El Principito: una mirada contemporánea para una historia adorada por generaciones de chicos y grandes
Con Juan Carlos Baglietto en el papel del aviador, Walas como un rey déspota y un conmovedor debut de Luis Rodríguez Echeverría en el rol central, el musical es una gran producción que propone un relato con interpretaciones modernas de algunos personajes
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Autor: Antoine de Saint-Exupéry. Versión: Carmen Castelli. Dirección: Eduardo Gondell. Intérpretes: Juan Carlos Baglietto, Walas, Roberto Catarineu, Carlos March, Flor Otero, Joaquín Baglietto, Zaina, Luis Rodríguez Echeverría, Valentina Podio. Sergio Cabrera, Ayelen Cerqueiro, Nicolas Cristodero, Jose Diaz, Quimey Franco, Tato Ortiz, Maca Palermo Y Maria Lina Sole. Vestuario: Alejandra Robotti. Escenografía: Mariano Smaldini. Iluminación: Ariel Ponce y Leandro Fretes. Música: Raquel Ratti y Eduardo Frigerio. Coreografía: Laura Cattalini . Sala: Teatro Opera (Corrientes 860). Funciones: de martes a domingos, 16.30 h. Duración: 90 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
El principito, el libro infantil escrito en francés más vendido y más traducido de la historia, tiene una nueva versión musical en Buenos Aires, en un proyecto personal que gestó el reconocido cantante Juan Carlos Baglietto, quien interpreta al personaje del aviador (el alter ego de Antoine de Saint-Exupéry) y comparte escenario con su hijo, el músico y actor Joaquín Baglietto. La última adaptación de una historia que se tradujo a más de 300 lenguas y tuvo versiones en cine, ópera, danza y hasta animé ofrece una mirada contemporánea que combina los núcleos narrativos fundamentales del relato con interpretaciones modernas de algunos personajes. Por ejemplo, el vanidoso es ahora un youtuber obsesionado con su imagen y sus seguidores.
El principito, una aventura musical es una de las grandes producciones que se presenta para estas vacaciones de invierno en la calle Corrientes, que incluye en la escenografía un avión, una pantalla de led Ultra HD de 14 metros de largo, 17 artistas en escena y un minucioso trabajo en el vestuario, para recrear los personajes de esta icónica historia: la rosa, el zorro, la serpiente, el rey, el borracho y el hombre de negocios. Con dirección general de Eduardo Gondell, los personajes de este musical funcionan como distintos cuadros en los que se despliegan los universos que recorre este niño solitario que vive en el pequeño asteroide B612, interpretado por Luis Rodríguez Echeverría, un joven actor y cantante que asume su primer protagónico con la dulzura, la inocencia y la insistencia de este célebre personaje.
Este pasaje entre un texto que tiene 81 años (Saint-Exupéry lo publicó en Estados Unidos en 1943) y las adaptaciones contemporáneas podrían ser un código de lectura para el espectáculo. La fusión entre músicos reconocidos y artistas del teatro no se agota con el protagónico de Baglietto: en el elenco también está Walas, el líder de Massacre, quien hace su primera incursión en el musical con el personaje del Rey, un déspota obsesionado con tener súbditos y que le suma valiosos guiños a la actualidad. También se presenta el rapero Zaina, una de las últimas figuras emergidas de las batallas de freestyle, quien interpreta al vanidoso y aporta una canción de su autoría. Este es uno de los momentos más originales del espectáculo y que más dialoga con las nuevas generaciones, ya que su cuadro, rodeado por un aro de luz utilizado para las grabaciones con el celular, sumado a la letra de un joven obsesionado con su imagen, la cantidad de seguidores y sus cadenas de oro; son una inteligente forma de unir el pensamiento del escritor francés con nuestra época.
Entre proyecciones enormes, coreografías muy ajustadas y una escenografía donde predominan las figuras geométricas para referir a planetas y universos lejanos por donde viaja el Principito, las actuaciones hacen énfasis en lo emocional: esa distancia entre el niño y el mundo de los adultos, las discusiones y la amistad con el aviador y la sensibilidad que este personaje viene a traerle a todos los que se encuentra durante su aventura. La presión por abarcar la totalidad del relato, le quitó al espectáculo espacio para las transiciones y los procesos: la discusión con el aviador, el reconocimiento de este personaje con su propio niño interior y las ganas de ayudar al Principito son enunciadas más que desarrolladas. No hay espacio para un arco dramático. De todos modos, ni bien Juan Carlos Baglietto empieza a cantar todo el público ya está adentro de esa entrega emocional y técnica, de la potencia de su interpretación y del estado de este personaje. El dúo que hace con la serpiente (interpretada por Florencia Otero) también es un momento de una gran calidad musical.
Organizado por los cuadros y las presentaciones de cada personaje, El Principito incluye la presentación de dos artistas célebres del teatro musical e infantil: Roberto Catarineu y Carlos March, compañeros de los espectáculos más importantes de Hugo Midón, el padre de este género y el creador de Vivitos y coleando. March, como el borracho, representa el momento más clownesco del espectáculo y también el más surrealista, con una botella gigante y elementos que distorsionan el tamaño de la percepción. Por su parte, Catarineu, como el zorro, es el responsable de traer la sensibilidad y algunas de las frases más célebres de este relato. “Solo se conocen las cosas que se domestican. Si me domesticas, necesito preparar mi corazón. Si venís a las cuatro de la tarde, voy a empezar a ser feliz desde las tres”.
El Principito ha vuelto, como lo escribió Saint-Exupéry, confiado en que un niño de cabellos dorados, que hace preguntas insistentemente y que quiere saber lo realmente valioso en la vida, se le puede aparecer a cualquiera que esté dispuesto a ver con el corazón.
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