El Teatro Colón en tiempos de García Caffi
La sala se abrirá "en algún momento" de 2010
Sentado en su despacho ubicado con vista a la Casa Rosada y a metros del despacho del jefe de gobierno, Pedro Pablo García Caffi, el director del Teatro Colón, habla de la nueva programación de la sala y sienta ciertas líneas rectoras de su gestión que repetirá en la conferencia de prensa que se realizaría horas después. "Es obvio que en el Colón se requieren cambios profundos. Nosotros somos un teatro de producción, no un seguro de empleo público que apila gente en los pasillos negándoles el mandato bíblico de ganarse el pan con el sudor de sus frentes. De lo único que no podremos darnos el lujo es de no hacer nada", dice cumpliendo él mismo cierta visión de mandato casi bíblico.
Coincidencia o no, ayer debería haber comenzado la programación que había anunciado Horacio Sanguinetti, ex número uno del Colón, que renunció a mediados de enero en medio de un llamativo silencio. Coincidencia o no, esta semana se cumple el primer mes de gestión de García Caffi, que, en su primer contacto público, envió una carta que hablaba de dejar atrás "el tiempo de las frustraciones".
-¿Esa afirmación debe entenderse como una velada crítica a la gestión de Sanguinetti y de Martín Boschet, ex director ejecutivo?
–No. La carta tuvo un espíritu más elevado que eso. Seguramente, hubo muchos errores en las conducciones anteriores, pero no las analizo. Lo mío es el ahora y el futuro. Sí sé que hay cosas que tenemos que cambiar nosotros mismos.
En esta época de cambios y transiciones, la temporada lírica, que incluye cuatro títulos (ver aparte), respeta sólo dos títulos de los siete que la gestión anterior anunció en diciembre del año pasado, El rapto en el serrallo y Orfeo y Eurídice; y se dio de baja, por ejemplo, a Parsifal. "No estamos en condiciones de hacerla ahora. No tengo los cuerpos preparados. Parsifal representaba un problema para la orquesta; la Estable tiene problemas serios. Hay muchas vacantes y muchos corrimientos. Hace falta reestructurarla", apunta el ex director del Teatro Argentino.
En un país como el nuestro, las transiciones suelen crear problemas. Sin embargo, García Caffi no discute la polémica actuación de Martín Boschet (el episodio de las zapatillas Converse en el Centro de Experimentación y sobre el que el mismo Sanguinetti dijo que era la expresión del concepto del Colón como shopping). Más bien, todo lo contrario.
–¿Qué papel cumple actualmente?
–Esperaba hablar mucho más del Colón, de su futuro y de su gloria, que de sus menudencias. De todos modos acepto las preguntas con alegría. No sé cuál es la historia de Boschet, pero sé que me ha sido absolutamente útil. Boschet va a ser un asesor sin puesto ejecutivo, pero algún día habrá que revisar esa historia porque su trabajo realizado durante el tiempo que estuvo en el Colón fue de excelencia. Junto a Mónica Freda y Mariano Emiliani [ambos, integrantes de la dirección del ente autárquico que estuvieron en las dos gestiones], son mi conexión con el pasado inmediato.
Respecto a la otra perspectiva, la artística, el funcionario no disimula su pasión al hablar sobre el tema. "Para la temporada lírica busqué cuatro nombres trascendentes: Mozart, Gluck, Honegger y Verdi. Por otro lado, busqué gente que pudiera hacerlas de la mejor manera en este momento. Los elencos que están ahí son los que considero que en esta oportunidad y en estas condiciones pueden hacer eso", apunta.
–¿Cuál será el destino de la ópera de cámara?
–No hay ópera de cámara. Tengo la idea de que el teatro es ópera, ballet, concierto. Y en la ópera encontramos tanto grandes producciones como óperas de cámara. Si pusiera La vuelta de tuerca, de Britten, es ópera de cámara, pero al ser una producción del Teatro Colón, es ópera. No le doy un matiz particular. No hay división, y tampoco la ópera de cámara va a ir a otro teatrito como si fuera clase B. Todo es clase A.
–En cuanto a la Filarmónica de Buenos Aires, es clara la decisión de que vuelva al Teatro.
