El Botella: un viaje a París en busca de un sueño
Tras la muerte de su abuelo, el niño deja la fábrica abandonada en la que vive y emprende una larga travesía; escrita por Diego Corán Oria y Jorge Soldera, la obra la protagoniza Enoc Girado
Todo empezó con una crisis y un dibujo. Después de De gira en La Farruka, en 2013, su último trabajo con los Random Creativos (La Parka, Alicia en Frikiland), Diego Corán Oria pensó, por esas razones crípticas y enrevesadas de la razón que el corazón no entiende, que no iba a volver a escribir un musical. Se lanzó entonces a probar el teatro de texto y dirigió Sexo con extraños, con Guillermina Valdes y Gastón Soffritti, y luego se sumó a varios proyectos televisivos. El Botella empezó a pendular en su mente a partir de un dibujo que garabateó mientras sus alumnos de la escuela de teatro musical Proscenio hacían un ejercicio, y en un tiempo en el que se había propuesto explorar la escritura de la mano del mejor: Mauricio Kartún. Entró en la escuela del gran maestro de dramaturgos y comenzó a escribir guiado por Ignacio Apolo y el grupo de talleristas que, según la metodología kartuniana, deben aportar elogios, objeciones y sugerencias en cada entrega del texto, siguiendo activamente la evolución del trabajo. En paralelo, Jorge Soldera, compositor de los tres musicales de Diego, ya había visto el dibujo, una botella con cara de niño entre unas olas de mar, y le había provocado un fuerte impacto: su estudio se llama El Barquito y el mar le remite a tiempos felices en familia, a su papá, fallecido hace poco, y a una extraña afición por los barcos, que colecciona de todos los tamaños y colores. Por eso, Soldera tardó apenas unas horas en crear una melodía incidental que entusiasmó a Diego. "Acá hay algo grande", pensó. Pasaron dos años. El dibujo mutó en El Botella, y esa primera melodía se convirtió en la obertura del nuevo musical de la dupla Corán Oria-Soldera que sube a escena los sábados y domingos en el Teatro 25 de Mayo.
A los 36 años, Diego Corán Oria dejó atrás con esta obra una etapa de irreverencia creativa tan propia de la frescura juvenil casi adolescente de sus primeros trabajos, y sobre todo explosiva en materiales distintos, absolutamente originales, para pasar a otra etapa, en la que reflexiona sobre su quehacer como creador relevante de la escena porteña. Si antes los procesos eran un claro resultado de una lluvia de ideas grupal, junto a su team de Random, ahora este joven director y autor decidió tomarse el tiempo necesario para rumiar un nuevo proyecto, pasarlo por varios tamices, dejarlo reposar, levar y recién ahora estrenarlo. El resultado es un texto con una poética diferente de la que venía trabajando, más grueso en capas de análisis, pero sin perder un ápice de ese universo lleno de criaturas únicas que sólo él sabe llevar a escena. En sus propias palabras: "Es la primera vez que siento que pude escribir una obra tan sentida y tan argumental. El texto es muy importante en esta obra. Estructura el caos. Fue un trabajo muy revelador en mí", comenta. A El Botella, que cuenta la historia de un niño huérfano que vive en una fábrica abandonada con su abuelo hasta que este muere y entonces decide emprender solo un viaje a París en busca de su identidad, no le faltarán los personajes desopilantes del estilo de La Parka, o La Oruga, de Alicia en Frikiland. Al contrario, se sumarán a este repertorio nuevas criaturas, como Barrera y Pepe Vacío, dos bandidos de buen corazón que ayudarán al protagonista y a su más fiel amigo, Fresco, otro personaje que es pura ternura. "El Botella viaja en busca de su sueño. Es una búsqueda de identidad, pero hacia un proceso, no hacia un fin. Esa búsqueda es por momentos caótica, esperanzadora, por momentos conecta con los demás, en el tránsito también están las mejores cosas. Estamos en un mundo muy resultadista, muy exitista, y la obra habla de que no nos olvidemos de las cosas cotidianas que nos hacen felices", reflexiona el autor. "El taller de dramaturgia hizo que el material crezca más. Fue un focus group, una inyección de confianza y también de frustraciones, de ver que por acá no iba y luego que por acá sí. La guía de Ignacio Apolo, que fue enormemente generoso conmigo, me ayudó mucho", agrega.
