"En Brujas somos todas señoras del grupo de riesgo y nos subimos al escenario para hacer la resistencia"
Trabajaron juntas por primera vez en 1980, en Los miedos, el film de Alejandro Doria que también contaba en su elenco con Tita Merello, Soledad Silveyra y Miguel Ángel Solá. Ese mismo año, María Leal y Sandra Mihanovich coincidieron en la telenovela de Alberto Migré Fabián 2, Mariana 0, donde una era protagonista y la otra, actriz invitada. Más tarde María colaboró en la carrera musical de Sandra. Primero, en 1984, fue la productora en estudio del emblemático álbum Soy lo que soy, y la coordinadora general de su presentación en vivo en el teatro Opera; luego, la directora del show Sandra en Shams y, por último, en 1985, la productora artística de Como la primera vez y la traductora del portugués al castellano de varios de sus temas. Desde entonces son muy amigas, al punto que Sandra es la madrina del hijo menor de María.
Hoy el teatro las vuelve a juntar. Desde este viernes 15 serán las nuevas Brujas, las exalumnas de un internado de monjas que una noche sacan a relucir los secretos más ocultos del pasado, y compartirán el escenario del Multitabaris Comafi con Thelma Biral, Nora Cárpena y Moria Casán, tres de las cinco integrantes originales del elenco. A treinta años del estreno de la obra de Santiago Moncada y en su temporada número once, intentarán revalidar el título de "la comedia más exitosa de la historia del teatro argentino" (aunque para algunos existe un "empate técnico" con Toc Toc), sumando espectadores al cúmulo de un millón trescientos mil preexistente, logrado a través de dos mil setecientas funciones.
-¿Cómo surgió la propuesta de sumarse al elenco de "Brujas"?
María Leal: –Durante diez meses estuve encerrada en mi casa, sin ver prácticamente a nadie. Tenía para hacer dos miniseries, pero por la pandemia se fueron postergando. Así que no tenía nada en concreto para hacer. En ese contexto me llama mi representante, Alejandro Vanelli, que se harta de que siempre le diga a todo que no, y me pregunta si me interesaría sumarme al elenco original de Brujas. Yo le dije que sí, para tranquilizarlo. Pero a los cinco minutos volvió a sonar mi teléfono, no el celular sino el particular, y era Carlitos Rottemberg. Y ahí me abrochó de una, porque él te convence de lo que sea. Lo más extraño es que fue su mujer (Karina Pérez Moretto) quien la noche anterior le había sugerido mi nombre.
-¿Y por qué pensás que ella le sugirió tu nombre?
Leal: –No lo sé, pero te aclaro que no fuimos las primeras a las que llamaron. Yo soy frontal, otra no lo diría. Lo que pasa es que la gente de nuestra edad (aunque Sandra es muchísimo más joven que yo) tiene miedo, se cuida, y por eso hubieron muchos "no". Hasta que llegaron a mí, que dije que sí porque me gusta la manera en que Rottemberg encara este regreso del teatro. Dice que nosotras somos la resistencia. No es casualidad que en Brujas seamos todas señoras del grupo de riesgo, y nos subimos al escenario para hacer la resistencia. Porque con un aforo del treinta por ciento no lo hacemos para ganar plata, ¿eh? Aunque Rottemberg fue muy generoso con el porcentaje que nos ofreció a cada una, sabemos que no ganaremos dinero. Fundamentalmente esta resistencia es para abrir el camino para los que vienen atrás, los jóvenes. Sería algo así como: "si estas señoras se animan y están acá, yo también puedo volver".
-Y también para animar al público teatral, mayoritariamente de 50 a 80 años, que tal vez duda en volver a las salas, ¿no?
