El teatro y sus creadores, frente a su trama más temida: el cierre del INT
El proyecto del Ejecutivo que pretende derogar este organismo de note corte federal creado en 1997 no para de desatar una ola de rechazo entre el amplio abanico de creadores y gestores de salas
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Primavera de 1997, gobierno de Carlos Saúl Menem. Se instrumenta la Ley Nacional del Teatro (la 24.800) que, en uno de sus artículos, creó el Instituto Nacional del Teatro (INT), organismo federal clave en el entramado escénico del teatro independiente cuyo directorio está conformado por representantes de cada provincia elegidos por concurso. En estos años de vida, el Instituto viene organizando concursos, muestras, festivales, talleres de formación, edición de libros y revistas y otorga subsidios a salas o espectáculos, entre otras tantas línea de acción. En el momento de su promulgación, la comunidad artística en general manifestó su plena satisfacción por el kilómetro cero que empezaba a transitar el INT, cuyo primer director ejecutivo, que lo designa el gobierno de turno, fue el actor y director Lito Cruz. Entre tantas voces ilusionadas, el gran Pepe Soriano, en un crónica publicada en LA NACION, hizo un comentario que hoy toma una actualidad insospechada. “Durante estos 50 años de espera, hemos protestado y luchado tanto (...) Ahora, poner la rueda en marcha va a ser muy duro. Los interrogantes se abrieron: hay una zona maligna en cada individuo. Hay que ver si esa zona maligna alcanza a perjudicar el funcionamiento de una ley”, aseguró el gran intérprete, fallecido en septiembre del año pasado.
Este miércoles 10 se cumple un mes desde que Javier Milei ocupa el sillón de Rivadavia. También se cumplen 13 días desde la presentación de la llamada Ley Ómnibus, compuesta por unos 664 artículos enviada por el Ejecutivo al Congreso que en estos momentos se debate en el Legislativo. Entre tantas propuestas que están en el centro de la atención, hay un capítulo, el tercero, que está dedicado a cultura. En ese apartado de este proyecto cuestionado por su forma como por su contenido, aparecen mencionados dos organismos vitales para la creación artística, el Instituto Nacional del Teatro y el Fondo Nacional de las Artes (FNA), para los cuales el nuevo gobierno tiene una única y radical receta: su cierre y la “reasignación de recursos humanos, presupuestarios y materiales”.
La medida generó un inmediato y fuerte rechazo por parte de la comunidad artística, que salió a expresar su enérgica oposición no solamente en las redes sociales sino en las calles. De hecho, el último sábado se realizó una marcha que unió las sedes de ambos históricos organismos en defensa de estas instituciones. En la puerta del FNA estuvieron figuras incuestionables y emblemáticas como Marta Minujín, Luis Felipe “Yuyo” Noe y Delia Cancela. En la recorrida, se fueron sumando muchos otros artistas de procedencias diversas alarmados por la misma situación.
En la puerta del Teatro Regina, en donde funcionan las oficinas del INT, aquel bello edificio que mandó a construir la exprimera dama y cantante lírica Regina Pacini, casada con Marcelo T. de Alvear; el actor y cantante Beni Gentilini le consultó al talentoso intérprete Osqui Guzmán por este proyecto del novio de la actual primera dama y actriz, Fátima Florez. “La comunidad teatral en el país entero utiliza al Instituto y al Fondo como herramienta de autogestión independiente. El artista, como cuando yo empecé a hacer teatro, se forja en este país de manera independiente, cosa que no sucede en ningún lugar del mundo. Y lo hacemos gracias a esas herramientas [en referencias a los subsidios], por eso es importante que continúen. Además, no le sacan un peso al Estado. Entonces, estas medidas que intentan aniquilar son un golpe brutal para los artistas y para el pueblo. A los artistas, porque le quitan un instrumento vital de autogestión. Y al pueblo porque atacan lo más profundo del tejido social: la identidad. Es la cultura la que construye identidad y sin identidad nadie hubiera salido a besar la camiseta cuando se ganó el Mundial. ¿Qué sentido tiene besar una camiseta sino es tuya, sino la sentís? Ese gol de Gonzalo Montiel es parte de tu patria, el de un pibe que arrancó en el potrero que no es de ninguna sociedad anónima, es nuestro suelo. Nosotros estamos acá defendiendo la patria”, sostuvo el talentoso intérprete en medio de la movilización rodeado por colegas y amigos.
Osqui Guzmán actualmente es uno de los protagonistas de Los bonobos, uno de los éxitos de calle Corrientes, la avenida clave del circuito comercial. Pero su propio “potrero” fue, como el de la gran mayoría de creadores escénicos, la escena alternativa. En los dichos del intérprete, que a los 14 años cosía guardapolvos y servilletas y que en 2009 fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires, expone el mecanismo de financiación del INT que nada tiene que ver con los impuestos de los contribuyente. El organismo se financia con el 10 por ciento de los ingresos recaudados por el Enacom (Ente Nacional de Comunicaciones). Cada año, las autoridades del INT son las que elevan su presupuesto de ejecución al Congreso, que aprueba el destino de los recursos y puede sumar fondos a los que ya están asegurados. Sus recursos son públicos y se aprueban en el Congreso.
