Dos jóvenes en permanente ascenso
Nicolás Scarpino y Romina Groppo son elogiados por sus trabajos en varias comedias musicales
El elenco de "Aplausos" es de lo mejor, pero es llamativo el aplauso que dos de sus integrantes despiertan en cada función, con cada intervención o número musical en el que participan. Son Nicolás Scarpino y Romina Groppo. El interpreta a Dudú, el asistente gay de la protagonista, en tanto ella demuestra que no hay papeles menores cuando hay grandes intérpretes. Participa en dos números musicales brillantes como Peggy, una actriz de reparto de comedias musicales.
Ambos comparten la escena de los "gitanos", la forma en que son llamados los bailarines que se trasladan de un espectáculo a otro. Y generan uno de los aplausos más fuertes cada noche. Se conocían por amigos en común y cada vez que se cruzaban expresaban un deseo: "Tenemos que trabajar juntos". Curiosamente, estas dos revelaciones no estaban programadas desde el primer momento en que la obra fue gestada. Ambos papeles iban a ser cubiertos por Diego Reinhold y Elena Roger, que desistieron en pos de otros trabajos que consideraron mejores.
Proveniente de una familia de artistas, Romina Groppo trabaja en musicales desde muy chica. El primero que hizo: "Mozart", de Sergio Lombardo, y con el recordado Pablo Lisazo, fue en el rol protagónico femenino. Le siguieron "Dady & Chino en Syncro", "Drácula", "El jorobado de París", "Hello, Dolly!", "El violinista en el tejado" y "Smoke", entre otras. En cambio, Nicolás Scarpino trabajó en "Peter Pan" (1991) y en "Suspiros de monja", la versión masculina de "Sorpresas". Su labor es más conocida por la televisión ("Nano", "Cabecita", "Jesús, el heredero"), por el teatro de texto ("Perdidos en Yonkers", "Confesiones del pene") y por el premio Cóndor de Plata que recibió por su única película: "Bajo bandera". "Pero siempre quise trabajar en comedias musicales. Me había mentalizado en que iba a trabajar en una grossa", aclara.
Una de las virtudes que los hace aptos para el género es que, además de ser muy buenos actores, ambos cantan y bailan. Pero aunque artísticamente son completos, habitualmente se menosprecia al artista de comedia musical. "Es una contradicción considerar al género como menor y menospreciar a un artista completo. Poder hacer un musical y salir airoso es como tocar el cielo con las manos. Además, la base total es el actor. Desde la antigüedad había números musicales en el teatro y estaban hechos por actores. Lógicamente, tenés que saber cantar y bailar. Pero esto es una obra teatral", explica Scarpino. "Algunos no se imaginan lo complicado que es hacer un musical como éste. Tenés que estar muy entrenado. Porque estás con una partitura en la mano, un libreto y, además, tenés que aprenderte coreografías. Es muy complejo como para llamarlo «género menor»", agrega Groppo.
De todas formas, aunque su presente y pasado inmediato esté embebido de comedia musical, ambos coinciden en que no es el único lenguaje en el cual conciben al teatro.
"Me gustaría mucho hacer una obra de texto -dice Groppo-. Con Claudia Lapacó trabajé en el ciclo «Teatrísimo» y amé ese trabajo. En el fondo es igual. Yo cuando canto, estoy diciendo. Y cuando bailo, es mi cuerpo el que está actuando y diciendo lo que quiero decir", explica la actriz, que estudió danzas clásicas desde los 6 hasta los 15 años, para luego dejarse subyugar por la comedia musical.
Hay un dilema que siempre aqueja a los artistas del género y es la inestabilidad protagónica. Muy pocos son los que zafan de las audiciones (pruebas) y son convocados directamente. Esto implica que la competencia es grande y que hoy se puede estar protagonizando o siendo parte de un elenco principal, para luego volver al coro. Es antipático, pero es una realidad. No es el caso de Scarpino, con un nombre más popular gracias a la TV, pero sí el de su compañera. Incluso actualmente su nombre no está destacado del resto del coro ni en el programa de mano, ni en la puerta del teatro. "Al no haber tanto mercado para el género, a veces, tenés que resignar un protagónico. El artista de musical va y viene de un rol importante al coro y es un tema que joroba mucho. Hice aquel papel en «Mozart», pero después seguí trabajando como bailarina. Hasta que Pepe [Cibrián Campoy] me dio la oportunidad de hacer Lucy, uno de los protagónicos de «Drácula». Hace poco también hice de Tzeitel, uno de los roles coprotagónicos de «El violinista en el tejado». A partir de ahí, me dije que no iba a resignar ese lugar. Y me he pasado todo el año pasado en mi casa, con muchos ofrecimientos para bailarina, pero dije que no. Afortunadamente, me llamaron para esto, pero también tuve que dar audiciones con otras dos compañeras", recuerda la actriz.
Pruebas
A los 4 años, Nicolás Scarpino le pidió a su mamá que lo llevara a las pruebas para el coro de "Cantaniño". "Yo quería tener una remera con el sapito", recuerda. Entró, participó como solista en el cuarto disco y, en su preadolescencia se vinculó con el mundo publicitario. Así fue como, detrás de un recordado aviso de chicles globo, llegó a filmar más de 50 comerciales. "Mi historia me indica que uno nace siendo artista. Podés prepararte y estudiar, pero lo llevás en la sangre. No es dónde tenés que ir, sino lo que tenés que sentir. Después viene el resto: es una profesión que está más teñida de fracasos que de satisfacciones. Pero uno tiene que hacer un trabajo personal para verlo desde otro lugar", explica el actor.
Su papel consagratorio de "Bajo bandera" fue el de un colimba gay y la televisión también le brindó mucha popularidad a través de su Bubi, su personaje amanerado de "Matrimonios y algo más". Pero aunque tuvo dudas antes de aceptar su rol en "Aplausos", Scarpino no le teme al encasillamiento y confía en su versatilidad. "No quería volver a hacer un personaje homosexual. Tuve dudas, pero sobre todo por el prejuicio de lo que pudiera decir el medio, como si fuera lo único que supiera hacer. Pero esto está teñido de otro concepto: hacer un musical. Yo sabía que este rol me iba a abrir una gran puerta."
Scarpino recuerda con cariño su papel como la novicia Leo en "Suspiros de monja", mientras que Romina agrega que, para ella, haber hecho de Lucy en "Drácula" fue lo más. "Siempre tuve que hacer papeles fuertes y pesados: Esmeralda, la gitana, o Tzeitel, de «El violinista...» era una judía que no podía levantar la voz, pero de gran fortaleza interna."
Las críticas hacia ellos fueron unánimes. Están felices porque aseguran que no se lo esperaban. Ahora, sus mayores deseos están puestos en el género. "Pretendo que haya una cultura de musical en el país. Ahora es mayor que antes, pero claro, no es popular como ir a la cancha. Quiero explicarle a la gente que es un género hermoso, muy fácil de entender. En la vida uno se comunica con el cuerpo y la música. Esto es igual", señala Groppo. "De aquí en más, quiero quedarme en el género porque lo disfruto muchísimo. Aunque lógicamente, no quiero dejar de hacer otras cosas que me enriquezcan como actor", agrega Scarpino.
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