El doble lenguaje traidor
En mi lejana infancia, allá por los años 30 del siglo pasado, supe que existían dos lenguajes: el de la escuela, donde las maestras nos trataban de "tú", y el de mi casa, donde reinaba el "vos" y el "tú" era considerado una afectación propia de gente cursi, o una extravagancia uruguaya ("tú tenés", por ejemplo). Cuando, ya en cuarto grado, tuvimos maestros varones, se nos trataba de "usted", esa cómoda alternativa que adoptamos en la vida diaria para zanjar la dificultad.
Aproximadamente a los seis años de edad, mis padres, "teatreros" de alma, empezaron a llevarme al teatro. Como no convenía que un chico viera los dramones clásicos de aquel tiempo ( Con las alas rotas o La que no perdonó ), la solución fue el sainete. Ya por entonces (1931) en plena decadencia. Allí no había problema: se trataba de gente del pueblo y reinaba "el vos tenés" con toda naturalidad. Pero cuando me llevaron a ver Boite rusa , en el Liceo, y yo tenía ya 10 años (¡cómo me impresionaron la interminable espalda desnuda de Nedda Francy y la ventana que en el palacio de San Petersburgo se abría al amanecer de la revolución de 1917!), los actores cómicos -Pierina Dealessi y Raimundo Pastore- usaban el "vos", y los elegantes (los que vestían de esmoquin en el último acto) recurrían al "tú".
Sin poder formularlo todavía en conceptos, pero por intuición y afición temprana al teatro, ya entonces advertí que allí había un conflicto que básicamente afectaba a los actores. Tratándose de traducciones (mucho teatro francés "de boulevard", la pieza bien hecha y todo eso), el "tú" era de rigor. Ni qué decir de las compañías que vinieron de España cuando la guerra civil en ese país: era un placer escuchar a Josefina Díaz, o el extraño modular de Margarita Xirgu. Pero los argentinos sentíamos que ése no era nuestro lenguaje.
Por aquellos mismos años, el cine nacional cobró vuelo y se difundió, con notable éxito, por todo el continente. Aunque las características de nuestra habla popular eran celebradas por esos públicos, en las películas argentinas cuya acción transcurría en ambientes de burguesía media o alta (esta última, casi siempre llevada a la caricatura) el "tú" era inevitable. ¿Cómo le era posible al actor argentino expresarse con naturalidad en esa clave? Tal vez algo del envaramiento y el énfasis, notorios en tantos films de la época, fueran debidos a la curiosa dualidad de nuestro lenguaje. También a la retórica pomposa de los parlamentos que les tocaba decir, totalmente improbables y que hoy resultan cómicos.