructuró la charla desde su inicio: "Nunca pensé si la biología era destino o no. No conozco ni entiendo bien todos los nombres y palabras que usan. Lo más importante es el respeto, no la vocal que pongas", dijo Menstrual. Por las dudas, la moderadora María Eugenia Ludueña avisó que en el primer piso estaba habilitado un "bañe" para el público.
En la sala Luisa Vehil, una de las charlas más concurridas fue Generaciones feministas: de la ley de divorcio a la revolución de las pibas, coordinada por la periodista Luciana Peker. Participaron la psicoanalista Martha Rosenberg (su hijo, el escritor Martín Caparrós, estuvo entre los oyentes) y la abogada Nina Brugo, así como las dirigentes estudiantiles Manuela Begino Lavalle y Ofelia Fernández, foco de convocatoria para las más jóvenes. En la primera fila, sentadas en el piso de la sala, había chicas de primer año del secundario.
Lejos de las salas principales, en el quinto piso, la gente podía observar el trabajo de diez artistas plásticas e ilustradoras (entre las que se contaban Sonia Basch, Lisa Kerner y Lucila Adano) quienes homenajearon con sus dibujos a víctimas recientes de violencia de género como Wanda Taddei.
En la sala Trinidad Guevara, el ciclo de cine programado llenó todas sus funciones y, al lado del teatro, en el café Las Meninas, los stands de la feria internacional del libro feminista Pre-FilFem 2019 fueron un recreo de intercambios.
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