El nuevo protocolo del teatro porteño posibilita el streaming, pero los costos lo hacen casi impracticable
El lunes entró en vigencia el nuevo protocolo para la actividad escénica en Buenos Aires. La nueva norma aprobada por el gobierno porteño y acordada con las entidades ligadas a la actividad (Aadet y Artei) y el Complejo Teatral de Buenos Aires permite la vuelta a los gestores y creadores a las salas bajo un larga cantidad de medidas a tomar pero, en ningún caso, implica la presencia del público. En términos de vínculo con los espectadores la norma posibilita la realización de una propuesta escénica en el mismo teatro para ser transmitida por la Red en vivo o en un falso vivo (lo que ya se podía hacer en el universo de la música). Según distintas fuentes consultadas por el costo del streaming (un inversión que supera los 15.000 pesos) y su beneficio económico no será una estrategia a la que se sumen masivamente las grandes salas del circuito comercial ni las más pequeñas del alternativo.
Claro que en esta realidad pandémica tan cambiante se cuelan otras cuestiones regidas por métricas muy precisas. El quinto punto del protocolo vigente determina que los lugares destinados a esta actividad tendrán la capacidad máxima en simultáneo de 20 personas en el salón principal, un ocupamiento de una persona cada 15 metros cuadrados y que el distanciamiento mínimo entre los que ocupen la escena no puede ser menor al metro y medio. Por lo cual, contando la cantidad mínima de gente de fuera de cámara para poder realizar una transmisión en vivo, deja afuera del streaming a los teatros más pequeños.
"El actual protocolo es un paso importante, muy importante; pero para Timbre 4 no modifica demasiado la situación", reconoce Jonathan Zack, uno de los productores de esa sala cuya cara visible es el actor y gestor Claudio Tolcachir. Timbre 4 fue, apenas se inició la cuarentena, la primera sala porteña que comenzó a subir contenidos propios a la Red y fue una de las primeras que transmitió obras en vivo no desde la sala pero sí desde las casas de los artistas, como fue el caso de La noche devora a sus hijos, de Daniel Veronese, que inicialmente rindió en recaudaciones. Zack también reconoce que luego de aquel primer efecto tsunami de streaming con infinidad de contenidos escénicos subidos a la Red vino cierto agotamiento lógico. En la actualidad volver a prender las luces de Timbre 4, con el costo posterior en la tarifa eléctrica, es otro factor determinante para la totalidad de un circuito que atraviesa una situación verdaderamente crítica.
Sebastián Blutrach es el dueño del Teatro El Picadero y, a la vez, el encargado artístico del Teatro Nacional Cervantes. En diálogo con LA NACION reconoce que para el Picadero la situación con el nuevo protocolo tampoco cambia mucho. "A la programación que ya tenemos tal vez sumemos Encarnación Ezcurra, la obra con Lorena Vega, o algún monólogo; pero yo me guardaría para el momento en que este tipo de propuesta se complemente cuando el público pueda volver a las salas pensando. En esa instancia el streaming puede ayudar a la recaudación del vivo. Lo más importante fue dar el primer paso. Confío que, con el tiempo, vamos a ir pudiendo implementar las distintas fases para la reactivación de la actividad siempre atentos a la cuestión sanitaria. Me queda claro que así como nadie quiere estar encerrado tampoco quiere el desborde en los hospitales. Hasta el momento el streaming que venimos haciendo en El Picadero bajo el protocolo de la música diría que nos hizo bien al espíritu, pero su costo es muy elevado. Lo mejor que me dejó el streaming es volver al teatro, prender al equipo, la conexión con los artistas y una mínima ganancia que no compensa el esfuerzo. Diría que es pura militancia, la necesidad de que el teatro siga abierto", apunta.
Liliana Weimer es la presidenta de Artei (Asociación Argentina del Teatro Independiente) y la gestora del Abasto Social Club. "Veníamos trabajando el protocolo desde hace tiempo con Aadet y con representantes de la escena pública porteña. Desde esta semana está en práctica la primera fase, la que habilita el streaming entre otros puntos. Pero eso no implica para nada que el público vuelva a las salas, como leí en algunos lados. Para nosotros es importante la nueva norma porque nos permite realizar tareas de mantenimiento de nuestras salas que estaban cerradas desde fines de marzo. En lo que hace puntualmente al teatro en vivo pensado para la Red es algo que algunos podrán implementar y otros no por su elevado costo que dependerá de la cantidad de cámaras que se necesite, la conexión de Internet y la superficie de la sala. Pero es un paso, que es lo significativo. La situación de emergencia para el sector sigue y el streaming no resolverá ese punto".