Todas las decisiones que toma su mesa directiva (compuesta por representantes del Ejecutivo y por gente de teatro nombrada por concurso) quedan reflejadas en actas y acuerdos a los cuales se puede acceder en la misma página del organismo como mecanismo de transparencia en su gestión. Por ejemplo, ahí está consignado que, como parte del Plan Podestá, aquel que se lanzó en tiempos pandémicos; durante la gestión de Gustavo Uano, director ejecutivo del INT hasta el 10 de diciembre pasado, entre 2020/22 se otorgaron 1172 ayudas a 598 salas y espacios teatrales de todo el país; o otros 2073 subsidios a 2060 grupos y espectáculos.
Clave en el interior
En estas más de dos décadas de vida, el INT ha sido vital tanto para el funcionamiento y equipamiento de salas como para la producción y posterior armado de giras de espectáculos gestados en espacios alternativos. Y es un organismo verdaderamente clave en las ciudades y pueblos del interior. El apoyo económico del INT, por ejemplo. fue fundamental para las 6 salas nuevas que se inauguraron o reabrieron durante 2022 en un amplio abanico que abarcó desde la sala Espacio Trama, en El Bolsón, Neuquén; a La Máscara Teatro, Resistencia, Chaco. Con algún margen de error, cualquier montaje nacido y criado en la escena alternativa contó con apoyo económico del INT.
Apenas se conoció la noticia del cierre del INT, el rechazo del sector fue unánime. Abarcó desde creadores a diversos organismo que nuclean al entramado escénico como Artei, la entidad que nuclea a las salas independientes. Este fin de semana, se realizó una asamblea en la misma Rambla de Mar del Plata, a pocos metros de donde está alojada Fátima Florez. Concurrieron unas 500 personas (entre ellos, los actores Osmar Núñez y Jean Pierre Noher) para expresar su rechazo al paquete de reformas impulsado por Milei que abarca el cierre del INT y FNA; pero que ponen también pone en situación crítica al Incaa (“El recorte, si se aplica, es muy fuerte. Esta ley hace que el Incaa deje de ser lo que era, tal como lo conocimos hasta ahora”, explicó hace unos días a LA NACION el presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, Hernán Findling); al Instituto Nacional de la Música (artistas como Charly García, León Gieco, Gustavo Santaolalla, Litto Nebbia, Osvaldo Piro, Susana Rinaldi o Jairo firmaron el comunicado de la Mesa de la Industria y de la Actividad Musical en rechazo al desfinanciamiento); y a la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (para este miércoles a las 18:30, la Unión de Escritoras y Escritores propone realizar un cacerolazo cultural, que marchará hasta las puertas del Congreso).
Al margen de toda grieta, tanto el exdirector ejecutivo del INT, Gustavo Uano, como Mariano Stolkiner -a quien el secretario de Cultura actual, el productor de espectáculos Leo Cifelli, designó para ocupar ese cargo aunque su nombramiento no esté reflejado en el Boletín Oficial-, expresaron públicamente su postura contraria al cierre. “Declaro mi enorme y urgente preocupación frente a esta medida, la cuál me resulta completamente incomprensible afectando a la sociedad en su conjunto, más allá de lo que me toca en términos personales, siendo que, a través de este proyecto de ley, no encuentro respuesta a la razón para la cual fui convocado en su momento”, sostuvo en un posteo en sus redes sociales el director y gestor teatral quien había aclarado que recién a partir del 16 de este mes podría hacerse cargo de la dirección ejecutiva del organismo.
Su situación es compleja. Cabe recordar que un cargo parecido ocupaba el cineasta Javier Torres, a quien Cifelli lo había nombrado como director del Fondo Nacional de las Artes, el organismo autárquico creado en 1958 para impulsar el desarrollo de las artes y apoyar a los artistas argentinos. Pero, sin que su nombramiento fuera publicado en el Boletín Oficial, el funcionario de Cultura lo “desnombró”, como consigna una nota de Daniel Gigena, después de que el creador expresara su rechazo al cierre del FNA. “Dice que me autodesigné, lo cual no aguanta ningún archivo, y al mismo tiempo me pedía las listas de gente para echar -afirmó Javier Torre acerca de Cifelli en la nota de La Nacion- Mi defensa es por la gente del FNA, muchos muy jóvenes. No lo soporto”.
Emblemas del circuito
Para cualquier espectador teatral, la figura del INT puede resultar lejana. Pero con algún margen de error se podría afirmar que la gran mayoría de obras del circuito alternativo han contado con su subsidio. Un ejemplo, por partida doble, es La omisión de la familia Coleman, ese montaje que ha dado varias vueltas al mundo que se estrenó Claudio Tolcachir hace mucho tiempo ya en Timbre 4, sala emblema del circuito alternativo que empezó funcionando en su casa.