Leal: –Yo te puedo asegurar que el protocolo dentro del Multitabaris se cumple a rajatabla. Esto que hoy estamos haciendo acá, la entrevista y las fotos para acompañarla, es lo más osado que hemos hecho hasta ahora. Porque a nosotras, en cuanto llegamos al teatro, nos toman la fiebre y nos ponen gel en las manos. Y a la sala no puede entrar nadie más que el director, su asistente y nosotras, las cinco actrices. Absolutamente nadie más. En los ensayos mantenemos la distancia y sólo nos sacamos los barbijos cuando pasamos la letra. Por eso creo que el público va a estar más seguro dentro de la sala que luego, cuando salga a la calle.
-¿Y cómo fue tu caso, Sandra? Tengo entendido que fue Graciela Dufau, quien interpretó temporada tras temporada el rol de la jueza, quien te propuso.
Sandra Mihanovich: –Si María no fue una primera opción, yo habré sido una ultimísima. Es muy traído de los pelos que yo sea una "Bruja". Si vos pensás en un elenco de actrices no me sumás como una opción porque yo soy más una cantante, por más que haya hecho algunas cosas actorales a lo largo de mi vida. Pero hete aquí que a Rottemberg se le ocurrió llamarla a Graciela (quien esta vez desistió de ser de la partida por estar atravesando el duelo por el fallecimiento de su marido, Hugo Urquijo), para pedirle ayuda, para que le tirara algún nombre. Y ella le dijo: "¿sabés quién se me ocurrió que podría ser? Mejor dicho, ¿quién es? Porque yo la vi, la visualicé. Es Sandra Mihanovich". Supongo que Rottemberg debió haberse sorprendido enormemente y luego le habrá divertido o gustado la idea. Es como tener a alguien de otro palo en el elenco.
-¿Y por qué creés que Graciela Dufau te visualizó en el personaje? ¿Se conocen, son amigas?
Mihanovich: –Yo trabajé con Graciela en el film La isla, de Alejandro Doria. No hacía de su hija, pero estábamos las dos internadas y ella me contenía como una madre. Compartimos una escena muy linda, en la que ella tenía un monólogo extraordinario que calculo fue lo que le valió el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Montreal. Fueron todas escenas de una sola toma y con sonido directo, a matar o morir. Inolvidables. Nunca más la volví a ver a Graciela, así que no tuve un vínculo estrecho a lo largo de estos años.
-¿Sentís que Graciela te legó el personaje?
Mihanovich: –Totalmente. Eso es lo que yo siento. Graciela no tiene la edad para ser mi madre, de hecho su hija Lola es más chica que yo. Yo pertenezco a una generación intermedia, entre ella y su hija. Pero por algún motivo ha tenido conmigo un gesto maternal.
-¿Dijiste que sí inmediatamente?
Mihanovich: –No, al principio a Rottemberg le dije "pará un poco, dejámelo pensar". Y me lo dejó pensar, pero sólo un día (ja ja ja). Lo quería hablar con Marita, mi mujer, y con María Sánchez, mi manager y mano derecha; lo quería consultar con ellas. Pero de entrada sentí que lo tenía que hacer, que era una oportunidad extraordinaria para mí, es formar parte de un equipo de grandes actrices, de una obra muy querida, prestigiosa y exitosa. Así que, aunque asustadísima, finalmente dije que sí. Además, como cantante, no tenía mucho trabajo. Así que me dije: "vamos Sandra, jugátela y mandate con todo".
-¿Siempre te entusiasmó alternar entre la música y la actuación?
Mihanovich: –No, en la época en la que Alejandro Doria me convocó para participar en las películas La isla y Los miedos yo padecía actuar. Me daba miedo y mucha inseguridad. Pero luego, cuando protagonicé en teatro varios espectáculos infantiles, me cayó una ficha. Dije: "ah, actuar es jugar a ser otra persona, entonces a ver Sandra si aprendés a jugar, ¿eh?". Al toque me llamaron para hacer en televisión Vulnerables y a partir de ahí empecé a disfrutar más de trabajar como actriz. De todos modos luego no trabajé mucho como tal porque en realidad no soy actriz, soy una colada en el mundo actoral. Pero cada tanto, cuando mi amigo Pablo Culell (productor de televisión) me llama para hacer cosas siempre le digo que sí y disfruto mucho, como cuando fui convocada para Costumbres argentinas y Cien días para enamorarse.
