El fenómeno Casi normales se renueva y bate records: las claves detrás de la octava temporada
Corría enero de 2012 cuando el productor Javier Faroni decidió estrenar en Argentina Casi normales, el musical que lo había deslumbrado en Broadway. Esa fue su primera incursión en el género y la que más lo marcó, al punto de reponer la obra intermitentemente a través de los años, en distintos teatros y con diferentes elencos. Mañana sábado, a nueve años de aquella gesta, la volverá a producir por octava vez, en el marco del Metropolitan Sura y con todos los protocolos que la pandemia impone. Serán de la partida la actriz protagónica original, Laura Conforte; el actor de las últimas cuatro puestas, Martín Ruiz (más los intérpretes Guido Balzaretti, Manuela del Campo, Federico Llambí, Máximo Meyer) y un nuevo director: Julio Panno.
La cantidad de reediciones del musical en el país habla a las claras de un fenómeno singular, único en el mundo. Si bien la obra ganó al momento de su estreno en Estados Unidos el premio Pulitzer y varios Tony, y luego supo de diversas versiones internacionales, nada de todo eso se compara con su suceso local y lo que genera entre los argentinos. Algo realmente increíble cuando se recuerda que su trama se centra en un tema, a priori, poco marquetinero: "una mujer con trastorno bipolar y los efectos que la enfermedad tiene sobre su familia". ¿A qué se debe entonces el fenómeno? Sobre eso se explayan los citados artífices del espectáculo en la siguiente entrevista con LA NACION.
–¿Por qué Casi normales otra vez?
Laura Conforte: –¿Y por qué no?, también podríamos preguntarnos. Porque es una obra que está en vigencia permanentemente. Es atemporal y funciona bien en todos los contextos. Quizás en éste, más que nunca, incluso. Hoy es una obra absolutamente necesaria.
–¿Por qué?
Conforte: –Por la necesidad de hacer catarsis y de encontrar un lugar de empatía, de comunión, de espejo. Y con esto no me refiero al tema de la obra. Saco del medio a la protagonista y su sufrimiento. Me refiero a todo lo que genera Casi normales al margen de que se centre en una persona con una patología determinada. Es una obra muy conmovedora, muy humana y en la situación mundial que estamos viviendo más emotiva se puede volver aún. En el mejor de los sentidos, digo, no para venir a sufrir, al contrario, para venir a exorcizar. Y a hacer catarsis de la vida misma.
–Eso en general, pero, ¿cuál es el secreto del permanente interés del público local por este musical, que ya va por su octava temporada?
Martín Ruiz: –Yo creo que el público se identifica con los personajes, que integran una familia como la de cualquiera de nosotros. Al ser personajes muy cercanos, que sufren, como cualquiera de nosotros puede llegar a sufrir, me parece que tiene que ver con esto, con la dificultad a veces de vincularse con el otro, con un padre, con una madre. Nuestro público es familiar, empieza con los adolescentes, que están en un momento de enorme revolución y que a veces les cuesta comunicarse con los padres. Nos ha pasado que muchos de ellos han traído a sus padres al teatro para poder decirles algo a través de la obra. Me parece que el suceso de Casi normales tiene que ver con el tema del amor o la falta de amor.
Conforte: –Y la necesidad de sanar.
–¿A esta altura Casi normales es un musical de culto?
Julio Panno: –Yo creo que sí. Por la trayectoria que tiene. Uno le da esa denominación de culto a aquellas obras que tienen un público muy seguidor y que repiten la experiencia permanentemente. Bajo ese concepto, Casi normales es claramente un musical de culto.
–De hecho, después de Drácula, es el musical que más reposiciones ha tenido en la historia del teatro argentino.
Conforte: –Sí, es una locura. Y también es un record mundial, en ningún lugar del mundo se han hecho ocho temporadas de Casi normales, sólo en la Argentina.
–¿Cuál es la fibra autóctona que toca la obra para que se produzca aquí semejante fenómeno?
Conforte: –Para mí este fenómeno tiene mucho que ver con la idiosincrasia de nuestra sociedad y nuestra cultura. Acá nos analizamos un montón, acá hay mucha terapia, muchos psicólogos y muchos psiquiatras.
–Y mucho tango.
Conforte: –Eso, mucho tango. ¡Qué combo!