“Para nosotros, como sala, es fundamental ese apoyo porque nos permite hacer arreglos al edificio que apuntan a la comodidad del público como de los mismos artistas -apunta en diálogo con LA NACION el notable creador-. Pero es bueno aclarar que ninguna sala vive del INT, son ayudas la que reciben. El resto es trabajo de los equipos, de lo que dejan las funciones. Claro que si ese aporte no existiera todo sería aún más duro, seguir haciendo teatro independiente. En estos tiempos, montar una obra es realmente imposible y, si quitan el apoyo del INT, están decretando absolutamente el final del sistema del teatro independiente, que es reconocido, que tiene un sello artístico y reconocimiento en el mundo. Además de esto, el INT tiene un valor muy grande porque es democrático en el sentido de que es una red, una red que nos conecta con cualquier teatro del interior. Y ya que tanto les interesa lo productivo, el dinero que llega del Instituto a esas salas no se la queda nadie. Los subsidios no son sueldos. Es un dinero que se utiliza para producción, que genera trabajo”.
Si La omisión de la familia Coleman es un montaje verdaderamente histórico en el mapa de la escena alternativa, el año pasado una de las joyitas fue El brote, la propuesta de Emiliano Dionisi que viene de presentarse en Mar del Plata y que sigue su ruta este año. “Cuando me enteré de todo esto fue un verdadero golpe al corazón. Lo primero que me hizo reflexionar fue sobre esa idea de que lo subsidiado lo que hace es desalentar el propio estímulo de los trabajadores. Esa idea es como una punta de lanza para justificar el ajuste y de ponernos unos contra otras”, interpreta el integrante de la Compañía Patriótica que, en sus redes, subió una frase de Bertolt Brech que dice lo siguiente: “Que tiempos son estos en que tenemos que salir a defender lo obvio”.
En diálogo con LA NACION, el creador deja en claro algunas cuestiones que se pueden prestar a la confusión: “El dinero que te dan para una obra no te alcanza ni por abajo de las patas para producir una obra, con mucha suerte llegás a la mitad del costo de la producción. O sea, nadie hace una obra para lograr un subsidio. El teatro independiente argentino es estudiado en el mundo por su calidad, sus búsquedas, su cantidad. No hacemos teatro independiente ‘mientras tanto’, mientras llega un productor que invierte para una obra. El sector alternativo tiene un funcionamiento en sí mismo que permite la libertad de tener total control sobre los materiales, sobre el equipo que te permite asumir riesgos artísticos que el teatro comercial no puede asumir por sus propias reglas. El termómetro del teatro en nuestro país está en el circuito alternativo, en las pequeñas producciones que dependen de la ayuda del Fondo Nacional de las Artes o del INT para que ese camino sea un poco menos empinado”.
La prehistoria de la trama
Muy lejos de este escenario de campo minado, parafraseando un título de una obra de Lola Arias, cuando se instrumentó la ley que puso en su kilómetro cero al Instituto Nacional del Teatro corrían vientos esperanzadores, expansivos, de festejo. En aquel momento histórico en el que se aprobó la norma estuvieron en el Senado de la Nación varios figuras capitales del teatro argentino que defendieron la ley. Entre ellos, Alejandra Boero, María Rosa Gallo, Alberto Segado, Osvaldo Bonet, Pepe Soriano, Juan Carlos Gené o el mismo Lito Cruz, el que al poco tiempo fue designado como el primer director del INT.
“Lo que hay que rescatar, que no se puede dejar de valorar, es que esto es consecuencia de la lucha de la gente de teatro desde hace 50 años, apoyada por Ramón Giménez y Carlos de la Rosa, presidentes de las comisiones de cultura de Diputados y Senadores, respectivamente; y de Pacho O´Donnell, quienes se pusieron al frente para sacar el proyecto adelante”, reconoció el actor y director Lito Cruz, quien se encargó de la titánica tarea de ir armando esta estructura de neto corte federal. “Lo más importante es que el éxito de esta ley se basó en el diálogo”, agregó en un reportaje de La Nacion cuyo título fue: “El teatro cumple el sueño del instituto propio”.
En aquel momento, dos figuras capitales de la escena dijeron algunas cosas que hoy, en medio de este escenario, toman una especial vigencia. “Durante estos 50 años de espera, hemos protestado y luchado tanto (...). Ahora, poner la rueda en marcha va a ser muy duro. Los interrogantes se abrieron: hay una zona maligna en cada individuo. Hay que ver si esa zona maligna alcanza a perjudicar el funcionamiento de una ley. Hablo de los intereses personales y mezquinos”, alertó Pepe Soriano. Su amigo y compañero de tantas batallas, Juan Carlos Gené, agregó en aquella oportunidad: “Creo que tenemos que ser nosotros, la gente de teatro, los que tenemos que estar muy atentos y vigilantes para que [el INT] no se desvíe de los verdaderos y originales objetivos y preste un servicio al teatro del país”.
Mucho más acá en el tiempo, el viernes pasado hubo una reunión entre algunos miembros del directorio del INT y Leo Cifelli. El jueves, el actual funcionario de Cultura debería pasar por el Congreso para explicar el alcance de la medida anunciada. El sábado por la tarde se realizará otra abrazo en la puerta de entrada al Instituto Nacional del Teatro.
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