-¿Vieron la puesta original de Brujas?
Leal: –Nunca vi Brujas, soy extraterrestre, ¿no? Pero ahora, instada por Rottemberg y las chicas, vi la versión filmada por Teatrix en una tablet. Yo hubiera querido no verla, para no dejarme influenciar por lo que hacía la diosa de Susana Campos, porque yo tengo que componer mi propia Dolores, que no va a ser como la de ella. Y no nos olvidemos que cuando se filmó aquella versión, el teatro estaba lleno. En la platea era puro alboroto. Nosotras, cuando estrenemos, con suerte vamos a tener, por cuestiones de protocolo, un 30 por ciento de la sala ocupada. Trabajar así va a ser un doble trabajo.
-¿Y en tu caso, Sandra?
Mihanovich: –¿Sabés que no me acuerdo? Yo siento que sí la vi en algún momento, pero no sé en cuál temporada. Y ahora la vi dos veces en Teatrix. La primera la disfruté mucho y me pareció una obra muy piola e inteligente, pero la segunda, que fue antes de venir a un ensayo, me agarró una depresión espantosa. Me dije: "ni en pedo sigo en esto, yo no voy a poder, esto no es para mí, olvídense de mí, renuncio". En fin, me agarró un c… padre.
-¿Qué te hizo cambiar de parecer y, al día de hoy, seguir en el proyecto?
Mihanovich: –Que desde el principio acá hay una actitud muy solidaria de todo el mundo, de muy buena onda, empezando por el director, Luis Agustoni, que es un santo y un señor muy inteligente que además nos soporta a las cinco mujeres, lo cual no es una tarea menor.
Leal: –Porque ninguna es muy fácil. La más calma es Thelma.
Mihanovich: –Sí, Thelma es una santa. Pero más allá de sus diferencias y sus bravuras, las chicas nos bancan a full, nos dicen a cada minuto "no se preocupen, van a estar muy bien". Para nosotras no es fácil el asunto porque nos incorporamos a un Brujas muy instalado. Nos tenemos que acomodar a un espacio que, sin dudas, les pertenece. Nosotras somos las invitadas.
Leal: –Imaginate que ellas ya han hecho como dos mil setecientas funciones de la obra.
Mihanovich: –Nosotras recién estamos construyendo las nuevas Brujas, y la relación entre éstas y las históricas. Yo pienso que hoy la temática y todos los diálogos tienen otro peso, otro valor. La ironía y la fuerza son mayores. Muchas de las risas que en su momento suscitaba la obra eran por tensión, no eran risas por lo gracioso de los diálogos sino de nervios. Es que para aquel momento pasaban cosas en el escenario que no resultaban habituales en la vida diaria. Ahora, como ya está todo más hablado, la percepción y la recepción van a ser otras.
-¿Cuáles son las aristas que más les interesan de sus personajes?
Mihanovich: –Mi personaje es una abogada, una jueza, alguien muy formal, escéptica e irónica, triste. No está feliz pero no es una mujer resentida. Ana es una mujer que tenía sueños que no pudo concretar, entre ellos tener un hijo, y por eso luego puso toda su energía en el trabajo, en el cual es muy exitosa. Es por eso que esa noche con las amigas le mueve el piso. Se sorprende mucho, porque es la que nunca sabe nada. Aunque sea la que ayuda a desentrañar los misterios que afloran, es la que estaba completamente afuera de todo lo que había pasado en sus años de estudiante y sigue estándolo con respecto a lo que sucede en ese momento. Es un personaje que no tiene mucho que ver conmigo ni con mi realidad, eso es lo que más me divierte y me resulta interesante. Lo mismo me ocurrió cuando me convocaron para la miniserie Criminal, en la que interpreté a la mujer de Rolly Serrano, un ama de casa, una señora gorda de barrio. Fue alucinante.
