El señor de los perros
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Iván y los perros. / Autora: Hattie Naylor. / Traducción: Alejandro Tantanián. / Intérprete: Emiliano Dionisi. / Música original: Gustavo García Mendy. / Luces: Julio López. / Vestuario: Merlina Molina Castaño. / Animación de video: Julián Rur. / Escenografía: M. Stolkiner. / Dirección: Mariano Stolkiner y Gustavo García Mendy. / Sala: El Extranjero, Valentín Gómez 3380. / Funciones: sábados, a las 21. / Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: muy buena.
Durante la década de 1990, Rusia padeció un fuerte proceso de recesión. La crisis obligó a algunos habitantes del país a adoptar resoluciones extremas para lograr sobrevivir. En Iván y los perros, la autora inglesa Hattie Naylor repara en un caso real: Iván Mishukov, con sólo cuatro años, fue abandonado en la calle por su madre y su padrastro. Y logró sobrevivir gracias a que un grupo de perros lo adoptó y protegió. Las adversidades que el niño debió atravesar fueron muchas, pero siempre estuvieron a su lado esos animales que se transformaron en su verdadera familia.
El relato es estremecedor. Iván narra en primera persona las distintas situaciones por las que debió pasar. En su forma de describir algunos hechos, el personaje lo hace como si recordara un juego placentero, ingenuo. La acción progresa lentamente y los acontecimientos van sumándose, acumulándose, de manera inquietante. Son muy dolorosas algunas secuencias; la poesía domina en otras. Una gran angustia se apodera del personaje y eso se trasmite, de ella no será fácil escapar.
Mariano Stolkiner y Gustavo García Mendy reconstruyen ese mundo, desde la dirección, mediante unos dispositivos escénicos muy efectivos. El marco escenográfico lo aportan una serie de proyecciones que van construyendo un paisaje elocuente, bello, que multiplicará significados. La música adquiere valor dramatúrgico al interceptar ciertos pasajes del texto y fortalecerlos. Ese juego entre imagen y música resulta muy creativo y hace que los sentidos del espectador se abran hacia un sinnúmero de sensaciones.
Emiliano Dionisi, único y casi ideal protagonista, transita esta historia con eficacia. Sabe dejarse provocar a fondo por ese mundo que describe y se mueve dentro de un clima, casi, de ensoñación. Las imágenes que su cuerpo proyectan tienen mucha intensidad y entonces la platea termina inmersa dentro de esa construcción escénica, vital y emotiva. El joven actor se involucra notablemente con ese material dramático y lo recrea con seguridad y apelando a unos recursos expresivos que resultará muy fácil apreciar.
Iván y los perros resulta un muy rico proyecto de investigación, en el que este grupo de artistas revela un severo proceso de estudio y, también, un interés particular por movilizar la sensibilidad de quien observa.
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