La ecuación económica también atraviesa al circuito de la avenida Corrientes. Carlos Rottemberg, el productor con mayor cantidad de salas comerciales, desde el principio de la pandemia nunca se subió a la tendencia de subir contenidos escénicos a las plataformas de sus salas. Sí lo hizo el Paseo La Plaza. Jon Goransky es uno de los productores de dicho teatro y del Metropolitan Sura. "En el corto plazo no haremos nada. Sentimos que este tipo de streaming es más sustentable hacerlo desde un estudio que en un teatro y es posible para unipersonales o compañías pequeñas. Así y todo no siempre es sustentable porque los costos son altos. Desde La Plaza, como desde el Met, sentimos que apostar a una programación de streaming extensa en el tiempo y con artistas convocantes es tan oneroso que no tiene sentido plantear hacer dos o tres streaming sueltos de artistas que, tal vez, no aseguren una alta convocatoria. En esa lógica estamos pensando al streaming en convivencia con la apertura de los espectáculos en vivo, que llegará en algún momento."
Como todos los teatros del país, la sala Espacio Sísmico, de Villa Crespo, cerró sus puertas el 20 de marzo mientras realizaba el festival de lenguajes escénicos Buenos Aires Empírico. Lo gestiona el artista Juan Isola. "Está bueno poder volver a las salas, empezar a tener actividad -apunta-. Da una posibilidad de trabajo y de reconectarnos con nuestros públicos. Es cierto que hay cuestiones técnicas, que venimos discutiendo en distintas asociaciones, que hace que algunas salas no puedan resolver; y también es cierto que se cuelan cuestiones generacionales de personas que ven al streaming como algo imposible de concretar. A todo esto se suma una cuestión básica que pasa por la cantidad de gente que puede estar en el espacio según la normativa vigente. En Espacio Sísmico, según nuestra superficie, sólo podrán ingresar siete personas para el momento del streaming. Como mínimo necesitamos cuatro personas en la operación técnica de luz y sonido, por lo cual sólo podríamos tener a dos intérpretes en el espacio escénico. O sea, no podemos hacer una obra con diez personas en escena. Por lo cual, tendremos que apostar por monólogos o por propuestas similares. Tampoco sabremos cómo va a funcionar la declaración jurada que posibilite a los involucrados el traslado a la sala para el momento del streaming. Yo lo tomo como un desafío artístico". Poner en práctica el desafío, según plantea el actor, también implicará asociarse con otros teatros para poder bajar los costos operativos. "Sabemos que otras salas también andan en esto. Nosotros comenzaremos con propuestas ligadas al café concert y a la comedia. Sabemos que la recuperación económica es mínima, pero queremos generar trabajo", agrega.
El Extranjero, de Almagro, lo gestiona el director Mariano Stolkiner. "En una primera instancia lo importante es tener la chance de volver a ensayar en los espacios con las restricciones señaladas por el protocolo que hace que en nada se parezca a la realidad prepandémica. Pero sí es importante encontrarnos, vernos las caras, trabajar en el teatro. O sea, todo lo que estaba faltando y que no se resuelve vía Zoom", apunta. En relación al streaming tiene un posición un tanto cauta: "Abre la posibilidad de indagar una nueva forma de producción, de creación de orden específica. Abre una perspectiva que no me atrevo a calificar todavía pero que dibuja al menos una silueta de algo que podría tomar una forma aunque todo podría ser un engaño. No me atrevería a sacar conclusiones definitorias. Es nuevo, hay que probar. Como perspectiva económica por ahora no veo que traiga un aire, y no hablo de solución. Me parece que cualquiera de esta cosas que se hagan entre el costo operativo de realización y lo que puedan llegar a dejar por la venta de entradas, con suerte, uno saldría hecho. Generaría movimiento, que no es poco; pero el streaming no resuelve nada la situación económica de estos espacios". En El Extranjero ya se presentó un concierto bajo esta modalidad. Stolkiner percibe que este tipo de formato es más orgánico para propuestas musicales que escénicas salvo que sean montajes pensados desde sus inicios para esta modalidad, algo que está dispuesto a indagar.