-¿Y a vos, María, qué es lo que más te gusta de tu rol?
Leal: –Mi personaje es una escritora exitosa, pero fundamentalmente es una mujer contenida. Ha tenido un primer amor del que nunca pudo recuperarse. Ni teniendo relaciones con hombres ni con mujeres. A partir de ese enganche ha quedado afuera de todo, por eso tiene una postura rígida. Es un rol buenísimo, porque en realidad es la dueña de todos los secretos del grupo.
-Es una mujer cerrada al amor.
Leal: –Sí, cerrada al amor a causa de un amor imposible, pero no imposibilitada de amar, porque de hecho hubo una persona a la que amó mucho. El tema es que luego quedó detenida ahí. Es muy rico el proceso que vive el personaje a lo largo de la obra, se va desmoronando.
-A diferencia de tus últimos trabajos en teatro, en comedias, esta criatura te obliga a recurrir a la actriz de carácter.
Leal: –Sí, y está muy bueno. Justamente ayer, chateando con José María Muscari, quien me dirigió en varias de sus obras, le dije: "creo que un break entre nosotros nos va a venir bien a los dos" (ja ja ja). Yo hice mucho Muscari y lo adoro, porque es humilde, talentoso y trabajador. Yo sé que tiene mala fama, que para algunos no es prestigioso, para decirlo de alguna manera, pero a mí me encanta. Y ahora estoy muy contenta con Luis Agustoni, es una persona muy sensible que concibió la nueva puesta de Brujas como una coreografía, una muy especial para que no nos toquemos, para que mantengamos distancia entre nosotras durante toda la obra.
-¿Cómo es la relación con las "Brujas" originales: Moria, Thelma y Nora?
Leal: –Las tres son muy buenas compañeras. Yo sólo había trabajado antes con Thelma, con Nora y Moria no. Una podría suponer que Moria, por su imponencia, podría tener actitudes egocéntricas. Pero eso no ha sucedido en ningún momento; al contrario: es muy gaucha. Y muy inteligente. Por ejemplo, Agustoni le marcó un monólogo indicándole que caminara por adelante del escenario, tipo pasarela, y ella le dijo: me parece que prefiero quedarme atrás, si me paseo con tanta teta y tanto culo se van a quedar con eso y no me van a ver a mí. Eso es de una grande, de una tipa que quiere que su trabajo se luzca, y no tapar a las demás.
Mihanovich: –Yo recuerdo la sensación que tuve en uno de los primeros ensayos, de mirarla a Nora y pensar: "qué grosa que es esta mina". Me asombró su verdad, la verdad que tenía simplemente al leer, al pasar letra. Junto a una actriz así es imposible no aprender.
-Esta es tu primera experiencia en teatro de texto. ¿La tomás como un desafío?
Mihanovich: –Sin dudas es un enorme desafío. Yo he hecho en teatro dos espectáculos musicales para adultos: Aquí no podemos hacerlo, en 1978 y Únicas, el verano pasado. Y para chicos, El país de no me acuerdo y Manuelita la tortuga. Esos son mis antecedentes y todos contenían música. Esta es la primera vez donde no podré recurrir a mi herramienta máxima, que es el canto. Cantar arriba de un escenario me da seguridad, en cambio acá, todo es puro desafío y adrenalina.
-Para vos, María, Brujas también se trata de una primera vez, ¿no? De tu primer reemplazo.
Leal: –Exacto. Yo nunca hice un reemplazo en mi vida, jamás. Y esto de ahora es una especie de reemplazo. A Susana Campos no la tomo como referencia porque no tenemos mucho que ver como actrices. Yo hago mi búsqueda y mi trabajo con el mismo respeto y entrega que hago todo, ya sea un teleteatro, un Shakespeare o una película. Hoy, a días del estreno, nos falta afinar un poco, sonar todas las actrices en la misma frecuencia. Pero, en cuanto a mí, no siento el peso del reemplazo ni tengo fantasmas.
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