El Payró celebra hoy sus 50 años
Fundado en 1952 por Onofre Lovero, a fines de los 60 este espacio cultural pasó a manos del director Jaime Kogan
"Cuiden el nombre del Payró." La frase, repetida asiduamente por el director, Jaime Kogan, a sus compañeros de equipo, señalaba no sólo que había que cuidar el teatro, sino que además se debía continuar la tradición teatral independiente que le había dado origen a la sala de San Martín 766. Kogan falleció en 1997, pero su esposa, Felisa Yeni, su hijo Diego Kogan y todos los que con su trabajo sostienen el espacio se aprestan a conmemorar los 50 años del lugar.
La celebración se inicia hoy, a las 20, con una fiesta callejera y gratuita de la que participarán, entre otros artistas, Enrique Pinti, Cecilia Rossetto, Liliana Herrero, La Banda de la Risa, Dosaxos 2 y Jorge Guinzburg como maestro de ceremonia. Durante el año el Payró presentará estrenos y reposiciones con nombres como los de Norma Aleandro y Eduardo Pavlovsky; se desarrollará una nueva edición del ciclo "Teatro por la identidad"; habrá ciclos de unipersonales, y música y charlas y videos que intentarán dar un repaso a la historia de la sala. Alumnos de la Escuela Ort realizarán un registro en video de esa historia.
Una bonita página
El teatro Payró nació en 1952 por iniciativa del grupo Los Independientes, que luego trasladaron ese nombre al espacio. Al frente de ellos estaba Onofre Lovero, quien durante 15 años desarrolló una vasta programación que incluyó autores nacionales e internacionales y hasta logró darle un verdadero perfil al teatro.
El propio Lovero recuerda que el ámbito se encontró por casualidad. Un día el grupo -integrado, entre otros, por Benigno Ginzo, Martín Romain, A. De Matarese, Fernández Valdés y Víctor Calderón- en vez de ir a tomar café a un bar de la calle Córdoba decidió ir a otro ubicado en Viamonte. A mitad de cuadra -San Martín 766- descubrieron un sótano que cumplía con las condiciones que ellos requerían para su trabajo. Comenzaron a averiguar a quién pertenecía y se encontraron con que era propiedad de Ferrocarriles Argentinos y que estaba concesionado a un empresario que allí tenía una boite. Como las relaciones contractuales entre propietario e inquilino no estaban bien, Los Independientes ganaron terreno y pudieron armar allí su teatro.
"Así comienza un verdadero proceso histórico -comenta Lovero-, porque por esos días me encontré con un gran amigo, el arquitecto Anselmo Barbieri, y le propuse que dirigiera las obras de remodelación del espacio. El aceptó, y con una especie de capataz que sabía de todo, nosotros nos convertimos en peones, en carpinteros, hasta que le dimos forma al teatro. Teníamos muchos problemas de dinero y un domingo voy a visitar a mi familia. Mi madre me dice "siempre andás muy preocupado por culpa del teatro". Necesitábamos 150 mil pesos y mis padres hicieron dos hipotecas sobre su casa para que nosotros pudiéramos continuar nuestro trabajo."
Hasta tanto se concretó el estreno -con la pieza de Romain Rolland "14 de julio"- el grupo organizaba charlas y conferencias. La idea era crear conciencia en el público de un proyecto que estaba muy apoyado también en lo ideológico.
Hasta entrada la década del 60 el Teatro los Independientes fue un verdadero centro intelectual. Allí se estrenaron, entre otras obras, "Informe para una academia" de Franz Kafka, "Galileo Galilei" y "La ópera de dos centavos", de Bertolt Brecht, "Una libra de carne", de Agustín Cuzzani, "Destino", de Eugenio O´Neill, y "El otro Judas", de Abelardo Castillo. El área escenotécnica estuvo a cargo de Saulo Benavente.
