El retorno de Philippe Genty
El gran creador francés estrena hoy, en el Teatro San Martín, Viajeros inmóviles
PARIS.- El exquisito director Philippe Genty y la coreógrafa Mary Underwood tienen una casa hermosa en medio de la campiña francesa. De ella sólo vemos las fotos que muestran con pasión en el departamento que tienen en París. Apenas comienza la charla con La Nacion, Philippe, quien hoy estrenará en el Teatro San Martín Viajeros inmóviles, recuerda su primera visita a Buenos Aires con Désirs Parade , en 1988. "Encontramos una ciudad muy cerca a nosotros. Seguramente tiene que ver con el rol importante que tiene el psicoanálisis allí", reconoce este experto en Lacan y en Freud y, más experto todavía, en lograr que la neológica de los sueños tome vida en un escenario.
Los recuerdos también sirven para bucear en los primeros pasos del espectáculo que ofrecerán hasta el sábado en el marco del ciclo Tándem París-Buenos Aires. "De joven hice un largo viaje manejando un Citroën CV -cuenta sobre aquel viaje financiado por la Unesco por 47 países y ocho desiertos para hacer un documental sobre las marionetas del mundo-. Fueron cuatro años maravillosos. En medio de una infinidad de paisajes, di con un lugar un tanto errático que me hizo sentir como si ya hubiera estado allí. Era un sitio estático en el cual el único cambio que se percibía era el de uno como observador. Por otro lado, fue como hallar un camino compuesto por situaciones que vuelven cíclicamente."
Mary, codirectora del espectáculo, lo escucha atentamente. En su propia escucha está el cuidado hacia esta persona que, una mala jugada de salud, le impide comunicarse con fluidez. Es ella la que ahora toma la palabra para explicar otro disparador del espectáculo. "Veníamos con muchas ganas de manipular materiales como cartones, plásticos o cosas que usamos con Philippe en la jardinería, en la casa de campo. Materiales vulgares que, paradójicamente, son muy nobles. Como habitantes de este mundo, todo el tiempo destruimos o tiramos cosas. Eso genera que, en una ciudad cualquiera, veas esa imagen tan del desierto con bolas de paja atravesando la línea del horizonte. Claro que, en un ciudad, son las bolsas de plástico en movimiento las que atraviesan el espacio. Por eso, todos los elementos que usamos en Voyageurs imm obiles tienen esa energía de algo que continua su propio viaje."
-La obra la estrenaron en 1996, ¿por qué volvieron a revisarla?
Mary: -Porque, por problemas en la compañía, nunca lo terminamos bien de hacer. Por eso lo guardamos dentro del placard.
Philippe: -Igual, muchas cosas han cambiado.
Mary: -Sí, claro, diría que casi todas las escenas. Años atrás, nos propusieron retomarlo y, como nos habíamos quedado con ganas, volvimos a él.
Así es, como si fueran las bolsas de plástico en una ciudad o los fardos de paja en un desierto, el espectáculo retomó, cíclicamente, la energía natural de su movimiento.
-Hasta pareciera ser que hay una raíz ideológica en cuanto a no apelar a nuevas tecnologías. Viajeros inmóviles está atravesado por lo artesanal.
Philippe: -El papel Kraft [típico papel de embalaje] nos permite apelar a cosas simples, a cosas que están en movimiento; como las cuestiones del ser humano que están rehaciéndose todo el tiempo. En la contradicción entre la eternidad del paisaje y la evolución es que, a través de esos papeles y de cierta simpleza, se puede mostrar la inmensidad del paisaje como algo eterno.
En este viaje inmóvil que propone este señor francés, que creó su compañía en medio de los ecos de Mayo del 68, algunos aspectos parecen ser que recién ahora maduraron. Por ejemplo, la conformación del elenco que, antes de su llegada al San Martín, hizo escala en Rusia. "Recién ahora encontramos un excelente equipo formado por viejos actores de la compañía y gente nueva", cuentan. Entre este último grupo está Julia Sigliano, la argentina que conocieron hace años atrás cuando dieron un taller en Bariloche.
Viajeros inmóviles ya paseó por todo el mundo. En la versión que veremos en Buenos Aires, el trabajo vocal juega un papel importante. Y claro está: la marca Genty. Esa que hace que la lógica caprichosa y mágica del mundo onírico fluya en un escenario como sólo él sabe hacerlo.