Emiliano Dionisi: “Tengo suerte porque el 80 por ciento de lo que hago fue elegido”
Es uno de los directores jóvenes más solicitado: FIBA, teatros San Martín y Cervantes, escena comercial, oficial e independiente
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A los doce años, la profesora de Literatura de la escuela de Ramos Mejía le mandó leer Romeo y Julieta. Estaba muy entusiasmado con el desafío pero al enfrentarse con el texto se perdió, le pareció aburrido, largo, lejanísimo. Pero su hermana mayor supo cómo abrir esa puerta antes de que se cerrara con llave: le leyó la célebre tragedia interpretando los diálogos, con voces diferentes, entonaciones y énfasis. Algo sucedió. Ahora sí. La risa apareció. Desde entonces, Emiliano Dionisi y los clásicos fueron amigos para siempre.
“Despiertan mucho resquemor y respeto por lo que significan pero hay que buscar el modo de hacer vibrar a esos textos hoy, no hay que mantenerlos como piezas de museo, hay que hacerlos pelota. Y funciona porque son obras buenísimas, permiten relecturas, recreaciones permanentes”, dice el joven gran reinventor de clásicos para todos los públicos, acumulador de capas de sentidos para distintas franjas, aliado del humor como el vehículo de lo trascendente.
“Como loco, desde que me pongo a escribir me divierto”, dice el autor y director de Romeo y Julieta de bolsillo, La comedia de los Herrores y Cyrano de más acá, que en este verano estrena un tríptico al aire libre inspirado en el universo de Shakespeare. En enero, comenzó Sueño, basada en Sueño de una noche de verano, en los jardines del museo Eduardo Sívori, con cuatro intérpretes, incluido él mismo. Este mes, acaba de empezar con Mabel, una tragicomedia escocesa, su versión de Macbeth, en una de las callecitas empedradas de la Usina del Arte, con dos actores, Mariano Mazzei, su amigo desde De hombre a hombre, de Mariano Moro (2008) y otro a quien no conocía, Emiliano Carrazone. Por último, en marzo, será el turno de Vidas futuras, un recorrido por el casco histórico de la Ciudad, junto a tres personajes femeninos del universo Shakespeare, reelaborados por tres dramaturgas argentinas: Heidi Steinhardt escribió sobre una de las brujas de Macbeth, Mariela Asensio sobre Desdémona y Violeta Postolski sobre Julieta. Las tres piezas podrán verse durante el próximo FIBA (Festival Internacional de Buenos Aires).
Con esta tríada, festeja los diez años de su compañía Bardo criollo que, en realidad, se cumplieron en 2020, en pandemia. “Con números redondos, íbamos a celebrar con reposiciones: Huesito caracú (de Hugo Midón y Carlos Gianni), Romeo y Julieta de bolsillo y Cyrano. No se pudo. Hace rato que quiero hacer espectáculos al aire libre en verano pero, cuando llega el momento, estamos muertos de cansancio. Esta vez estábamos listos”, dice el líder de la compañía integrada por Sebastián Ezcurra en producción artística, Marisol Castañeda en vestuario, la actriz Julia Gárriz, el actor y asistente Juan José Barocelli y Martín Rodríguez en la dirección musical.
–¿Qué significa tener una compañía hoy?
–Siempre me gustó la idea de compañía, lo itinerante de llegar a todos lados, esa cosa comedia del arte siempre me fascinó. Como veníamos trabajando juntos, decidimos ponernos un nombre. Para cada proyecto llamamos a otros artistas. Es un modo de trabajo que facilita la producción, sabemos de qué manera hacerlas, gastar lo que podemos gastar y lograr lo máximo: sacarle el jugo a las obras. En el teatro independiente, se ensaya mucho, se estrena y, al poco tiempo, ya está, se empieza de nuevo con otra.
–Te referís a formar un teatro de repertorio
–Sí, me encanta eso, sacarle el jugo, que haya muchas funciones, eso hace que valga la pena el esfuerzo, que no sea tan descartable y que lo vea la mayor cantidad de gente posible.
–¿Tienen alguna especie de manifiesto interno?
–No escrito (risas) pero sí: que sea un teatro popular y popular no es simple sino complejo para que a mucha gente le pueda interesar; y que sea transportable, en general. Salvo Cyrano que nos quedó enorme.
