Ácidos, mordaces y políticamente incorrectos, Claudio Pazos, Francisco Pesqueira y Carlo Argento vuelven con su humor al teatro Apolo
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“Hagas lo que hagas serás criticado. Pues entonces haz lo que quieras. Todos somos carne de crítica.” Era el eslogan de tres talentosos artistas que a pesar de que el país parecía estallar en pedazos, a fines de 2001 comenzaban a ensayar Carne de crítica, un espectáculo que le cedió su nombre a este grupo que este mes cumple 20 años. Para celebrarlo, el grupo de actores que integran Carlo Argento (en el rol de director), Claudio Pazos y Francisco Pesqueira decidieron celebrarlo con el reestreno de aquella propuesta que logró que el público y el medio los descubra y los siga durante todo este tiempo.
Luego siguieron Dignos de lástima (2003), Correte que chorrea (2005), Lo frío y lo caliente (2006), Subió la carne (2008), Carne sola (2010), Mamarracho (2012) y Labios negros (2018). Esta vez Carne de crítica, sube a escena los miércoles, en el teatro Apolo, y con funciones limitadas.
El trabajo para el grupo escaseaba en aquellos tiempos convulsionados, pero a veces esos momentos extremos despiertan la necesidad de resistencia, sobre todo en el arte. “Yo estaba trabajando de camarero por la propina, pensando que todo ‘ya fue’, con muchos pensamientos que no ayudaban. En los trabajos que habíamos compartido con Francisco nos reíamos mucho de temas políticamente incorrectos. Empezó como una necesidad de producir, de subsistir, ya que uno no es elegido por el afuera, entonces ahí sí se puede elegir en profundidad. No esperábamos absolutamente nada, era diversión pura”, recuerda Claudio Pazos.
“Con Claudio nos vimos por primera vez en el estudio de Carlos Gandolfo en 1992; y en 1999 conocimos a Carlo haciendo una obra en el Cervantes. Queríamos contar nuestra historia, hacer algo distinto. Como necesitábamos una mirada de afuera que guíe el camino se nos ocurrió hablar con Carlo. Enseguida nos pusimos a crear en un contexto muy complejo pero con idéntico nivel de compromiso –recuerda Francisco Pesqueira–. El propósito inicial tenía la liviandad de no pretender contar nada del otro mundo. Hoy haciendo este primer espectáculo creo que habíamos comenzado con una base de profundidad, de querer hablar desde el humor sobre temas espinosos”.
Carne de crítica es un espectáculo humorístico en formato de varieté. Los personajes retratan limitaciones, contradicciones y complejos propios de la humanidad, bajo una mirada inteligente, irónica y hasta mordaz, cualidades que sostuvieron durante todos sus espectáculos. Así es como, en escena, Pazos y Pesqueira despliegan una galería de seres como un pintor y su ángel, dos peluqueros cordobeses, un par de coyas, una madre española y su hijo, dos cantantes de tango en pleno jolgorio... Las diversas tramas y escenas se hilvanan entre sí con diferentes incursiones musicales y narraciones en off que colocan la acción en la narrativa del diario personal. “Intentamos bucear en las profundidades del ser humano, en sus contradicciones, conflictos, complejos, sobre todo en lo que nos provoca risa, lo que nos divierte. En algunas ocasiones es humor negro, irónico, ácido, contestatario, pasamos por lo sutil, grotesco, siempre con un fuerte contenido dramático –resume Argento, su director–. Es algo que no fue buscado, surgió naturalmente. Y con los años se fue acentuando, algo así como un humor propio, una forma de contar auténtica… eso nos identifica, es bien Carne”.
–¿Cómo definirían la evolución del humor del grupo a través de los distintos espectáculos que hicieron?
Francisco Pesqueira: –Creo que la evolución es muy personal y nos atraviesa como grupo. El paso del tiempo exige ir más a fondo. Creo que hay espectáculos más acertados que otros pero en todos quisimos ir un poco más allá. Cuando se esperaba seguir con nuestros textos realizamos Lo frío y lo caliente, de Pacho O’ Donnell. Fue desconcertante para nuestro público fiel pero ganamos otro. Creo que en los tres reside lo mismo: ir un paso más allá.
–¿Cómo se hace para perdurar durante tanto tiempo en grupo?
Carlo Argento: –Es difícil una única receta. Durante muchos años hicimos terapia de grupo, especialmente abocada al trabajo y nuestras relaciones. Fue muy gratificante. Hemos pasado muchas tormentas, pero lo que nos mantiene unidos es el respeto, la ética, las convicciones, el amor por lo que hacemos. Al comienzo la cohesión grupal fue casi de inmediato. La manera de relacionarnos, de producirnos, de encarar el trabajo, fue alimentando la idea de grupo, una sumatoria de individualidades en función de un todo grupal.
F.P: –No quisiera sonar a libro de autoayuda o discurso de Miss Universo pero la única receta es el amor. Nos queremos muchísimo. Podemos pelear como Kathleen Turner y Michael Douglas en el final de La guerra de los Roses y una hora después estamos bailando una tarantela. Otra razón es la admiración. Siento una profunda admiración por Carlo y Claudio. Sobre todo porque soy testigo de innumerables gestos éticos y sobre eso se construye un montón. Hemos compartido un sinfín de escenarios pero, sobre todo, momentos muy fuertes de la vida personal: Claudio es mi testigo de casamiento, la madre de Carlo es como una segunda madre de todos y así una lista interminable.
