El Teatro 25 de Mayo abre sus puertas
En la programación ya figuran obras de Cossa, Spregelburd y Daulte; cortos de cine y espectáculos de tango
En lo relacionado con el tango, se abrirá con la Orquesta Escuela Emilio Balcarce. Para los vecinos de Villa Urquiza, la reapertura del Teatro 25 de Mayo es la concreción de un sueño en una ciudad acostumbrada a grandes anuncios de obras públicas que se quedan en anuncios.
Al frente de este nueva realidad está Corina Cruciani, quien desde hace diez años trabaja en producción junto al director teatral, dramaturgo y actor Rafael Spregelburd. Vecina del barrio, el 1° de febrero asumió como directora de esta sala/complejo cultural, que fue inaugurada en 1929. Quien la llevó a la administración pública es Pablo Batalla, subsecretario de Gestión Cultural del gobierno porteño. "Era un desafío importante para mí; dudé un poco pero acepté", dice en su primer encuentro con la prensa sentada en una de las 780 butacas del teatro convertido, transitoriamente, en su oficina.
La apertura del centro cultural de fachada francesa e interior italiano será el 8 de abril, cuando el Bafici estrene nueva gestión. En el lugar trabajarán unas 25 personas. Como todavía el nuevo espacio no está dentro del organigrama del Ministerio de Cultura, económicamente dependerá de partidas puntuales para cada actividad. La programación definitiva se está definiendo en estos días y se dará a conocer a fines de este mes en un acto con la oficialidad a pleno. Por lo pronto, como anticipó LA NACION, el ministro de Cultura, Hernán Lombardi, tomó la decisión política de no incorporarlo a la estructura del Complejo Teatral de Buenos Aires, que dirige Kive Staiff.
En lo que se refiere a su programación, la idea es que el lugar trabaje con otras áreas de Cultura, abrirlo a entidades de enseñanza, hacer funciones para alumnos en el marco de la Escuela de Espectadores, proyectar cortos, hacer conciertos, alojar algunas de las propuestas del Teatro Colón y convertirlo en una de las sedes del Festival de Tango o del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA). Ella hasta imagina realizar encuentros en la enorme terraza que balconea a Triunvirato al 4400, donde, con muy buen criterio, se instalaron unas regias parrillas que invitan al encuentro.
Paranoicos, abstenerse
Durante la charla, Cruciani habla de la necesidad de abrir la sala a los vecinos y a la comunidad artística en general. Sin embargo, en términos teatrales el espacio se inaugurará con La paranoia , el montaje de Spregelburd en el cual ella hizo la producción general. "Me encanta que saques el tema, porque La paranoia , trabajo que nunca pudo hacer una temporada en esta ciudad, fue coproducido el año pasado por el FIBA. Y como todavía no tengo presupuesto para producir obras de esta envergadura en el teatro, programar La paranoia era una forma de entregar parte de mi trabajo con un espectáculo realizado con dinero de la ciudad. Por eso lo elegí", aclara.
Desde otra perspectiva, está programando un trabajo de una persona como Spregelburd, que públicamente criticó en forma dura la política macrista a partir del traspaso en la dirección del FIBA de la antigua gestión a la actual. "Te contesto en relación con lo que a mí respecta -dice quien también acota que el tema lo habló tanto con Batalla como con el mismo Spregelburd-. Hace un tiempo que vengo pensando que, más allá de los partidos políticos, hay cosas que están mal hechas o bien hechas. En ese sentido, la propuesta que me hicieron está bien hecha, era una propuesta que hacía tiempo queríamos escuchar. Con La paranoia tuvimos muchos problemas. Primero lo íbamos a hacer en el Cervantes, pero no se pudo y nos quedamos sin sala, cuando Rafael es uno de los directores más convocados para trabajar afuera. No podíamos montar la obra en Buenos Aires cuando nuestros espectáculos están hechos con las sillas de mi casa y con la ropa de la mamá de una actriz. Entonces, había una sala de teatro, había una obra realizada en parte con dineros de la ciudad y teníamos que hacerla. Eso es lo fundamental."
Por lo pronto, mientras esté vinculada con el Complejo Cultural Teatro 25 de Mayo, así se llamará en los papeles, Corina Cruciani decidió no trabajar en las producciones locales de Spregelburd. Centrada en su nueva tarea, recorre el magnífico lugar imaginándolo lleno de gente tomando cursos.
"Un trabajo socialista"
"Por otra parte, la historia de este teatro tiene en lo ideológico algo que me sedujo. Este teatro es conseguido gracias a la pelea de una comisión vecinal que, después del famoso y triste 2001, logró que esto se pudiera concretar. Por eso mismo, en estos momentos tengo reuniones semanales con la gente de la comisión. Yo creo en este tipo de gestión. Si me preguntás, te diría que vamos a hacer un trabajo socialista", apunta, y se ríe un poco después de escucharse. Es que, convengamos, viniendo de un gobierno al que se lo ubica a la derecha del espectro político, sus dichos, por lo menos, suenan un tanto extraños. Ella aclara: "Digo esto en el sentido de que hablamos todo. Nos escuchamos todos. Vemos qué pasa y qué hacer. Yo les cuento algunas ideas, los vecinos me dicen qué es lo que quieren y así estamos".
En este marco, imagina que el precio de las entradas será un tanto más barato que las entradas del Complejo Teatral y que tendrá un tipo de programación abierta a todos los gustos. Dice que para noviembre estaría lista la nueva estación del subte B que unirá el corazón de la avenida Corrientes con el corazón -recuperado- de Villa Urquiza. Para ese momento, "El 25", como muchos ya le dicen, tendrá más luz propia que la de su propio pasado.
Del esplendor a la oscuridad, una sala con historia
El Teatro 25 de Mayo fue inaugurado el 24 de mayo de 1929 y albergó en su histórica sala a las mejoras compañías teatrales y musicales de la época, con figuras como Carlos Gardel, Agustín Magaldi y Edmundo Rivero. Conocido como el Petit Colón de Buenos Aires, allí se realizaron fiestas de fin de curso de los colegios de la zona, y su Salón Blanco sirvió para agasajos especiales.
Luego de sus años de esplendor, en la década del 80 dejó de ser cine, dejó de albergar las actividades comunitarias y le dio la bienvenida a una bailanta con muchos dorados y rojos chillones. Cuando nada quedaba de su antiguo glamour y se temía por su futuro, los vecinos comenzaron a movilizarse con tal de salvarlo. En 2004, el gobierno de Aníbal Ibarra compró el inmueble y lo puso en manos de la Dirección de Infraestructura de Cultura (los mismos que están trabajando con el Colón) para su recuperación preservando su valor patrimonial. Más allá de algunos vaivenes, la obra continuó durante la gestión de Jorge Telerman y ahora será Mauricio Macri quien se saque la foto triunfal.
Más allá de esos aspectos que desvelan a los políticos, lo cierto es que el 8 de abril "los chicos del cine independiente", como dice la canción de Tomi Lebrero, serán los encargados de volver a habitarlo. En materia teatral, al trabajo de Spregelburd se suma una puesta de una obra de Roberto Cossa, de Javier Daulte y del Teatro Lliure, de Barcelona.
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