El reencuentro en escena de Paola Barrientos y Gonzalo Suárez: "Lo que nos pasó fue medio mágico"
Ella es Paola Barrientos, consagrada actriz de teatro -Estado de ira, Teatro para pájaros, Tarascones-, quien estuvo en la pantalla chica en series como Viudas e hijas del rock and roll y en Graduados. Él, es Gonzalo Suárez, quien puede ser reconocido por sus papeles en Fanny la fan y Loco por vos o por su carrera teatral con obras como Adixxxtos y Como el culo. No obstante, con solo mostrar una foto de ellos a cualquier persona que haya visto la televisión en la década pasada, respondería otros dos nombres: Marcos y Claudia, los míticos personajes de las publicidades del Banco Galicia, quienes por poco menos de diez años aparecieron a lo largo y ancho de las pantallas de la república Argentina encarnando una pareja que, gracias a las prestaciones de la institución, podía darse diferentes gustos. Atrás quedó esa época, debido a los créditos UVA Barrientos se alejó de la publicidad y el camino de ambos pareció separarse.
O eso parecía, hasta que las luces de la avenida Corrientes los volvieron a reencontrar en Paraanormales, la nueva obra de Daniel Veronese y Matías del Federico. Ella encarna a una directora de escuela y él personifica al padre de uno de los chicos de ese establecimiento, en una comedia negra que habla sobre las miserias humanas y como el odio y el miedo pueden llevar a las personas a intentar excluir a un niño de 9 años solo por tener Síndrome de Asperger. "Es una comedia que se mete con algo", celebró Barrientos en diálogo con LA NACIÓN.
-Cuando leyeron el libro, ¿cuáles fueron sus primeras sensaciones? Si bien la obra va por el lado de la comedia, su texto es bastante fuerte.
Paola Barrientos: -Festejé que me llegara el libro de un autor argentino, de un comedia y que estaba buena. Generalmente las comedias que me han acercado o circulado no son de autores nacionales y en los últimos años me quedé haciendo Tarascones porque no me motivó ninguna otra. Esta sí. Se metía con algo, en un tema, en un quilombo, en un lugar incómodo. Es muy rescatable ese intento de ir a ese lugar desde un contexto de teatro comercial, donde muchas veces lo que suelen buscar las producciones apunta para otro lado. Era asumir un riesgo de parte nuestra, de parte de la producción, de parte del teatro para decidir poner esta obra acá, porque es un humor incómodo. Me parecía interesante esa dicotomía de algo que no es masticado y servido en bandeja para teatro comercial y que, al mismo tiempo, pasa en ese contexto.
Gonzalo Suárez: -La leía y en mi cabeza pensaba: "Que bueno que me la hayan ofrecido, que se haya dado así", con tantos actores y tanta demanda de laburo. Mientras leía el libreto, veía la evolución de mi personaje o los otros y cómo todo toma otra dirección. Estaba excelente.
-Si bien los personajes son medio caricaturescos en cierto punto, se sienten muy reales. ¿Cómo sociedad llegamos a ese punto o todavía nos falta?
Barrientos: -Yo te digo que los conocí a todos. Puede ser que estén un poquito exacerbados o quizás es porque tienen un escenario y luces, pero…
Suárez: -Llegamos a ese punto, yo creo que llegamos (Risas)
Barrientos: -Estos personajes expresan un cierto súmmum de la hipocresía, de la ignorancia y de la miseria humana. Están un poco exageradas esas condiciones pero ninguno de nosotros está libre de ellas, es parte de todos y cada uno. Cuando cada uno asume e intenta ver cuál es su miseria o su grado de intolerancia, es mucho más fácil poder ver esos límites propios para poder transformarte en alguien un poquito más generoso o menos intolerante. Esos límites los transitamos todos. Pensar que es algo solo de los personajes sería hacer lo mismo que hacen ellos, que es poner el problema afuera. Lo que rescato de la obra es algo que tiene que ver con todos nosotros.
Suárez: -Todos en la obra tenemos hijos, y los que no, tienen sobrinos, así que sabemos como es el mundillo escolar. En la fauna de un grupo de padres de un colegio hay estos personajes y más. Un hijo te puede llegar a despertar cosas buenas, seguramente, pero según como haya sido tu vida y tu personalidad te puede despertar otras tremendas. Por defender a tu hijo podés decir una barbaridad, pero al mismo tiempo defenderlo. ¿De qué? ¿De un nene de 9 años? A veces, por esa excusa de que por un hijo das todo, podés sacar lo peor y convertir a personas que no son como estos personajes en ellos.
-¿Creen que las próximas generaciones van a seguir llevando adelante estos comportamientos o ven en ellos actitudes que no tenían a su edad?
