El café concert de Peloni
Pelonintesivo
Libro: Sebastián Meschengieser y Roberto Peloni/ colaboración autoral: Elio Marchi/ intérprete: Roberto Peloni/ escenografía y vestuario: Vanesa Abramovich/ luces: Gonzalo González/ dirección audiovisual: Talo Silveyra/ colaboración artística: Malena Guinzburg y Claudio Tolcachir/ coordinador de producción: Sebas Rojas/ producción ejecutiva: Tamara Bur/ producción artística: Lino Patalano/ teatro: Maipo/ funciones: viernes, sábados y domingos, a las 23. 15/ duración: 80 minutos/ Nuestra opinión: muy bueno
De vez en cuando, una terapia escénica nos sirve para recordar de qué se trata el extraño juego de ser uno y otro(s) al mismo tiempo. Casi como un ejercicio sobre el teatro mismo, Pelonintesivo cumple exactamente esa función. Se trata de un unipersonal, el primero para Roberto Peloni, que despliega su histrionismo y versatilidad con un abanico de personajes desopilantes, creaciones de un imaginario corrido, casi kitsch, que nos retrotrae a la tradición del unipersonal y del café concert, que supieron honrar Edda Díaz, Antonio Gasalla e incluso los grandes nombres del inmortal Parakultural.
En un viaje al que la corrección política claramente no fue invitada, Pelonintesivo nos lleva por mundos tan extraños como familiares. Comienza con "Tatiano", un adolescente que sufre por tener senos muy grandes, producto de una alimentación basada en pollo (y hormonas) y continúa con "Selva", una murguera lesbiana cuya pareja está a punto de dar a luz. Integrando los mundos de la murga, el barrio, "la agrupación" y hasta la tan controvertida grieta, Peloni se las ingenia para desplegar con "Selva" una de las creaciones más logradas de la propuesta.
Otra composición que se destaca es la de "Dr. Donald", un payamédico norteamericano, de peluca rubia, que, acompañado por el Gato Mau, expone su credo xenófobo en chistes inefables y canciones infantiles reversionadas (cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia). Así, entona: "Había una vez, un sirio" o "Vamos de paseo, en auto feo, pero no me importa, porque llevo bomba".
Sobre el final, como último acto de rebeldía escénica, aparece Roberto Peloni. Sí, el actor, el intérprete, el que nos "suena" por su participación en Morfi o por su memorable Farquaad en Shrek. Justamente, cuando se quita toda máscara, Peloni se anima a poner en jaque los mecanismos de validación de la industria del entretenimiento, el rol que juegan en eso los medios y los traumas que trae consigo el trabajo de hacernos merecedores de un nombre propio.
Merecen un paréntesis especial las piezas audiovisuales dirigidas por Talo Silveyra, que le aportan un carácter contemporáneo y joven a la propuesta.
Aunque resulte extraño por las virtudes destacadas, quienes hemos visto a Roberto Peloni desplegando sus matices en obras como El cabaret de los hombres perdidos, Shrek o en sus memorables personajes de los musicales de Random creativos (¡¿Cómo olvidar aquella memorable Parka?!), sabemos que Pelonintesivo es apenas un "tapeo" o muestra acotada de todo lo que este actor tiene para dar. Por eso, nos deja con ganas de más.
Sin embargo, vale la pena acercarse al Maipo Kabaret, subir las escaleras entre retratos de la edad de oro de la revista porteña y compartir una noche casi lisérgica junto a otros trasnochados. Peloni y su maestría en el juego teatral lo merecen.
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