Panno: –Yo hago una defensa de la puesta nacional, del trabajo realizado temporada tras temporada por el director original Luis "El Indio" Romero, al que hoy reemplazo. Yo vi la versión original de Broadway y lo que puedo destacar es que la nuestra es mucho más sanguínea y humana que la norteamericana. Creo que es por eso que la problemática de la obra, que es muy profunda, hace más carne acá que en Estados Unidos. Esto explicaría la adicción a nivel culto que tiene mucha gente por Casi normales en la Argentina.
–Lo increíble es que el fenómeno no disminuye año tras año, como podría suceder, pasado el momento de novedad, sino que se va retroalimentando temporada tras temporada.
Ruiz: –Exacto. Ahora, por ejemplo, mirá lo que nos está pasando con la venta de entradas. Los fans, en las redes, empiezan a poner: "Esta vez sí tenés que venir". Contagian a su gente cercana para que participen de la experiencia Casi normales.
–Los fans de la obra son todo un tema, ¿no? ¿Es verdad que algunos vieron la obra más de 100 veces?
Conforte: –¡It's True! Mucha gente se ha tatuado frases de la obra.
Panno: –Y hay mucha gente que ha dejado de ir a terapia para venir a ver una función con fines terapéuticos, o sea que ha reemplazado la terapia por Casi normales.
Ruiz: –Es que es una obra muy catártica. Y no lo digo como actor, lo afirmo como espectador. Cuando vi por primera vez la obra, en Broadway, en el 2009, quedé congelado en la butaca sin entender qué me había pasado, qué había hecho la obra conmigo. Me quedé llorando un rato largo antes de poder levantarme y salir del teatro. Así que puedo entender perfectamente lo que puede llegar a pasarle a cualquier espectador que venga y se deje invadir por lo que va pasando a través de toda la obra.
–Durante el confinamiento muchos espectáculos de probado éxito fueron ofrecidos vía streaming. ¿Por qué no ocurrió lo mismo con Casi normales? Tengo entendido que los fans lo reclamaron insistentemente.
Panno: –Yo creo que fue una sana decisión de la producción. No hay que hacer por streaming espectáculos que son absolutamente teatrales y vivenciales. Hay algunos que lo permiten, que tienen una lejanía con la catarsis de la que estábamos hablando, y hay otros que no sólo son visualmente artísticos y disfrutables en el sonido y en la visión sino que necesitan de la catarsis. El streaming ha facilitado quizás una llegada en estos tiempos al público de lo que podría llamarse teatro, pero genera una falsa imagen del mismo. Por un lado acerca y por otro aleja la experiencia teatral. La experiencia teatral es vivencial, es catártica (cuando está bien hecha), dentro o fuera del teatro, y necesita de esa comunicación en vivo única para producirse. Por eso yo, desde mi lugar, festejo que Casi normales no se haya ofrecido vía streaming. También es una manera de cuidar al teatro. Si bien los bolsillos se van achicando en esta época y todos necesitamos comer, es una visión mayúscula del teatro. Nosotros necesitamos que la gente no vea teatro sino que venga al teatro.
–¿La puesta actual de Casi normales responde a los lineamientos de la original?
Panno: –Desde la producción una de las búsquedas de esta puesta era lograr una mayor dinámica, acorde más bien con un timing norteamericano. En principio, quitamos el intervalo. El desafío fue lograr todo eso sin renunciar a lo "sanguíneo", que tanto nos identifica y que requiere de ciertos tiempos para alcanzarlo. Creo que lo hemos logrado. Otro pedido fue que el musical fuera más "brillante" desde la puesta, que no entre en zonas oscuras o melancólicas de más.
Conforte: –Los pequeños ajustes que se han hecho en la puesta entre Julio y Pablo del Campo (responsable del marketing del espectáculo) han sido realizados con mucho criterio y respeto por la obra, no se ha quitado nada que deje de contar el cuento, que es lo importante. Y en cuanto al timing, que ahora es más ajustado, fresco o vital, nos modifica como intérpretes el transcurso de cada escena, pero para mí no es algo drástico ni dramático. Es un refresh bienvenido después de tantos años de hacer la obra.
–A propósito, Laura, vos sos la única integrante del elenco original que tendrá esta versión. ¿Cómo ha cambiado a través de las temporadas tu concepción del personaje?
Conforte: –¡Uf, un montón! En el medio fui mamá dos veces y crecí nueve años. Hubo momentos que se pusieron heavies. Con mi primer hijo bien chiquitito fue complicado hacer esta obra. Casi normales te conecta con lugares oscuros y si tenés un bebé en casa… Después hubieron momentos más luminosos. El personaje y mi aproximación a él también fueron variando con cada actor y actriz que se fue sumando al elenco. Porque el compañero que tenés en frente indudablemente te modifica. Cada uno te mira y abraza de distinta manera. Todo esto me fue modificando a mí y a mi Diana a través de 800 funciones.
