En Casados con hijos hay diversión asegurada: la química y la gracia de la pantalla se redobla en el teatro
Más cerca del evento que de la obra teatral, completo con clima de recital y fanáticos enfervorizados, la trasposición al escenario de la sitcom de Telefe tiene grandes composiciones de todo su elenco, una trama con sorpresas, un ritmo frenético y grandes valores de producción
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Casados con hijos. Autores: Axel Kuschevatzky y Diego Alarcón. Director: Guillermo Francella. Elenco: Guillermo Francella, Florencia Peña, Luisana Lopilato, Darío Lopilato, Marcelo De Bellis y Jorgelina Aruzzi. Escenografía: Jorge Ferrari. Iluminación: Ariel Ponce. Música original: Sergio Vainikoff. Vestuario: Alicia Macchi. Ambientación: Florencia Muriel González. Make up: Susana Rabello y Nano Maldonado. Peinados: Oscar Rodríguez. Sala: Teatro Gran Rex, Corrientes 857. Funciones: de martes a domingos, hasta el 3 de febrero. Duración: 85 minutos. Nuestra opinión: muy buena
Se trata de un “evento especial” más que de una obra y así debe ser visto y juzgado. De todas formas, la versión teatral de Casados con hijos resulta una sorpresa escénica con varios valores a destacar: en principio las composiciones de todo el elenco, luego el hilo argumental con más de una sorpresa, la dirección que asegura con mano férrea el ritmo de la comedia de principio a final y la espectacular reproducción completa de la casa de los Argento (sin dudas, un personaje más). La propuesta se completa con un espontáneo y efusivo clima de cancha y de recital de rock, gentileza de un público fanático (otro personaje indispensable) que comienza con el “olé olé olé olé, Pepé Pepé” cuando aparece por primera vez Guillermo Francella en escena, y continúa a lo largo de una hora y media de función, con palmas y cánticos varios. Lo que ocurre dentro del Teatro Gran Rex es tan celebratorio, catártico e inclusivo, que recuerda al reciente Mundial de fútbol.
Fiel a su origen de sitcom, lo que prevalece e importa en esta traslación de Casados con hijos a un escenario son las situaciones más que la historia a contar, que de todos modos existe y es muy graciosa. Por eso era muy importante constatar si la química entre los actores seguía intacta a diecisiete años de la finalización de las grabaciones, porque en sus duelos actorales se basaba el éxito del ciclo. En ese sentido, la prueba fue ampliamente superada y lo que hoy sucede entre todos ellos hasta podría hacer fantasear con un regreso de los Argento y sus vecinos a los sets televisivos.
Para el desembarco de la familia más disfuncional de la televisión en el teatro los autores Axel Kuschevatzky y Diego Alarcón (los adaptadores de la comedia norteamericana Married with Children) partieron de una premisa sencilla: el reencuentro de los Argento con su vecino Dardo, ausente desde hace un tiempo en el exterior, luego de haberse separado de su esposa María Elena. La sorpresa de la noche es que el fiel amigo de Pepe no llega solo a la cita: lo hace acompañado de su nueva mujer, Azucena, una francesa absolutamente contraria a los preceptos políticamente incorrectos de los anfitriones; lo que, como era previsible, desencadena “el conflicto” entre las familias, y una seguidilla de situaciones cómicas, a las que no escapa Fatiga, la famosa mascota.
Azucena es Jorgelina Aruzzi, una gran actriz dotada para la comedia como pocas. A ella le tocó ocupar el lugar dejado vacante por Érica Rivas y su María Elena (actriz y personaje excepcionales); una situación a priori ingrata de la que emerge triunfadora, incluso ideológicamente, porque su Azucena es una respuesta salomónica a todos los reclamos de Rivas que en su momento tomaron estado público: compone a una mujer empoderada, antimachirulos, dueña de su goce y hasta vegana. Así, aunque Casados con hijos sigue siendo una sátira mordaz a la familia tipo a través de su disfuncionalidad anclada en el pasado (y en eso radica su gracia) hasta Rivas, es de suponer, podría aprobar con beneplácito la inclusión de este personaje y su contrapunto con los Argento.
Guillermo Francella y Florencia Peña nacieron para ser Pepe y Moni Argento. Sus composiciones son las más logradas, no tienen fisuras, y cada vez que repiten los clásicos latiguillos de sus personajes (el “Hermosa mañana, ¿verdad?”, de Pepe, y el “¿Cafecito?” de Moni) el teatro se viene abajo. Ambos son dueños de un timing para la comedia absoluto, le sacan partido a cada uno de los diálogos, comandan la fiesta (momentos de cumbia incluidos, con invitación al público a cantar y bailar), reparten el juego y pasan generosamente la pelota a sus compañeros, lo que permite el lucimiento parejo de Marcelo De Bellis como Dardo, y de Luisana Lopilato y Darío Lopilato, como los inefables Paola y Coqui Argento.
Gracias a este elenco Casados con hijos hace historia: logra que la magia de la televisión se reproduzca después de tanto tiempo (y hasta se redoble) en el teatro y que la propuesta se convierta en un fenómeno de boleterías –solo comparable a los conciertos multitudinarios — como no se veía desde hacía años en el circuito teatral comercial.
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