El placer de enloquecer las palabras y poder despojarlas de su valor
Victoria Roland hace un doloroso testimonio de trata de personas, en la interpretación de la actriz y DJ Carla Crespo
Desde hace algunos años la actriz y directora Victoria Roland, formada en Córdoba y residente en Buenos Aires desde 2007, está interesada en construir acciones performáticas para las que previamente realiza diversas investigaciones con la palabra. Su intención es "enloquecer las palabras", despojarlas del valor que se les aporta a la hora de representar.
En uno de sus últimos trabajos como intérprete, El mundo es más fuerte que yo, se cruzó en escena con un baterista y dieron forma a un proyecto, dirigido por Juan Coulasso, que desarrollaron en una casa de Chacarita y que fue muy bien recibido por el público y la crítica.
Roland ahora se anima a más. Versionó Le viste la cara a Dios, la nouvelle de la destacada narradora argentina Gabriela Cabezón Cámara (La virgen cabeza, Las aventuras de la China Iron) y dio forma a Beya Durmiente (DJ Beya), una experiencia que está interpretada por Carla Crespo y se presenta en el teatro Margarita Xirgu.
Victoria Roland tomó contacto con el texto original en un taller literario. La intención era que los alumnos valorizaran el funcionamiento de la segunda persona narrativa. "Lo leí -cuenta- y fue como un shock. Instantáneamente me pasaron muchas cosas físicas. Sentí que era una voz para ser dicha. Entonces no terminaba de definir si lo quería actuar o dirigir".
Le viste la cara a Dios posee una historia singular. Una editorial independiente le encomendó a la autora versionar un cuento infantil y ella eligió La bella durmiente. Pero su imaginario, generalmente conectado con mundos marginales, la llevó a escribir una historia en la que la protagonista es una joven en situación de trata. Cabezón Cámara describe el universo atormentado de esa mujer con una mirada implacable. "Le viste la cara a Dios es un acto de supervivencia poética o una dislocación delirante, para darle voz a un cuerpo femenino vuelto materia de desecho; y para trascender de este modo la elocuencia de la crueldad machista", afirma la actriz y directora.
Roland sigue en la búsqueda de correr al teatro de los lugares más conocidos. Intenta entrar en terrenos que lo desafíen. Al mismo tiempo le parecía imposible representar este texto. Cómo dar vida a la situación de esta mujer que nombra cosas del orden del horror, una mujer en situación de tortura.
A la directora le parecía insostenible el material si no tenía un contrapunto. Carla Crespo además de actriz es DJ y esos dos planos de su actividad son los que se manifiestan en escena. "Este cruce provoca mucho interés y potencia. Y me permite encontrar lenguajes que 'monstruifiquen' un poco el teatro. Como algo de transgénero", aclara.
Ambas artistas coincidieron en la necesidad de no exponer al personaje como una víctima. Estaban convencidas de que era necesario hacer audible su voz como un gesto emancipador, de trascendencia. "Una mujer tomando la posta de hablar de eso -explica Roland-. Una voz que está distanciada y que se refiere a ella. Lo ve todo, además, está arriba, abajo, adentro y afuera de su cuerpo, tratando de conectar con Dios para salir de ese mundo".
En escena, Carla Crespo arma un show de denuncia, como un gesto de hacernos escuchar algo que generalmente no oímos y busca amplificar ese testimonio que aparece grabado, lupeado, utiliza también la repetición.
"El relato está intacto - dice Victoria Roland-. Es un cuentito bastante tradicional: el héroe que se venga, que busca las estrategias para sobrevivir, logra hacerlo y se redime. La DJ mezcla temas, juega con músicas que están en la cultura, dando vueltas. Claudia combina Strauss con Chopin, con cumbia. Así van filtrándose las identidades del mundo. Músicas que nos permiten entrar en la experiencia de lo que ella está viviendo".
Atravesar este proceso no ha sido sencillo para ambas mujeres y durante los ensayos debieron sobreponerse a situaciones de mucha angustia. Saben que el tema está muy presente, que la trata de mujeres está latente. "Hasta parece surrealista cuando te metes en el tema. Decís, 'cómo puede ser que esto sea real, que esté pasando, que exista una red de complicidades que funciona perfectamente, nunca se desarma'. Ingresar a ese campo ha sido algo muy oscuro. Pensamos mucho como iluminar esa experiencia. La tarea de la DJ permite hacer trascender, exorcizar estos horrores, con la música".
Beya Durmiente (DJ Beya)
Dirigida por Victoria Roland.
Margarita Xirgu, Chacabuco 875.
Domingos, a las 18
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