El Marito de la familia Coleman
De formación tradicional, su trabajo se luce en la escena alternativa porteña
Hay una familia llamada Coleman. Una familia que vive al límite de la desilusión y de la disolución. Entre ellos hay un tal Marito, un personaje borde adorable por su ingenuidad, por su descarada falta de autocensura y por su cruel ingenuidad.
"Marito me da como lástima; me pega su soledad. Me da como tristecita", dice justamente Lautaro Perotti, el que da vida (y mucha, muchísima) al tal Marito en La omisión de la familia Coleman , el brillante espectáculo de Claudio Tolcachir que cumple su tercer temporada.
La obra en la que Lautaro trabaja junto a Ellen Wolf, Miriam Odorico, Inda Lavalle, Tamara Kiper, Diego Faturos, Gonzalo Ruiz y Jorge Castaño al poco tiempo de estrenada se convirtió en un objeto de culto (esta indescifrable categoría con cierto aire snob). Más allá de eso, lo cierto es que los Coleman ya arrasaron con trece premios de la estantería de galardones teatrales de todo tipo.
"Cuando estrenamos no teníamos ninguna expectativa. Estamos acá, en el fondo de una casa, en pleno barrio de Boedo. Imaginate. En aquel momento, las fichas estaban puestas en el trabajo actoral y no más que eso. Pero me di cuenta de que lo que estaba pasando con la obra era fuerte cuando la repusimos a mediados de febrero del año pasado. En aquella oportunidad, en enero ya estaban agotadas las entradas de la primera y segunda semana. Cuando me contaron eso, algo me bajó", cuenta este intérprete de 32 años cuyo primer trabajo fue Chau Misterix, obra que también dirigió Tolcachir hace unos diez años.
Si bien Lautaro forma parte del elenco de uno de los espectáculos más mimados de la escena alternativa, su formación es tradicional. "Retradicional -subraya-. Mucha comedia del arte, Lorca, Tennessee Williams... De todos modos, estoy convencido de que para hacer una obra como Coleman, en la que un tercio de la pieza me la paso de espaldas al público, cierto manejo de lo clásico tenés que tener. Es indispensable."
Y si otros actores o directores de su generación de algún modo necesitaron pelearse con sus referentes, él, como el mismo Tolcachir o Luciano Suardi o Luciano Cáceres, tendió lazos con la generación de sus padres. Coherente con eso, rescata el legado de Alejandra Boero y Juan Carlos Gené, sus verdaderos maestros.
En tren de revisar el legado, su abuelo era titiritero. Con los años, algo del amor al teatro parece que le vino de él. De adolescente, la obra Memorial del cordero asesinado , de Gené, le rompió la cabeza. A los 20 años largó Bellas Artes y se anotó en Andamio 90, la escuela de Boero. Así, todo fue sumando.
Momento de decisión
Mientras sus compañeros iban a castings o probaban suerte en la televisión, él entendió que todo eso era una pérdida de tiempo, que no le servía. Con Chau Misterix supo que lo mejor que le podía pasar era generar trabajos con sus compañeros de ruta. "Hace cinco años, estábamos ensayando Jamón del diablo. Mientras buscábamos sala, un día pensamos en hacerla acá", recuerda. "Acá" era la casa de Claudio Tolcachir. "Acá" es la actual sala Timbre 4, ubicada en una típica casa de pasillo largo ubicada en Boedo al 600 (todo muy porteño). Y ahí armaron el búnker. Ahí mismo actuó el año pasado en Lisístrata , otro estupendo montaje de Tolcachir. Ahí, el ganador del Trinidad Guevara del año pasado tiene sus alumnos.
Si en otro momento Lautaro Perotti se dio cuenta de que el camino de los castings y los bolos televisivos no le cerraban, el año pasado hizo el camino inverso. O sea, gracias a Coleman lo llamaron de El tiempo no para y de Montecristo. Hasta Héctor Babenco lo convocó para su película El pasado . "Eso estuvo muy bueno", apunta, y se le encienden los ojos. Lo de Babenco fue un real metejón: el director de El beso de la mujer araña fue a ver la obra y reclutó a seis de los ocho actores que trabajan allí. "Coleman es «regroso» para nosotros. Hay un montón de gente que respeto y que nos vienen a ver acá, a esta salita de Boedo. Es muy raro", vuelve a decir el Marito de los Coleman.
-¿Y qué te pasa cuando descubrís a un "groso" en la platea?
-Es un flash . Una de las primeras que vinieron fue Norma Aleandro. Después uno se acostumbra, pero es raro. Además, en esta sala estás tan cerca del público, que ves todo.
Con ellos o sin ellos, La omisión de la familia Coleman continúa este año en el mismo búnker de Boedo, pero saldrá de paseo por escenarios de Bolivia, por la misma Nueva York y por varias ciudades de España. Hay más: a fin de año, Augusto Giménez Zapiola hará su versión cinematográfica con el elenco original de esta familia en la que convive con toda naturalidad lo violento, lo patético y lo absurdo ante la pérdida y atenta mirada de un tal Marito.
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