Tanto Diego como Jorge Soldera repiten en distintos momentos de la charla el leitmotiv de la obra: "Que los sueños sean el timón, dice la obra, y donde vayan debo ir. Los artistas soñamos cosas que cuando somos niños están bárbaras y después parece que ya estás grande para eso, pero no... Cada vez que voy a componer una canción siento que es un milagro", dice Soldera, que pensó la música de esta obra como una película y creó 17 tracks, canciones que por momentos funcionan como música incidental y luego se transforman en poesía, canto, baile y explosión de colores y sensaciones. "Compuse mucho en 3x4 porque me sonaba al ritmo del mar", explica sobre el origen de los valses que se escuchan en la obra, las baladas y también unas reminiscencias tangueras para homenajear al Río de la Plata y para que se luciera la gran revelación de esta obra, Enoc Girado, un niño de 9 años fan de Goyeneche, Carlos Gardel y Aníbal Troilo que es el encargado de ponerle voz y cuerpo a El Botella.
"Lo vi en un programa que conducía Mariano Iúdica", cuenta Diego, sobre el descubrimiento de este talento. "Lo veo cantando tangos y le mando una foto a Jorge. Le digo, encontramos al Botella." Si algo caracteriza a Diego Corán Oria es que no mide límites: lo que quiere lo consigue. Y aunque cuando quisieron contactar a Enoc éste estaba triunfando en la televisión de la mano de Marcelo Tinelli, que lo puso a cantar en uno de sus programas ante millones de espectadores, el director logró convencer a sus padres de que se animara a hacer teatro con él. "Es un niño hecho adulto y un adulto hecho niño. Es un talento increíble", dice ahora el autor de su Botella de carne y hueso. El elenco se completa con Francesca Lorito, otra niña deslumbrante, y Horacio Vay, Jorge Priano, Nicole Hernández, Sebastián Ziliotto, Giuliana Tagliamonte, Camila Casaubon, Lucía Cullinan, Ana Gutiérrez, Gonzalo Fletcher, Jorge Contegni, Manuel Erramouspe y Pilar Rodríguez. Seku Faillace se ocupó de las coreografías y Tadeo Jones, del arte. El despliegue de vestuario y escenografía es increíble: 90 cambios de ropa y 10 cuadros escenográficos para recrear los espacios por los que transita El Botella, que van desde el puerto de la ciudad ficcional de Punta Orilla hasta la bella París.
El pequeño gran protagonista
Enoc Girado es de esos niños cantantes que, al entonar la segunda nota, ya tienen a todo el público boquiabierto. Como la primera vez que escuchamos a Soledad en Cosquín, Enoc impactó en su aparición en Showmatch el año pasado porque parecía increíble ver tanto prodigio contenido en un niño tan chiquito. Pero a su corta edad tiene un recorrido: comenzó en 2014, cuando su madre lo llevó a un casting para Argentiniños, un segmento en Canal 9. Luego fue a Morfi, todos a la mesa, y quedó seleccionado para un programa de talentos en Colombia. Fue entonces cuando llegó el llamado de la producción de Showmatch para bailar folklore en el marco de Bailando por un sueño. Alguien le avisó a Tinelli que Enoc cantaba y cuando el conductor se dio cuenta de que el niño tenía más que una linda voz improvisó una conversación de 15 minutos al aire para terminar llorando de risa con las respuestas del ocurrente niño. El rating trepó tanto con su participación que volvió a Showmatch pocos días después, ya convertido en uno de esos personajes que el hábil presentador suele descubrir entre el público de su programa y catapultar a la fama en cuestión de segundos. En el caso de Enoc fue catapultado al Teatro 25 de Mayo, donde ya sube a escena todos los fines de semana.
En números
90
Cambios de vestuario
10
Cuadros escenográficos
80
Personas trabajan en la puesta
17
Canciones tiene el musical
El Botella
De Diego Corán Oria y Jorge Soldera
En el Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444
Funciones, sábados y domingos, a las 17.
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