Causas urgentes
Basado en el Cyrano de Bergerac, de Edmund Rostand, Dionisi montó su Cyrano de más acá en el Teatro Nacional Cervantes, en 2017, ganador del ACE a Mejor Espectáculo Infantil. Dos años después, en la sala Casacuberta del San Martín, realizó Recuerdos a la hora de la siesta, inspirado en la poética de María Elena Walsh, que se llevó varios premios, entre otros, el Hugo de Oro.
“Trabajé muy bien en los dos teatros públicos, no se me condicionó en nada. Cómo no aprovechar esa gran maquinaria hecha para llegar para que la gente vea teatro, se necesita como un hospital, tiene que funcionar bien y ser para todos. Los espacios públicos deben ser ocupados, no son partidarios, son públicos, para todos, independientemente del color que uno tenga”, dice Dionisi que tiene recorrido un largo camino tanto en salas oficiales como en las del off pero mucho menos en las comerciales. Cuando se declaró el aislamiento obligatorio, todo estaba listo para estrenar en abril Gorda –la exitosa obra de Neil Labute, dirigida por Daniel Veronese en 2008–, en el Metropolitan Sura, con Karina Hernández, Alberto Ajaka, Sofía Gala Castiglione y Tomás Fonzi. “Hoy no proyectamos, deseamos y ojalá se concrete pero entiendo que es muy difícil para el teatro comercial, no podemos exigir en estas condiciones ‘hagámosla igual’”, asegura. Dice no tener ningún prejuicio con el “star system” porque lo que importa es la totalidad: “Entiendo y me encanta que a la gente le guste ver a sus artistas conocidos. Pero tiene que estar bueno el espectáculo porque si no, aunque pongas al más conocido o a la más famosa, no funciona”. Lo que sí funciona en la calle Corrientes, sin famosos ni consagrados, es El arrebato, el musical que escribió por encargo, con música de Martín Rodríguez y dirección de Juan Martín Delgado. Hace un año se estrenó en El Método Kairós y ahora se presenta en el Metropolitan Sura, con mucho público joven.
–Si no te pedían esta obra, ¿la hubieras escrito?
–No. El programa Arte en Barrios, de la Ciudad, me pidió un material original. Me junté con la bailarina de breaking Angélica Villagómez que quería hacer un musical con ritmos urbanos, rap y hip hop. Su idea era apuntar a que la música, como el fútbol, era una opción para las personas que viven en villas. A las audiciones, se presentaron como 350 pibes. Al charlar con ellos, me choqué con temas más urgentes. Me reuní con Milito, que tiene una banda de hip hop en Ciudad Oculta y es docente. No me podía hacer el tonto con estas cuestiones. Si no me lo hubieran propuesto, no era un tema que yo habría tocado pero conocerlo me abrió un mundo. Venía de escribir Recuerdos a la hora de la siesta, María Elena Walsh, fantasías, y ahora me encontraba con madres que perdieron a sus hijos por el paco, fue duro y muy nutritivo a la vez.
–Y es atractivo para que muchos jóvenes conozcan el teatro.
–Ver a tantos chicos ir al teatro es hermoso. Sobre todo, en la calle Corrientes, donde menos van los jóvenes. Y muchos de los que van, es la primera vez que lo hacen. El otro día, escuchaba a una señora y su hijo delante mío en la fila para retirar la entrada. Claramente, era su primera vez. Cuando vieron a la chica de la boletería hablar del otro lado del vidrio con la bocina, el nene dijo: “Mamá, mirá, como en la Iglesia”. Lo relacionó con sus imágenes, con lo que conocía, y eso no se olvida. Es muy emocionante, ahí cierra todo.
Otro de los estrenos que Dionisi concreta este verano lleva un título largo que no lo eligió el director sino el autor, Agustín Sáiz, uno de los ganadores del concurso Nuestro Teatro organizado por el Cervantes para su canal online. Se trata de Esa Iglesia llena de enemigos armados hasta los dientes, que además de estar disponible en la plataforma del teatro, podrá verse en vivo y al aire libre el viernes, sábado y domingo, en el marco del ciclo El Cervantes en la Biblioteca Nacional. “Es una sátira feroz, muy negra, sobre la guerra, con un capitán y un soldado en una trinchera con todo en contra, queriendo mantener un statu quo que se cae a pedazos. No tuve que cambiar en nada, la hice tal cual está escrita, tiene una rítmica perfecta”, dice el director, contento de trabajar con Julián Ponce y Daniel Casablanca, uno de sus admirados Macocos.
