El pasado que vuelve e insiste
El ahorcado, historia de una pasión vuelve la mirada a los tiempos de Rosas
El ahorcado, historia de una pasión , de Stela Camilletti. Intérpretes: Héctor Bidonde, Fernando Martín, Heidi Fauth y Cutuli. Músicos: Juan Manuel Costa y Guido Solari. Música: Roberto Apeseche. Diseño de iluminación: Jorge Merzari. Diseño de vestuario y escenografía: Adriana Dicaprio. Dirección: Andrés Bazzalo. En el Teatro Cervantes.
Nuestra opinión: buena
Dicen que la historia la cuentan los vencedores. De ser contadas por los vencidos, ¿habría otra versión distinta? Es una pregunta cuya respuesta viene precedida por largos y significativos silencios, sobre todo cuando se plantean hitos históricos conflictivos -uno de los tantos que oscurecen el pasado argentino- como pudo haber sido el enfrentamiento entre unitarios y federales.
Rescatado por Camiletti del más absoluto olvido, se yergue la figura de Leandro Antonio Alén, pulpero del barrio de Balvanera y posteriormente policía e integrante de la mazorca, y por tal motivo, después de los acontecimientos que determinaron el exilio de Rosas, condenado a muerte.
Lo que no se sabía entonces es que Alén era el padre de Leandro N. Alem y abuelo de Hipólito Yrigoyen, ironías de la política.
Pero esa futura progenie no lo salvó de responder a los cargos que le imputaron, aunque la respuesta fue siempre: "Yo cumplía con mi deber", una forma de obediencia debida que niega cualquier raciocinio, adormece la conciencia propia y anula cualquier gesto de compasión.
Este es el planteo de esta pieza, reconocida con un segundo premio en el Concurso Nacional de Obras de Teatro por el Bicentenario, que trae el final de un hombre que puso su lealtad en primer lugar y luego no tuvo el valor de asumirlo hasta las últimas consecuencias. Lo hace al presentar los últimos momentos de la vida de Alén en la cárcel, con un tono narrativo que por momentos ralentiza la acción.
Es la puesta de Bazzalo la que imprime una dinámica dramática, fortalecida por las convincentes actuaciones protagónicas de Héctor Bidonde, Heidi Fauth, como la hija Marcelina, y Cutuli, el bufón. Fernando Martín, como el guardia, cae en un esquematismo que le resta matices.
La escenografía de Adriana Dicaprio acierta al diseñar un espacio escénico móvil que permite trabajar además la dimensión temporal.
No se puede dejar de mencionar la música interpretada por músicos en escena, lo que agrega mayor valor dramático, y la iluminación de Jorge Merzari en la creación de los climas.
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