Barrientos: -Va a ser diferente, no tengo dudas. Depende mucho de qué hagamos los adultos ahora, pero ya están cambiando. Que ciertas cosas sean tema hoy es una señal de eso. Quizá con algunos temas nos estemos yendo al tacho para después recalcular y encontrar un equilibrio. ¿Pero en esto no hay una cuestión un poco clasista? Toda mi vida fui a la escuela pública en San Fernando y había una integración social, donde estaban los que vivían del otro lado de la vía, que eran los de hogares más humildes; y los que vivían del otro lado de Avenida del Libertador, aquellos de los hogares un poco más top; y también estábamos los que vivíamos en el medio. Había tensiones, amistades, de todo. Pero básicamente había convivencia. No estaba el temor al que vivía al otro lado de la vía porque nos conocíamos. Tengo la sensación de que es un lugar en el que retrocedimos mucho en relación a la inclusión. Hubo un quiebre que fue para atrás y que no sé cómo se puede hacer para recuperarlo.
-Trabajaron juntos durante mucho tiempo en la publicidad del Banco Galicia. ¿Cómo fue reencontrarse en este nuevo ámbito? ¿Las dinámicas que se formaron en la publicidad seguían estando cuando llegaron al teatro?
Suárez: -Es diferente por el tipo de trabajo. Estuvo buenísimo volver a trabajar juntos. Lo habíamos hablado hace mil años esto de hacer algo y sabía que en algún momento se iba a dar porque siempre disfrutamos mucho trabajar juntos durante los casi diez años que hicimos de la campaña del banco. Cuando me enteré que estaba ella, además del libro y el director, que estaban muy copados, se me hizo re fácil aceptar el papel. Es otra dinámica pero, al mismo tiempo, está genial. Nuestra química cuando hacíamos los comerciales estaba pero es intangible. Es una forma de entender el humor, para dónde ir. Si bien acá no podés improvisar, como a veces sucedía en los comerciales, nos divertimos.
Barrientos:-Hay una comprensión que está, que es. A pesar nuestro. Nos conocemos.
-¿Siempre estuvo?
Barrientos: -Desde el primer minuto, pero con el correr de los años lo empezamos a estirar, comenzás a encontrar cuanto resiste. Tuvimos muchas posibilidades de trabajar juntos pero hay algo que desde siempre estuvo. Después tuvimos mucha gimnasia al respecto
-En épocas de la famosa publicidad, ¿tuvieron miedo de quedar encasillados? ¿Cómo lo llevaron adelante?
Barrientos: -Por supuesto. Es algo que se iba dando. Al principio era para una sola publicidad, no es que nos llamaron para una campaña de diez años dónde te ves proyectado y tenías que elegir tu futuro ahí, se daba año a año. Se iba pensando por separado y en conjunto. Tuvimos la posibilidad de trabajar en otras cosas en el medio. Yo hice Graduados, Viudas, algo de cine. Ese miedo se me iba disipando a medida de que podía armar otro espacio. También lo que nos pasó fue medio mágico, porque si hoy me proyectás una campaña publicitaria de diez años cómo fue aquella, no la hago ni loca porque me "engrampo" mal. O quizá sí, la hago igual (risas), pero fue sucediendo de un modo especial donde nos podíamos acomodar a medida que pasaban los años.
Suárez: -Mientras decías eso me ponía a pensar ¿qué diría si me ofrecen una campaña de diez años? Si la campaña anda mal al quinto ¿me van a seguir pagando? Lo bueno, y lo que nos permitió que fuera tan larga en el tiempo, fue eso. Desde el banco, desde la agencia, desde nosotros, año a año, nos juntábamos, veíamos los guiones, nos volvíamos a enamorar de vuelta, de hacer un año más. Pensábamos en cuál iba a ser el siguiente paso, la próxima cosa creativa y copada que nos iba manteniendo. Ellos se preocupaban mucho por eso también. Fue algo único desde el modo de trabajo: que nos hayan dejado ver los guiones y poder juntarnos con los escritores para poder cambiar cosas, con la libertad con la que filmamos e improvisamos. Pero en relación a lo de quedar encasillado, para mí ya es tarde...
Barrientos: -¡¡¡¡Guardia!!!! (Risas)
Suárez: -Con ella nos miramos buscando complicidad. Iba al almacén o a la plaza y me miraban como si fuera famoso. La publicidad nos expuso y la gente nos reconocía. Ahí sí... Te agarraba miedito. Pero, a medida que fue pasando el tiempo, nos surgieron otros trabajos, nos dimos cuenta de que la industria actoral argentina nos tomó sólo como dos actores que estábamos interpretando un personaje.
Barrientos: -No es un miedo, es un pensamiento que está atrás de tu cabeza como una posibilidad. Algo que podía pasar. Estaba en nosotros hacer que suceda o no.
Suárez: -El año pasado hice gira en una obra con Marcelo De Bellis, íbamos caminando por la calle y a él le decían Dardo y a mí me decían Marcos. Le pregunté si no le daba miedo que quedara como Dardo y él me respondió: "¿Que querés que haga? Yo filmé dos años nada más". Va más allá de uno, no es una elección. En mi caso lo agradezco porque nos dio la oportunidad de darnos otro trabajo y hacer que se nos conozca lo que hacemos.
PARA AGENDAR
PARAANORMALES
Dirigida por Daniel Veronese
De miércoles a domingos, en el Multiteatro, Corrientes 1283.
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