–Hasta que exista otro lugar, un auditorio terminado, el Colón será la casa de la Filarmónica de Buenos Aires. De la programación de la Filarmónica respeté todo lo que estaba. Es el único cuerpo que encontré organizado.
–En la programación anunciada, llama la atención la presencia de Mauricio Wainrot, que ya está a cargo del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín.
–Mauricio Wainrot es parte de un programa que no irá al Coliseo y que se llama Colón de Primavera. Que él sea parte del Estado, porque dirige otro ballet, no me preocupa. Wainrot es un coreógrafo estupendo, de prestigio internacional.
–¿Por qué eligió a Willy Landin para el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC)?
–Toda la conducción artística es gente del Teatro. Willy Landin me interesa por el matiz que quiero darle al CETC, que tiene que ser un centro de experimentación y de innovación, pero también me interesa que se empiece a abrir, que no sea un gueto; que llegue a otras personas. El CETC tiene que tener más de cincuenta personas en la platea.
–¿Qué pasará con el espacio del CETC y con el museo que se instaló en ese lugar?
–El CETC va a ser el CETC y no un museo. Se va a desmontar el que se armó allí porque ese espacio debe cumplir su función.
–¿Tienen planeada la temporada 2010?
–Me acuesto y me levanto pensando en 2010.
–¿Vendrá Daniel Barenboim el año próximo?
–Justamente ahora, el ministro de Cultura [Hernán Lombardi] está en Berlín. Llevamos varios mensajes. Ya veremos los resultados. Se está pensando en Barenboim no solamente como gran hombre de la música, sino también por su tradición en el Teatro. Siempre trajo lo mejor. Es un hombre que nos puede ayudar en muchas cosas. Su fuerza y su energía interna ayudarían a levantar la moral del Teatro. Si logro que venga Daniel, le voy a pedir que nos ayude a levantar la autoestima.
–¿Y qué pasará con Martha Argerich?
–Aspiro a que Martha vuelva por la puerta grande y que el Colón le muestre que está en condiciones de recibirla como ella se merece. Hay que cerrar heridas que fueron quedando en el camino.
Del piano al bombo
Pedro Pablo García Caffi se entusiasma hablando de la programación, pero acepta que todavía desconoce el presupuesto exacto, destinado a su producción, con el que contará. Claro que en el complejo mecanismo de poner en movimiento al Teatro hay varias heridas abiertas, expresión que usa varias veces durante el encuentro con La Nacion. Una de ellas es la relación con los gremios que reclaman una reunión con él para definir la apertura de las paritarias como ámbito de resolución de los varios conflictos laborales. El se defiende.
"Desde el principio, dije que iba a atender a todos los cuerpos artísticos, a sus delgados y a sus principales intérpretes; luego, a los escenotécnicos; luego, a los administrativos, y recién ahí, a los gremios. Quiero transmitir una idea de orden. Ese orden es que, antes que nada, está lo artístico. La semana pasada ya recibí a todo Sutegba [el gremio de mayor inserción en el Colón] y ahora les toca a los delegados de ATE. De todos modos, hay que tener cuidado con los términos. Ellos dicen «los trabajadores del Colón», pero, al día de hoy, los trabajadores del Teatro son 1300 y no 30. Mi función, y lo dije, es solucionar problemas y dar respuestas. El que no quiera tener diálogo seguirá tocando el bombo los meses que quiera. Por otro lado, los bombos me gustan. He hecho folklore durante 25 años..."
La reestructuración interna del Colón, de la cual habló su director, flanquedo por Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta en medio de una conferencia de prensa sin preguntas, es uno de los ejes de su gestión. De hecho, en ese marco, García Caffí hizo una comparación histórica de la producción del Colón cruzando cantidad de montajes, funciones y empleados para dejar en claro que el número de 1300 trabajadores es elevado.
Con el Colón en obra de infraestructura, la vuelta a casa es una incógnita. Primero se dijo que la sala se reabría el 25 de mayo del año próximo. Luego, este año, Macri dijo que sería en agosto. Ahora, parece ser que sería el 25 de mayo. ¿Cuándo es? "En el 2010...", contesta su director, sin poder dar muchas más precisiones.
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