A fines de la década del 60 Lovero encuentra en Jaime Kogan al gran continuador de su obra. "Alguna gente del grupo se había ido, perdí a mi padre y a un gran amigo, Martín Romain, y sentí que debía buscar un grupo que pudiera hacerse cargo del teatro, con nuestros ideales, nuestra forma de pensar. Apareció Jaime Kogan y le dejé la sala como si fuera un estreno absoluto."
La historia continúa
En la década del 60 el nuevo grupo aportó un gran impulso al lugar. Estrenaron la comedia musical "Viet-Rock", del norteamericano Megan Terry (1968), dirigida por Kogan e interpretada, entre otros, por Luisina Brando, Víctor Laplace, Rudy Chernicof y Beatriz Matar, que mantuvieron dos años en cartel. En el Payró -nueva denominación de la sala- comenzaron a organizarse ciclos musicales con los integrantes de la denominada "nueva canción". Por ese escenario desfilaron Los Gatos, Almendra, Manal, Mercedes Sosa, Nacha Guevara, Leonardo Favio, Facundo Cabral, Jaime Dávalos, Marikena Monti y Susana Rinaldi, entre otros artistas. Esta etapa de la historia la comenta Felisa Yeni. "Entonces éramos un grupo que recién salía del IFT, y queríamos tener un espacio -recuerda la actriz y directora, quien actualmente presenta allí "Las razones del bosque", que dirige su hijo Diego Kogan-. Sentíamos que ésa era la única manera de poder gestar nuestras propias producciones. Llegamos al Payró y le ofrecimos a Lovero una obra que después nunca estrenamos. El nos dijo, "vuelvan a fin de año que tal vez les dé toda la sala". Y así fue."
-¿Cómo era esa época?
-El clima no era propicio, pero nosotros éramos muy jóvenes y sentíamos que podíamos contra todo. En verdad nunca el clima es el adecuado para tener una sala, no es algo que reciba los apoyos necesarios de manera sistemática. Todo lo hicimos a pulmón. En la sala ocurrieron algunas cosas fantásticas, como la puesta de "Viet-Rock", los ciclos de música. Y hasta también se dieron situaciones particulares. Recuerdo que cuando se estrenó "El señor Galíndez", de Eduardo Pavlovsky (1974), en el momento en el que los personajes supuestamente iban a realizar un acto de tortura, siempre había una fila de espectadores que se levantaba y se retiraba de la sala. Después volvían. En realidad, la tortura no se producía, pero la gente completaba esa amenaza y no la podía creer. Les parecía que eso era un mundo increíble.
Con el correr de los años los estrenos se fueron sucediendo, pero también los atentados, las amenazas de bomba y hasta las órdenes de desalojo. En 1981 el teatro fue intimado a dejar su tarea. Galerías Pacífico se cerraba totalmente. Finalmente, se suspendió la medida y se permitió continuar con las representaciones de "El viejo criado", de Roberto Cossa.
En 1992, el entonces ministro de Cultura y Educación, Antonio Salonia, firmó una resolución por la que le cedió 450 metros cuadrados al Payró, dentro de los 9 mil que el área de Cultura tiene adjudicados en las Galerías Pacífico.
Así, el Payró logró continuar siendo "un espacio para crear -como bien dice Felisa Yeni-, para que se produzcan cosas que comercialmente no se pueden hacer. Un espacio donde se guarda muy bien una línea que no es política, pero sí estética. Las paredes del Payró no son tan importantes, lo fundamental es la posibilidad de juntarnos e investigar".
Con aquel sueño llegaron en los años 60 y en estos días festejan que, en gran parte, ese sueño es una realidad por la que siguen peleando. Una realidad que, al mismo tiempo, también los define.
Dos hitos históricos
1952
Teatro los Independientes
Fundado por Onofre Lovero, que estuvo a cargo de la sala durante 15 años.
1967
Se convierte en el teatro Payró
Bajo la batuta de Jaime Kogan, y luego de su hijo Diego y su esposa Felisa Yeni, hoy celebra sus 50 años con fiesta para todos.
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