Dos cordobeses son los creadores del boom El club del hit
Los hermanos Alejandro y Matías Ibarra son apasionados del musical
Los Ibarra, los hermanos Ibarra. Así se los conoce desde hace no muchos años a estos dos geniales creadores dentro del teatro musical porteño que supieron el año pasado poner en escena un espectáculo de showchoirs llamado El club del hit y que este año fue repuesto en una sala clásica de la avenida Corrientes, el Tabarís.
Matías y Alejandro son referentes dentro de esa estética tan poco cultivada en nuestro país y que vienen desarrollando, pese a su juventud, desde hace muchísimos años. ¿Cuántos? Tal vez a lo largo de toda su vida. Ellos no son de Buenos Aires, un lugar en el que las diversidades están a la orden del día. Provienen de un pequeño pueblo cordobés, Almafuerte, de apenas once mil habitantes y dedicado a la actividad agropecuaria y metalúrgica. En ese contexto surgieron en el seno de una familia de escribana e ingeniero dos hermanos amantes de la música y los musicales.
Como todo niño que habita un pueblo sabe que debe sobrevivir a un momento del día en el que la vida parece apagarse: la siesta. Tuvieron que sobrevivir a la siesta, ese nefasto lapso en el que la calle y los juegos están tan prohibidos como el ruido. Pero mientras los adultos dormían ellos tenían la suerte de tenerse el uno al otro y de ser dos hermanos con gustos muy afines. Habían heredado de la abuela un tocadiscos y algunos títeres con los que comenzaron jugando.
Entre los discos que podían escuchar estaba uno de Alta Tensión, de La novicia rebelde, Valeria Lynch y Liza Minelli. Así, mientras sus padres dormían, ellos pasaban sus horas envueltos y rodeados de música. "Cuando uno proviene de un lugar en el que las opciones son el fútbol y el básquet, se vuelve inevitable fortalecerse para terminar haciendo lo que uno quiere. No es sencillo gustar del musical siendo niño", cuenta Matías. Y esto, que comenzó siendo un rasgo diferencial de estos dos hermanos cordobeses, acabó por convertirse en profesión y oficio: el teatro musical.
"Mamá desde siempre participó del coro de madres, y a nosotros nos llevaba a cuanto coro había. La música nos viene de ahí, calculo. Fueron ellos quienes nos llevaron a Carlos Paz a ver el Ballet de Liliana Belfiore, y nos hacían consumir todo lo artístico que andaba por la zona, desde circo hasta el cine de Porcel y Olmedo", acota Alejandro.
Pero antes de llegar a la gran meca teatral, y como era de esperarse de dos hijos de profesionales de clase media, el destino era único: la universidad. Y así fue que cada uno a su tiempo migró a la ciudad de Córdoba para iniciar allí sus respectivas carreras: Comunicación Social para Matías y Administración de Empresas para Alejandro. Pero ya la ciudad de Córdoba les permitió ir anudando un destino distinto.
Mientras estudiaban esas carreras, Alejandro se inscribió en la misma universidad en la carrera de Teatro y Danza, y Matías, en la de Música. Y así fue que ambos cumplieron con el cometido esperado y el propio, pero una vez que debían iniciar la vida adulta el sueño se impuso y ambos acabaron dedicándose a lo que desde chiquitos, en aquellas siestas de Almafuerte, soñaban: el teatro musical. Y tuvieron la suerte de no estar solos en esa tarea. El padre vendió una propiedad para producir uno de los primeros espectáculos de Matías y puso su conocimiento profesional para ayudar a sus hijos en el armado de los objetos que todavía hoy usan. "Los seguidores (luces) que tenemos en El club del hit los hizo papá, al igual que las tarimas y las candilejas, y mamá ha volanteado para publicitar un espectáculo de Matías", cuenta con una sonrisa tierna Alejandro, mientras evoca la formación de su primer grupo teatral en la capital de su provincia, con el que hacían canciones de comedias musicales armonizadas a tres voces y con coreografías propias. "Era de esos proyectos que ensayás tres años y representás dos veces. Después de eso, cuando tenía 21 años, me vine becado a Buenos Aires a la escuela de Julio Bocca y al Ballet Estable del Teatro San Martín", cuenta Alejandro.
"Yo me vine varios años después –aclara Matías–, porque me quedé produciendo en Córdoba mientras él estudiaba. De hecho, nuestros primeros trabajos juntos los hacemos a la distancia. Yo hacía la música en Córdoba y mandaba por encomienda los CD que él buscaba en la terminal de Retiro." Se refiere a Perfectamente inocentes, espectáculo de covers que hicieron junto a Mariana Jaccazio, Johanna Sciar y Emanuel González Castro (el grupo Pepper Top Singers), y al que le siguió ¿Dónde está Liza?, con el que homenajearon a aquella artista que disfrutaban en las siestas de Almafuerte. El club del hit fue el primer espectáculo que hicieron ya viviendo los dos en Buenos Aires.
El showchoir es único en su tipo en nuestro país y se debe a que, cuando eran muy jóvenes, viajaron por un intercambio estudiantil a West Virginia, Estados Unidos, y allí participaron de las competencias de este género (algo que los amantes de la serie televisiva Glee conocen mucho), para luego adaptar a nuestra lógica estética y productiva. Es con él con el que logran una enorme popularidad y difusión dentro del panorama teatral musical porteño, al que claramente han logrado conquistar y seducir. Y no es para menos. Son los creadores de un espectáculo que si algo genera es felicidad en la platea. Una escasa hora de entretenimiento puro acompañado de un talento y una rigurosidad técnica más que notables. ¿Qué les deparará el futuro? Una comedia musical que está escribiendo Matías y de la que no quieren anticipar nada en lo temático. Sólo señalan que están intentando producir una obra que genere el mismo placer que todavía transmiten con El club del hit.
- El club del hit
De Alejandro y Matías Ibarra.
Martes, a las 21; trasnoche del sábado, a las 0.15.
Tabarís, Corrientes 831.
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