El amor en tiempos de cuarentena
Una voz que irrumpe en el día. Una propuesta que implica por las próximas dos semanas convertirnos en la ex pareja de aquella voz. Como cualquier obra teatral: hay un pacto establecido entre quien enuncia y quien recibe el mensaje. Aquí no habrá cuerpos presentes, es cierto, la acción no se creará desde la corporeidad ni se recibirá con la vista como es la costumbre milenaria del teatro pero la ficción estará desplegada. Aunque la palabra teatro contenga la misma idea de mirar (etimológicamente la palabra teatro quiere decir lugar de la mirada) en esta experiencia hay sensación de teatro porque un ritual preestablecido por las dos partes necesarias -actor y público- se da inicio, porque la ficción sumerge al oyente en otro mundo y porque desde la voz y desde los distintos sonidos que se van transmitiendo también se crea una historia. Infinitamente potente porque sin imágenes acaparadoras que distraen, los sonidos penetran y entonces la imaginación se desata. Si en cualquier obra la interpretación de la platea la termina de completar, en Amor de cuarentena se potencia porque en esta especie de juego de roles, lo no dicho por los actores se completa en la mente de quien lo recibe.
Las entradas se compran por Alternativateatral, como es costumbre, la función comienza un día determinado, hay actores, director, autor, público. La experiencia comienza los miércoles y sábados; y durante 14 días se recibirán mensajes, ya que el espacio físico se traslada al teléfono celular, específicamente al WhatsApp, gran personaje en este presente de aislamiento.
"Quiero tener la libertad de hablar de lo que sea. ¿Te parece bien? ¿Podemos hacer ese pacto? No pongamos condiciones en esta comunicación. Con una salvedad: ser amable siempre, es la única ley necesaria. Fuera de esa excepción, todo lo demás está liberado" se le escucha decir en una de las jornadas en las que se divide la experiencia al actor o la actriz (Leonardo Sbaraglia, Cecilia Roth, Dolores Fonzi, Jorge Marrale o Camila Sosa Villada) que se haya elegido en el comienzo de la travesía.
El desafío es claro y contundente: más que nunca el receptor -las categorías están rotas y espectador parece no caber en este caso- debe completar la historia. Más que nunca entonces se aventura a completar con la suya propia, fantasías, recuerdos, pasajes vividos. Todo ese cúmulo de sensaciones se irá despertando en canciones, fotos, audios durante las dos semanas en las que se van recibiendo diferentes tipos de archivos; la inmensa mayoría son audios con anécdotas cotidianas de este ser, pero también llegarán canciones, fotos con amaneceres y atardeceres y hasta silencio, el silencio del otro que llega como un regalo para suspender por algunos segundos el día. Ya no hay escapatoria. En el mutismo del aislamiento, los sonidos despertarán todo lo que está encerrado.
El conflicto es escaso, aquí prima el acuerdo de la amabilidad y el texto de Santiago Loza, uno de los mejores dramaturgos de este tiempo y maestro a la hora de encontrarle poesía a la vida cotidiana, que propone un encuentro ficcional despojado de problemas. Aquí hay amor en soledad y una búsqueda incansable por achicar la distancia instalada. Relatos de momentos comunes, sensibles. La sorpresa de encontrarse frente a un colibrí o la dicha de ver crecer una planta. ¿Quién no quiere recibir mensajes a diario de algún gran amor pasado que lo marcó y le dejó huella y rememorar momentos luminosos?
El director Guillermo Cacace, al mando de este viaje, tiene un gran desafío: darle espesura a la voz. No contar con el cuerpo pero en cambio indagar en las múltiples posibilidades que tiene el universo sonoro. Modular las pausas, jugar con los silencios, sorprender con canciones.
"Hoy sentí un arrebato de entusiasmo, tuve una especie de fe desconocida, simple, terrenal, para nada mística. Durante todo este día mantuve la esperanza. Quisiera ser un ente transmisor de esta fe sencilla que apareció este día", dice con dulzura el ex que se entromete en la cotidianidad y le da brillo a un domingo pálido y entonces el teatro una vez más cumple con la premisa de ser el único arte en el que la humanidad se enfrenta consigo misma.
Amor en cuarentena
De: Santiago Loza. Con: Dolores Fonzi, Jorge Marrale, Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia y Camila Sosa Villada. Dirección: Guillermo Cacace. Diseño audiovisual y sonoro: Francisco Castro Pizzo. Entradas a la venta por Alternativa Teatral. Entrada base: $600 + colaboración voluntaria. La experiencia comienza los miércoles y sábados; y durante 14 días se recibirán audios, videos y fotos por WhatsApp.
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