Por otro lado, para el Complejo teatral de Buenos Aires, el sábado se lanza Ecos, en homenaje a los 60 años del Teatro San Martín, escrita por Dionisi y codirigida con Mariano Dawinson para el ciclo virtual Modos híbridos. Es una miniserie de 6 episodios de entre 7 y 12 minutos. En cada uno, el protagonista es un trabajador del teatro, de distintas áreas. Con puntos de contacto con el biodrama Las personas, de Vivi Tellas, que era actuada por los mismos empleados, en este caso son los actores quienes los interpretan, acompañados siempre por un invitado como Eleonora Wexler y Roberto Carnaghi. “Me di gustos. Usé todo el teatro, pasillos, camarines, talleres, ascensores, salas. Tiene algo de realismo mágico: ¿cómo es la convivencia de los empleados con los personajes de las obras, esa energía emocional que queda atrapada ahí, en esos espacios?”, pregunta.
–Mucho trabajo, todo el tiempo. ¿Nunca desenchufás?
–Me cuesta, hasta en vacaciones, siempre pienso en el teatro. Es una materia pendiente el ocio de verdad, no lo manejo todavía. Trabajo de lo que amo desde chico, me cuesta que no sea mi vida entera. Tengo suerte porque el 80 por ciento de lo que hago son proyectos elegidos, les tengo mucho deseo, ese es el motor que empuja. Soy obsesivo pero me divierte el detalle.
–¿Lo pasaste mal en algún ensayo?
–A veces, sí. Trato de propiciar buenos espacios de laburo pero a veces no sale. Muy poquito como director pero sí como actor, más de los que me habría gustado. Y aprendés lo que no harías como director. Por ejemplo, anular a tu intérprete, desacreditarlo. El actor tiene que ser un aliado, tenés que escucharlo, el director no tiene toda la verdad, tiene que generar confianza. La asimetría queda para la última decisión pero para ese momento, el actor debe confiar en eso que le pedís y no solamente porque ordenás que así sea.
–Hablaste de clásicos y cómo abordarlos. A las obras de Hugo Midón, ¿cómo se las hace hoy?
–A Midón hay que hacerlo pero no igual, no hay que recrear lo que se hizo. Son textos valiosos en sí mismos, hay que barajar y dar de nuevo, hay que indagar cómo son los payasos hoy. De Hugo aprendí mucho, especialmente cómo presentar la experiencia teatral desde el comienzo, ni bien llegan los espectadores al hall hasta cuando se van, todo era una continuidad, pensaba en todo el ritual y ese legado lo abrazo e intento seguirlo.
–Varios artistas del musical participaron en Cantando 2020. ¿Qué te parece?
–Cuando los veo los disfruto y me muero de risa, son retalentosos. Sólo me da cosa cuando hay cierto maltrato, me da pena porque no se lo merecen, sé lo que valen. Pero está buenísimo que los conozca más gente, que lleguen a todos los públicos. Y mientras lo pasen bien, es laburo, todos sabemos que es eso.
Sueño
En distintas fechas, a las 18 y a las 20.
Jardín del museo Sívori, Infanta Isabel 555, frente al Rosedal.
Gratis, reservar lugar en la web del Gobierno de la Ciudad.
Mabel, una tragicomedia escocesa
En distintas fechas, a las 18 y a las 20
Calle interna de Usina del Arte, Agustín R. Caffarena 1.
Gratis, reservar lugar en la web del Gobierno de la Ciudad.
El arrebato
Martes, a las 21
Metropolitan Sura, Corrientes 1343. $ 1000.
Esa Iglesia llena de enemigos armados hasta los dientes
Viernes 19 y sábado 20, a las 22, y domingo 21, a las 21.30
Explanada de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502.
Gratis, reservas por Alternativa.
Ecos
Desde el sábado 20 de febrero, por streaming disponible en Vivamoscultura.buenosaires.gob.ar. Gratis.
Los monstruos
Por Teatrix.
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