El director británico Peter Brook, Premio Princesa de Asturias
MADRID.- El creador teatral Peter Brook (Londres, 1925), gran renovador de la escena mundial, ha sido distinguido hoy con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2019 por su condición de "maestro de generaciones". "Considerado el mejor director del siglo XX", según el fallo del jurado, "abrió nuevos horizontes a la dramaturgia contemporánea, al contribuir de manera decisiva al intercambio de conocimientos entre culturas tan distintas como las de Europa, África y Asia". Es la cuarta persona ligada a las artes escénicas que recibe este galardón, después de Fernando Fernán Gómez (1995), Vittorio Gassman (1997) y Núria Espert (2016).
El galardonado, que tiene 94 años y sigue activo, es una figura clave para entender la historia del teatro moderno. Sus dos montajes más emblemáticos -el Marat-Sade de 1964 en Londres y su monumental Mahabharata de nueve horas de duración, que estrenó en 1985 en París y después en una cantera de Aviñón- marcaron un antes y un después en las prácticas escénicas. El primero, por su fuerte contenido revolucionario en plena década de los sesenta. El segundo, basado en la gran epopeya india, conmocionó por su profunda carga litúrgica. Nadie que tuviera la suerte de asistir a alguna de aquellas representaciones dice poder olvidarlo. El propio Brook, que también dirige ópera y cine, hizo una adaptación de ambos espectáculos para la pantalla.
Pero no solo sus espectáculos fueron los que convirtieron a Brook en leyenda. Su tratado El espacio vacío, que publicó en 1968, lectura obligada en todas las escuelas de arte dramático, se considera uno de los textos fundacionales del teatro contemporáneo. Empieza así: "Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que necesita para realizar un acto teatral". Brook empezó a trabajar en los años cuarenta en Londres, donde fue director de la Royal Opera House entre 1947 y 1950. En los sesenta se unió a la Royal Shakespeare Company y experimentó nuevas formas de llevar a escena el teatro clásico. También abordó a autores en boga en aquel momento: Artaud, Jarry, Genet, Cocteau, Sartre...
En 1970 se afincó en París. Allí fundó el Centro Internacional de Investigación Teatral, la compañía con la que desde entonces ha recorrido el mundo, con especial querencia por África y Asia, de donde han bebido muchos de sus espectáculos. En 1974 la troupe se instaló en el Bouffes du Nord, un viejo coliseo del siglo XIX abandonado: lo renovaron, pero no lo redecoraron, sino que mantuvieron su halo de decadencia, una estética que encajaba con su idea de volver a la pureza de los orígenes del teatro. En el Bouffes du Nord, Brook puso en práctica sus investigaciones teóricas: un teatro despojado de artificios, litúrgico, basado en el actor, sus gestos, la palabra. Fruto de ello nacieron espectáculos como Woza Albert! (1990), Je suis un phénomène (1998), El gran inquisidor (2005), Sizwe Banzi est mort (2007), Warum Warum (2010), El traje (2012), The Prisoner (2018) y Why, que se estrenará en junio de este año. © El País,SL
Raquel Vidales
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