El dolor de vivir en el exilio
Emoción y ternura en un elenco bien conducido por la directora Corina Fiorillo
Kalvkött, carne de ternera, de Silvina Chague . Intérpretes: Belén Brito, Susana DiGerónimo, Alejo Mango y Nelson Rueda. Escenografía y vestuario: Julieta Risso. Iluminación: Pablo Boratto. Dirección: Corina Fiorillo. Sábados, a las 21; y domingos, a las 20.30, en el Teatro del Nudo, Corrientes 1551. Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: buena
Para algunas culturas, el exilio es casi peor que la muerte; para otras, es una forma de eludir la muerte. Este último exilio, el que se vive por fuerza mayor, es el que han experimentado muchos argentinos que se vieron obligados a radicarse en el extranjero, sin comprender lo que significaba insertarse en otra cultura, otra tradición, costumbres ajenas y un idioma que no posee las mismas significaciones.
Sobre esto habla Kalvkött, carne de ternera , sobre el exilio de una muchacha argentina en Suecia, uno de los países que ofrecía asilo político, de su rebeldía frente a todo lo extraño, su añoranza de los sonidos, los perfumes, los afectos.
Desde el comienzo del espectáculo, se expone el origen narrativo del texto, y con esta característica se va desarrollando la historia de la protagonista: su encuentro con un sueco responsable de enseñarle el idioma, la relación a larga distancia con los padres y la dificultad idiomática y cultural para insertarse en otro mundo, otra realidad, muy diferente a los aires, los sabores y los colores sudamericanos.
Actuaciones intensas
El carácter narrativo de una obra corre el riesgo de presentar dificultades a la hora de la puesta por la continuidad que exige cada una de las escenas, lo que no siempre encuentra una resolución acertada y a veces hay que recurrir a marcaciones un tanto forzadas, como la presencia de los actores en forma estática, de espalda y en penumbras para permitir el desarrollo de otra escena que se juega casi simultáneamente. Pero, en esta oportunidad, Corina Fiorillo le imprime un ritmo muy preciso y ayuda, para ajustar los tiempos, la proyección de imágenes de gran tamaño que representan a sectores de Estocolmo y Buenos Aires y, sobre todo, la interpretación, a cargo de Belén Brito, Susana Di Gerónimo, Alejo Mango y Nelson Rueda.
En este sentido, el texto permite el lucimiento de cada uno de los actores, muy bien marcados, la mayoría interpretando dos personajes diferentes, a los que no le falta la ternura y la emoción por las situaciones que les ha tocado vivir y que son fácilmente reconocibles para los espectadores.