–¿Cómo es el proceso de creación de los personajes y los sketches de cada espectáculo?
Claudio Pazos: –Es raro deshilvanarlo... Creo que aparece el tema y, desde ahí, la manera. Si estás atento, la realidad te lo va mostrando. Por ejemplo: cuando hicimos Dignos de lástima, en 2004, hablábamos de la profundidad y la manipulación de la fe. En la obra había una serie de personajes que mendigaban. En aquel momento esas personas caminaban por las calles, los subtes, estaban ahí, lamentablemente. En ese sentido, el humor desenmascara, te cachetea, te muestra con vaselina lo que no te animas a ver. En nuestra intimidad de creación hacemos humor con temas que son difíciles de digerir, algunos salen a la luz y otros quedan en el tintero hasta que estemos preparados.
–¿Hay algún personaje, algún sketch o algún espectáculo del grupo que haya sido especial para ustedes?
F.P: –Adoro a nuestros personajes de Carne de crítica, en especial a los peluqueros y a la madre española con el gauchito, pero reconozco que el gran desafío fue Lo frío y lo caliente. Creo que de todos mis trabajos como actor es el que más me gustó. También Labios negros, donde fue un gran acierto sumar a la genial Claudia Pisanu. Casualmente son obras de otros autores. También creo que si la vida lo permite sería buenísimo reversionar o jugar un clásico como hicimos con Doña Rosita, la soltera en Carne sola. Hace unos días vi The Tragedy of Macbeth, de Joel Coen, y sentía la imperiosa necesidad de que Carlo y Claudio la vean. Eso es parte de estos veinte años, desear que el otro se acerque a lo que tanto nos conmueve. En definitiva cada uno de los trabajos fue un aprendizaje importante. Y considero que la gente valora la permanencia de los años juntos porque suena esperanzador, y más ahora.
C.P: –A mí por suerte me encantan todos los personajes que hice. Hay algunos que añoro de Dignos de lástima, tal vez el espectáculo más oscuro y denso que hicimos. Por ejemplo el sketch de las monjas adolescentes fanáticas de todos los santos, donde hablábamos del exceso; o cuando hicimos a Heidi y Clarita viejas para mostrar el paso del tiempo y sus estragos. En el que hacemos ahora están: “El ángel y el pintor”, que me encanta por la manera en que describe la discriminación solapada, o “La madre y el hijo”, el eterno problema de la castración; y el cuadro de los peluqueros cordobeses, para reflejar la homofobia. Para nosotros el humor siempre está sostenido desde la profundidad. En lo personal creo que el humor trabaja con nuestra oscuridades.
–¿Cuál fue el germen dramatúrgico de este primer espectáculo que ahora traen nuevamente a escena? ¿Ya tenían en mente el concepto de “grupo”?
C.A: –En aquel 2001 escaseaba el trabajo, pocos te convocaban para trabajar, la crisis económica y social del país era grave, entonces decidimos autoproducirnos, generar nuestro propio trabajo. Comenzamos a crear este primer espectáculo con textos guardados en carpetas y también con ideas nuevas pero, sobre todo, con mucha libertad en lo que queríamos contar y sin miramientos. Fue así como nación nuestro eslogan: “hagas lo que hagas serás criticado, pues entonces haz lo que quieras… todos somos carne de crítica”.
–Carlo, siendo actor también, ¿fue natural tu rol como director en el trío?
C.A: –Sí, surgió naturalmente y aún lo siento así. Descubrí la pasión de la dirección con ellos. Podría decir que al principio, luego de las funciones me quedaba con un sabor raro, como que me faltaba algo, pero no fue por mucho tiempo. Pude aprender a disfrutar de los resultados, gozar las funciones como si yo estuviera representándolas. En definitiva, parte de mi estaba y está en el escenario.
–¿Nunca te dieron ganas de estar arriba del escenario con tus compañeros?
C.A: –Alguna vez hice un reemplazo de alguno de ellos, pero siento que, en este grupo, mi lugar es en la dirección. Por fuera de Carne de Crítica hemos compartido muchos escenarios también, y la experiencia siempre fue muy buena.
–Es impresionante la cantidad de fanáticos del grupo Carne de Crítica.
C.P.: –Sí, los hay. Hay gente que se hizo fanática de algunos personajes como el de Verónica Sofía, una muñeca que es la hija golpeada de Bell. Hay gente que viene varias veces o que nos pide determinados personajes o sketches. Vaya a saber que mueve en cada uno.
–¿Cual fue el titulo que más les costo abordar?
C.P: –Es complicado hacer humor si uno empieza a pensar en los ofendidos. Pienso que no se puede conformar a todos y me gusta pensar que hay una diferencia entre criticar y ser criticón. Creo que el que más nos cuesta es el que aún no hemos podido hacer… Parir un espectáculo es todo un “desafío”…Hay muchos temas de los cuales queremos hablar y aún no nos animamos, no por cobardes sino porque hay que encontrarle la vuelta a algunos temas. Corren tiempos de cambio y es lógico que haya mucha gente ofendida por esos cambios. De todas maneras, me parece que no hay como el humor para sobrellevar lo que sea.
Para agendar
Carne de crítica
Por el grupo Carne de crítica
Sólo cinco miércoles, hasta el 22 de febrero, a las 21, en el Teatro Apolo, Corrientes 1372. $ 1000.
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