–¿Qué es lo que más rescatás de Diana?
Conforte: –Lo estoica que es, y también su luminosidad. Si bien va a lugares muy oscuros durante el transcurso de toda la historia, ella se puede reír, tiene la capacidad del humor, que es una de las más importantes en el ser humano, y eso, junto a ciertos raptos de lucidez, de alguna manera la salva.
-Laura y Martín, ustedes vienen de protagonizar el año pasado A Chorus Line y ya habían compartido elenco en Los productores, Aplausos y, en el exterior, en Momia en el closet. ¿Les gusta trabajar juntos? ¿Cuál es la clave del binomio?
Conforte: –Somos muy parecidos en muchas cosas, tenemos mucha empatía. No somos sólo compañeros, en la vida real somos amigos, tomamos mate juntos, él conoce a mis hijos, vamos a la playa.
Ruiz: –Laboralmente nos admiramos y respetamos mucho. En escena conectamos muy honestamente, entre nosotros no hay ningún tipo de filtro. Es algo muy loco, que no pasa habitualmente. Y creo que el público lo percibe.
Conforte: –Además somos muy metódicos en el trabajo, respetamos las comas porque para algo las puso el autor y las marcó el director. Siempre llegamos a horario y tenemos una estructura de trabajo y formación similares. A mí me encanta trabajar con él, es un placer.
–¿Cómo definirían a Casi normales, como un ejemplo de teatro musical o de comedia musical? Se los pregunto porque ahora se habla mucho de esa diferenciación.
Panno: –Para mí es teatro musical. Es de esas obras en las que la trama y el conflicto tienen un peso más cercano a la vida. Lo que se define como comedia musical muchas veces entra en un rubro un poquito más fantástico y alejado de los dramas cotidianos, de lo que nos pasa a todos en la vida.
–Si bien Casi normales perdió parte de su virulencia en su paso del off al on Broadway, entraña cierta crítica al sistema médico. ¿Qué opinan sobre ella?
Ruiz: –La obra habla de una época en la que se probaba en los pacientes medicaciones sin conocer previamente sus efectos, donde todo estaba a prueba, donde todo era ensayo y error. Un familiar muy cercano es bipolar y yo viví toda esta época muy de cerca, esa situación de "dale, probá con esta medicación y vemos" y que luego aparecieran los temblores en las piernas y entonces tuviéramos que salir a caminar para calmarlos. Estamos hablando de cuando yo era adolescente, de más de 20 años atrás. El tratamiento de ciertas enfermedades, como dice el personaje principal en la obra, a veces depende más de lo emocional que de lo farmacológico. Creo que en Estados Unidos es mucho más fuerte la figura del farmacólogo, que es una persona que te medica solamente y no te trata. Acá, en la Argentina, por suerte los tratamientos incluyen tanto terapia psicológica como medicación. Está todo más humanizado.
Conforte: –Yo también, lamentablemente, conozco la enfermedad de cerca y creo que los pacientes siguen siendo conejillos de Indias. A veces a pesar de los médicos. Desgraciadamente, con las enfermedades psiquiátricas no hay nada absoluto, todo puede cambiar de golpe. Una medicación que durante seis meses funcionó perfecta en un paciente de pronto produce lo contrario. Y uno se pregunta: ¿qué pasó? Lo que sucede es la química del cerebro mezclada con todo lo que nos pasa como seres humanos, como seres que somos tan complejos emocionalmente. En fin, aún hoy se sigue trabajando entre las tinieblas, no hay certezas.
–A nueve años de su estreno en la Argentina, ¿el mensaje final de Casi normales sigue siendo el mismo?
Panno: –La obra habla de la enfermedad, la pérdida y la inhumanidad de la medicina. Pero también incluye un tema que abarca a todo el mundo, el de la soledad. Muchas veces uno se siente dentro de su familia como un paria al que le tocó vivir la peor de todas. En la medida que uno no abre su mirada hacia afuera cree que su destino es uno de desgracia. Entonces, cuando ve a otra familia que tiene problemas, como la de esta obra, la anormalidad de uno se normaliza un poco. En realidad todos tenemos diferentes tipos de problemas y estamos lidiando con una circunstancia y una realidad complicadas, tratando de sobrevivir en cuerpo y alma. Todos estamos un poquito rotos en algún lugar. Eso es lo que nos sigue diciendo Casi normales".
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