Para completar el panorama del sector hay que sumar a la escena pública lo cual implica volver al testimonio de Sebastián Blutrach. Claro que esta vez como como número dos del Teatro Nacional Cervantes. La única sala que depende del Ministerio de Cultura de la Nación lanzó al principio de la cuarentena el concurso de obras cortas Nuestro Teatro con el objetivo de producirlas y presentarlas para el formato audiovisual. Fue tal la cantidad de postulantes que debieron posponer el anuncio de los ganadores para que el jurado tenga tiempo para evaluar los distintos materiales. El viernes, aseguró Blutrach, se darán a conocer los trabajos seleccionados. A los 21 montajes ganadores se le sumarán otros 12 fruto de un acuerdo con el Instituto Nacional del Teatro y habrá 36 menciones que cobrarán 30 mil pesos (la mitad de lo que cobra el ganador de una obra seleccionada). La idea es poder filmarlas el mes próximo en la misma sala del Cervantes como en teatros del interior. Como el plan territorial del concurso es nacional todavía no hay un protocolo aprobado. "Falta que el sindicato de Actores termine de firmar algunos puntos que tenemos que analizar en Cultura de la Nación. Una vez aprobado tendremos que trabajar con los gremios del Cervantes", apunta el gestor y productor.
En lo que hace al Complejo Teatral de Buenos Aires, que depende de Cultura de la Ciudad, Jorge Telerman, director del organismo, adelantó a LA NACION que está instrumentando un ciclo compuesto por materiales pensados para lo digital que estará a cargo de los directores y coreógrafos que estaban programados para este año tan particular. "Convocamos a los directores y coreógrafos para que piensen un material que evoque, con enorme libertad, a aquello que iban a presentar durante la temporada. Tuvimos conversaciones preliminares, ya hay muchos creadores que están trabajando con sus elencos y presentaremos el proyecto en algunos días. Serán propuestas de teatro, de danza, de títeres y de música que son los cuatro ejes del Complejo para que estén presentes en la Red", señaló hace unos días.
El caso testigo de la escena española
En todo este tiempo pandémico lo que sucede en España se ha transformado en una experiencia para analizar los posibles pasos locales. Hace pocas semanas culminó el Festival Grec, el encuentro escénico más importante que se desarrolla en Barcelona. Lo dirige Francesc Casadesús. Para su programación ideo una diversidad de formatos digitales que convivieron con lo presencial. "En cuanto a las propuestas artísticas concretas es muy interesante el formato semipresencial. En el Grec funcionó muy bien Assedegats, dirigida por Oriol Broggi, que tenía tres cámaras dentro del espectáculo. Había público en la obra pero también en la plaza fuera del teatro, donde se emitía en directo en una pantalla, había mesas y bar. Y también se emitía a teatros de Cataluña en directo. Estas propuestas crearon comunidad, como hace el teatro, ves algo con más gente", apuntó al diario La Vanguardia.
Quizá por la falta de ese espacio social reconoció que no funcionó emitir en directo desde Buenos Aires en streaming la obra de Daniel Veronese, aunque sí funcionó el teatro emitido en directo por televisión como fue el caso de la compañía Peeping Tom, que codirige la cordobesa Gabriela Carrizo. La propuesta de esta famosa compañía que pasó por el FIBA en 2013 fue vista por 10.000 personas. Durante la reciente edición más de 130.000 espectadores han visto 14 de las propuestas del festival por televisión. Según Francesc Casadesús los espectáculos que proponían paseos con podcasts como los radioteatros también han funcionado. Pero también reconoció, como sugieren los testimonios locales, que emitir en directo una propuesta escénica es complicado de resolver en términos económicos.
Salvador Sunyer es el director del festival Temporada Alta, que todos los años tiene su extensión en Timbre 4. La próxima edición también incorporará un espacio a los formatos digitales "Son una expresión artística. El problema sería que estemos centrados en hacer en virtual o digital lo que ya hacemos de modo presencial. Hacer streamings de obras teatrales está bien para un momento excepcional, pero eso no quedará", afirmó al medio catalán.
El debate está abierto y, como advierte Mariano Stolkiner, abre una perspectiva que puede ser un engaño (o no, el tiempo lo dirá).
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