El arte, interrogado por la billetera
Por el dinero / Dirección: Luciana Acuña y Alejo Moguillansky/ Dramaturgia: Fernanda Alarcón. con: Luciana Acuña, Alejo Moguillansky y Matthieu Perpoint/ Música: Gabriel Chwojnik/ Iluminación: Matías Sendón/ Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte/ Colaboración: Fernanda Alarcón y Agustina Muñoz/ Asesoría: Ingrid Bleynat y Paul Segal/ Duración: 60’/ Sala: C C Rojas.
Nuestra opinión: excelente
Dos personas están sentadas alrededor de una mesa con papeles en la mano. Comparan gastos mensuales. El listado va desde los servicios públicos, hasta la educación privada de los chicos (1395 pesos, 1420), pasando por el impreciso rubro "salidas" (1600, 300) u otro ítem al que llaman "delivery". ¿Número final? 11.000 y 13.000 pesos. Una cifra desbordada para sus realidades económicas.
Mientras esto sucede, atrás, sobre una pantalla, se proyectan unas imágenes de El loro y el cisne filmadas en el Teatro Argentino de La Plata. Es un ensayo de El lago de los cisnes . Pero ahora está acá, en el Rojas, mientras alguien dice: "Las imágenes pueden pertenecer a tantas películas como sea necesario".
Esto no es una película. "Esto", llamado Por el dinero , lo hicieron, lo hacen, Luciana Acuña y Alejo Moguillansky. Ellos también repasan sus gastos. Ella es coreógrafa, bailarina, actriz. Él, cineasta (y acá también músico). Son pareja. Tienen una hija llamada Cleo, que más allá de la felicidad cotidiana que aporta, significa unos 4000 pesos de sus economías.
Para más datos, Luciana Acuña es una de las fundadoras de Krapp (grupo con merecida categoría de emblema en el mapa de la danza independiente). La fama, a veces, es puro cuento. O un cuento del cual la billetera pocas veces se entera. Luciana se gana la vida dando clases y haciendo coreografías para obras que montan otras gentes. Él, por ejemplo, con El loro y el cisne acaba de obtener una mención en el Bafici. Eso le da prestigio y, seguramente, alegrías. No más. No menos. La paga viene "de las propagandas de Fiat, de Clarín Olé, de gaseosas, o lo que mierda haya que vender", dice.
En escena están acompañados por el bailarín francés Matthieu Perpoint. En París fue bombero del distrito 15. También enfermero. En Lyon se ganó la vida durante años como bailarín de una compañía de danza. Ganaba 2500 euros mensuales. Comía todas las noches en restaurantes. Hace dos años se mudó a Buenos Aires. Acá se gana la vida dando clases de francés. Es el que dice gastar 300 pesos mensuales en salidas.
También está el compositor Gabriel Chwojnik. La música que compuso y que toca en vivo para esta experiencia performática podría formar parte de una película de Tarantino. Él mismo podría ser un actor de Tarantino. El programa de mano dice que por sus conciertos o por las músicas que hizo para películas ganó varios premios. Sobrevive haciendo música para comerciales de papas fritas y gaseosas.
En Por el dinero los cuatros repasan sus vidas. Por momentos, esa mirada parece quedar registrada en aquellos viejos libros de memoria y balance (¿seguirán existiendo?). Esos que tenían innumerables columnas para el debe y el haber. Lo hacen en una noble biblioteca vacía (la del Rojas) dominada por estanterías de madera.
A su modo, escriben un libro de vida. Una especie de biodrama de la Argentina contada por gente como uno (no importa qué se quiera decir con esta no-categoría). Pero no se queda ahí. Por el dinero es también una aguda radiografía sobre los mecanismos de creación artística, sobre las asimetrías entre organismos internacionales políticamente correctos que terminan siendo morbosamente incorrectos para nuestras realidades, sobre las apuestas de creadores que no miden consecuencias, sobre el mundo de la indagación artística. Desnuda eso. Lo expone. Lo expande.
Así es como esta lectura performática, o este biodrama sobre un sector social, o esta pieza coreográfica o esta experiencia de teatro posdramático adquiere una matriz política de enorme peso aunque todo se esconda (se desnude) detrás de datos "menores" como una boleta de luz, una serie de mails que cruzan el Altántico (escena maravillosa) o de detalles de vida en los que los tanto la dramaturgia como el arte de esta experiencia encuentran una mágica fluidez.
Por el dinero nace como una propuesta del Centro Cultural Rojas llamada Proyecto Manual. Luciana Acuña y Alejo Moguillansky trabajaron a partir del Manual de danzas nativas , de Pedro Berruti. En la red, a ese libro se lo encuentra por 150 pesos (incluye 3 CD de regalo). El manual, por ejemplo, dice: "Baile con sencillez y mesura evitando caer en toda exageración". El manual de estilo para el estilo de vida de esta gente parece no estar escrito. O se está escribiendo. Por eso, los apremios, los bajones, los premios, las encrucijadas. Y, por eso, la dualidad de transitar una realidad dentro del mundo del arte mechada por giras, glamour indie y unos martinis en plena Londres; y la realidad de unas billeteras.
Ellos calculan que el trabajo en esta obra -que merece tener más funciones- les dejará a cada uno de los 4 entre 1000 y 1500 pesos. ¿Ese es el precio por un trabajo creativo? ¿El precio de ser un creador en la Argentina es vivir así? Todas estas preguntas quedan dando vueltas sin que se las formule directamente. En la película El loro y el cisne , uno de los personajes le pregunta a los integrantes de Krapp (ese grupo que integra Luciana Acuña): "¿Ustedes realmente creen que deberían recibir dinero por esto que hacen?"
La respuesta parecen darla con esta experiencia escénica de altísimo vuelo que nace en el mismo acto de indagar sus economías familiares.
El teatro, el cine; el cine, el teatro
Por el dinero comienza con una imagen de El loro y el cisne, la película de Moguillansky. Se trata de un (neo)documental que sigue el proceso creativo del grupo Krapp, del cual forma parte su pareja: Luciana Acuña. En 2009, Alejo ganó en Bafici por su película Castro. Allí también actuaban los Krapp. Mientras hacen las funciones de Por el dinero, Luciana está ultimando el estreno de la nueva obra de Mariano Pensotti. Allí hace la coreografía (lo que suele hacer para las obras de Lola Arias). Ese espectáculo de Pensotti, casi como forma de cerrar el círculo de desplazamientos creativos, se llama Cineastas.
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