El otro rostro de Severino
"Severino, la otra historia." Libro: Marcelo Camaño. Dirección: Norberto Trujillo. Con Pablo Razuk. Voz en off: Paloma Sivak. En Korinthio Teatro, Junín 380. Los viernes y sábados, a las 21. Duración: 60 minutos
Nuestra opinión: muy bueno
La idea de un unipersonal que cuente la historia de un personaje famoso podría sonar tediosa. Pero el dramaturgo Marcelo Camaño, el director Norberto Trujillo y el actor Pablo Razuk hicieron que "Severino, la otra historia" fuera uno de los espectáculos más interesantes que ofrece la cartelera alternativa.
En una pequeña sala céntrica, la imaginación de estos creativos dotaron al pequeño escenario de los elementos necesarios para convertirlo en la piecita donde reflexiona Severino Di Giovanni, un inmigrante italiano que llegó a los 23 años a Buenos Aires y se convirtió en el personaje más buscado por la policía de aquel entonces.
Llegó escapando del fascismo y trajo consigo su ideología anarquista, que lo llevó a cometer todo tipo de atentados. Desde la interrupción de una función en el Colón con una lluvia de panfletos, hasta actos terroristas con bombas y saldos fatales para algunos inocentes.
Lo que más se sabe de este personaje es eso y que fue fusilado en 1931 por orden del presidente José Evaristo Uriburu.
Pero el texto de Marcelo Camaño descubre al hombre que hay detrás del arquetipo. El mismo Severino relata su historia, desde que escapa de Italia hasta su muerte. Y deja descubrir sus miedos, secretos, contradicciones, errores y virtudes. Del mismo modo en que se vuelve un analítico reflexivo mientras arma sus propias bombas, se transforma en una fiera en el momento de hacer un atentado o de confrontar ideas, en un niño asustado cuando descubre alguna víctima inocente, en un tierno al recordar a sus hijos o en el amante más noble y apasionado frente a su querida América Scarfó.
Y todos estos estados se logran con absoluta claridad y marcada diferencia en la piel de un actor espléndido. Pablo Razuk es tan dúctil para transitar el drama, como lo hizo alguna vez en "En casa, en Kabul", o la comedia, como en "Bang, bang... somos historia". En esta composición tan sentida y apropiada por él mismo, consigue que el espectador no pueda ver a otro que no sea Severino allí, retorciéndose de miedo en una cama o corriendo por salvar su vida perseguido por los disparos de decenas de policías. Razuk consigue cambiar de estados en forma natural y no forzada, y realiza un trabajo físico y emocional encomiable. Realmente sería difícil olvidar este trabajo actoral.
Con mano segura
Y por lógica, el director Norberto Trujillo tiene gran mérito en este logro. El puestista puso el acento en las acciones y usufructuó la pieza articulándola de tal modo que esos diferentes estados a los que se ve sometido el actor hicieran más ágil el relato.
En pocas palabras, puso acción, y mucha.
De todas formas, con su texto, Marcelo Camaño no sólo se muestra como un excelente biógrafo, sino que consigue hacer teatral y dramático el relato. A través de en una estructura ágil logra menguar la densidad de la historia.
Asimismo, supo aprovechar muy bien la poesía y la emotividad que Severino volcaba en sus cartas a América Scarfó. Son bellísimas y el director supo ilustrarlas también con algunas sutilezas visuales.
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