Emotivo retrato de una época
TANGO FEROZ. Libro original: Aída Bortnik y Marcelo Piñeyro / Dirección: Ariel Del Mastro / Elenco: Fernando Dente, Florencia Otero, Federico Salles, Germán Tripel, Eliseo Barrionuevo, Mariú Fernández, Federico Llambi, Sofía González Gil y Tony Lestingi / Adaptación: Joaquín Bonet / Coreografía: Gustavo Carrizo / Dirección de arte: Jorge Ferrari / Dirección musical: Alejandro Devincenzi / Escenografía: Jorge Ferrari / Vestuario: Alejandra Robotti / Iluminación: Ariel Del Mastro y Alejandro Velázquez / Diseño de video: Maxi Vecco / Diseño de sonido: Gastón Briski / Dirección vocal: Carlos Vallejo / Sala: Tabarís / Duración: 100 minutos.
Nuestra opinión: buena
Mejor decirlo de entrada: hay un problema con este Tango feroz que protagoniza esforzadamente Fernando Dente. Es el camino que eligió el actor –y también el director Ariel Del Mastro– para encontrar a su personaje. Lo que la dupla consigue con Tanguito es endurecerlo desde el minuto cero de la obra para sólo soltarlo un poco en la filmación del final. Una pena. Es tan dura y maniquea la composición de este músico hipersensible, soñador y degustador de alucinógenos varios –se supone, ya que en la obra no aparece– que le quita credibilidad y casi lo convierte en una caricatura. Eso sí, su voz sigue conmoviendo.
Dicho esto... a disfrutar. Porque todo lo demás es puro disfrute. La versión teatral –no es precisamente una comedia musical– de la película de Marcelo Piñeyro que adaptó Joaquín Bonet y dirige Del Mastro es un muy buen espectáculo narrado con entrega y emoción por un elenco que –se nota– pone todo en escena para meterse al público en el puño. Y lo logra.
La historia de Tanguito es también la excusa para hablar de una época y su tragedia. Así, conocerlo a Tango nos deja entrar en el mundo de un grupo de amigos hacia finales de la década del 60 que se divide entre la música, la universidad, la actividad social y las ganas de construir un futuro mejor (individual o colectivo, dependiendo del caso). Así aparece Mariana –una muy cómoda Florencia Otero–, novia de Tango, y el grupo de amigos del músico integrado por un ramillete de personajes cada cual mejor armado, construido e interpretado. Sin dudas, el más querible –de cabo a rabo– es el Pedro que creó el talentosísimo Federico Salles, al que es tremendamente difícil dejar de mirar cada vez que entra en escena (y por suerte lo hace muy seguido). Salles compone así a su personaje con múltiples matices, tantos que logra emocionar casi como ningún otro. Y además canta una versión de "Presente", la canción de Soulé, de antología. Pura piel de gallina.
Mucho también se puede decir del resto del elenco, donde se lucen especialmente Eliseo Barrionuevo, Germán Tripel y Mariú Fernández. El libro les da oportunidad de crecer, de cambiar, de explorar distintos vericuetos en sus criaturas. Ellos aprovechan ésto sin deperdicio.
Tony Lestingi, otro capítulo aparte. El actor es el adulto feroz de este relato. Compone al padre –coronel– de Mariana y también a Lobo, el comisario que logra enloquecer a Tango. Un par de anteojos lo ayudan –como si nada– a entrar y a salir de sus personajes. Perfecto.
La obra que imaginó Del Mastro está armada a partir de postales en las que se combinan lugares emblemáticos del grupo (la cueva, el bar La Perla) con la música que identificó al film y otros temas que pintan la época. Por eso es que se puede decir que no se trata de una comedia musical, ya que la música no construye narración, salvo quizás en la escena de la manifestación con "La marcha de la bronca" en la garganta de todos. Uno de los momentos mejor logrados. Aunque hay todo un trabajo de video que se entrelaza con la escenografía, la iluminación y un sonido de verdadero recital de rock, que logra que los aspectos técnicos concreten un cuerpo de una solidez impactante.
También hay que decirlo: hay algo de nostálgico en esta propuesta que lo constituye desde la base. La música ("Hasta siempre Comandante", "Me gusta ese tajo", "El oso", "Natural", "Amor de primavera", "En el hospicio", "La gente del futuro" y, por supuesto, "El amor es más fuerte") pinta la época; todo lleva hacia un lugar en el corazón que genera ese dulce dolor de los recuerdos.
Como no podía ser de otro modo, todo es tremendamente hippie en este Tango feroz teatral . Y es precioso que así sea.
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