Dolores Fonzi: una actriz con nuevas prioridades
Luego de ser madre decidió volver al teatro con Isósceles, y a la TV con Graduados y En terapia, que se verá en Canal 7
Coronel Díaz y Avenida del Libertador. Cuatro y media de la tarde de una tarde soleada. Fuera del bar ilumina el sol; adentro, el Barcelona de Messi que se luce por televisión. Diez, quince, veinte minutos y Dolores llega con la exaltación propia de quien caminó rápido un par de cuadras para no llegar aún más tarde. Tiene el pelo platinado (mírenla aquí en las fotos), unos Ray-Ban negros tras los que se esconde y una sonrisa que se anticipa a la formalidad del saludo. Invita a cambiar la mesa de adentro por una de la vereda, prende un cigarrillo y para cuando el grabador se enciende, la entrevista ya hace unos minutos que se convirtió en una charla distendida y sin prisa.
A los 33 años, en pareja con el actor mexicano Gael García Bernal y mamá de Lázaro (3) y de Libertad (1), Dolores está a años luz de la actriz que asomó a finales de los 90 en Verano del 98 . Después de tres años consagrados casi íntegramente a la maternidad -sólo participó de una película, El campo , de Hernán Belón, que se estrena en mayo-, volvió a la actuación. Como el beduino en busca de agua fresca en pleno desierto, Dolores se zambulló de cabeza en varios de los proyectos que llegaron a sus manos. El fin de semana último retornó al teatro, en Isósceles , obra dirigida por Mariana Chaud. En tele hizo un par de apariciones en Graduados (anoche volvió a la tira de Telefé, para la que ya grabó todas sus escenas) y, en breve, se la verá en Canal 7: En terapia , la versión local de la serie israelí Be Tipul -o In treatment en los Estados Unidos-, con Diego Peretti en el rol del psicoanalista, y ella haciendo pareja con Leonardo Sbaraglia.
-Pasaste de dedicarte a la maternidad a tiempo completo a volver a actuar también a tiempo completo.
-¡Tal cual! ¿Qué me decís? Pero es como si nunca hubiese descansado. Es duro al principio coordinar los horarios, pero una vez que entrás en ritmo, te acostumbrás rápido. Yo paré con el primer embarazo, dejé de trabajar hasta el año y medio del niño, Lázaro. Ahí hice una película, El campo, y después volví a quedar embarazada y paré otra vez. La niña, Libertad, acaba de cumplir un año, el nene ya está grande, y entre los dos casi que me echaron de mi casa. Andá tranquila vieja, da nos un poco de aire, andá a laburar. Yo ya tenía ganas, así que el regreso era algo que se iba a dar.
-¿Se radicaron definitivamente en Buenos Aires?
-No sé si definitivamente, estamos radicados en Buenos Aires; por ahora nos vamos a mantener acá y cada proyecto que salga lo vamos a pensar con la familia. Ahora somos un grupo de cuatro y estamos dispuestos a movernos como grupo si surge algo que nos interesa.
-¿Qué te gustó de Isósceles ?
-Todo. Mariana Chaud es una directora que me encanta, me gusta desde antes que me ofreciera el papel. Después me llegó la obra, vi que ya estaba Echi [Ezequiel Díaz], que es mi amigo, y Violeta [Urtizberea], leí el texto y no dudé. Es que más que cualquier otra cosa lo que tenía ganas de hacer era teatro. Ahora estoy un poco más tranquila, pero los días previos al estreno fueron de unos nervios tremendos. Tenía ganas de volver a vivir el proceso creativo, de juntarte a ensayar y ponerte a buscar y buscar, hasta dar con la forma definitiva de tu personaje. También ir a cenar después de la función, porque toda la parte social del teatro me encanta. El antes y el después los disfruto mucho.
-¿Y el durante?
-¡También! Es fundamental, pero tenés que hacer algo que valga la pena y que no te quieras morir cada vez que tenés que ir al teatro. Porque el teatro tiene eso de que repetís todo el tiempo lo mismo y si no está bueno, es una carga.
-¿Cuánto hay de vos en Cinthia, tu personaje de Isósceles ?
-Todo, porque me entrego a la directora y ella puede hacer lo que quiera conmigo... ¡De manera literal! Uno va con todas las ganas de hacer un personaje, de ponerse al servicio de la obra y de jugar. En este caso, los tres ya estábamos desde un primer momento recopados con la obra y nos propusimos un registro lanzado. No es que Mariana tuvo que subirnos mucho, al contrario, tuvo que bajarnos de nuestros delirios.
-Son sólo tres actores en escena. ¿Eso lo hace todo más intenso?
-Sí, sin dudas, somos sólo tres y de repente hay un bache de letra, de algo, no sabés a quién le toca y buscás en el fichero para ver si sos vos o rogás que alguien te salve. Pero si uno se equivoca y otro no sabe, sólo queda un tercero para solucionar el problema. Eso me tiene un poco apabullada. Le da más adrenalina a la obra y lo hace todo más intenso que si fuéramos diez que entran, salen, se cambian y vuelven.
Dolores es Cinthia, esposa de Gonzalo (Ezequiel Díaz) y amiga de Roberta (Violeta Urtizberea). Los tres estudiaron juntos en la facultad y, quince años después, el matrimonio se reencontrará con el tercer vértice del triángulo. Renacerán algunas prácticas del pasado, maceradas por la envidia que genera el logro ajeno y la frustración que provoca el desencanto propio. "Es una historia que le puede sonar familiar a cualquiera -cuenta Fonzi-. El presente hace que el pasado tome una forma misteriosa. Me parece muy gracioso el momento en el que arranca la segunda parte, quince años después de los días de la facultad. Los tres tenemos otro aspecto, otro look, otro vestuario y queda en evidencia lo que provocó en cada uno el paso del tiempo.
-¿Qué te gusta de tu personaje?
-Me gusta todo. Es una mujer resentida con lo que le tocó vivir. Ella esperaba mucho más de la vida. A los 20 creía que se iba a comer el mundo y a los 35 años tiene ese sentimiento de no haber podido concretar nada. Me gustan mucho los textos de los tres, mi personaje me encanta y es muy jugosa la obra. Todo el tiempo son dos contra uno, la pareja contra la amiga, las chicas contra el varón, ellos como amantes contra mi personaje. Es un triángulo que va girando todo el tiempo, según el momento de la obra. Yo envidio a mi amiga, tengo mucho resentimiento con mi marido, que hace 15 años lo tengo al lado, y no estoy convencida del todo. El triángulo se mueve todo el tiempo y siempre se producen situaciones de dos contra uno, que es lo que sucede cada vez que hay tres implicados en algo.
-Además del teatro y la televisión, tenés otro proyecto para el cine. ¿No?
-Sí, voy a filmar la ópera prima de Hernán Gerschuny, en la que también participa Rafael Spregelburd. Y de En terapia ya hice los exteriores y ahora me faltan todas las escenas del consultorio.
-¿Cómo se adapta la cabeza y el cuerpo a los distintos roles y lenguajes?
-Mmm, no sé si se adapta...
-¿La experiencia facilita las cosas?
-No sé, porque ahora soy más consciente de lo que pasa y algo de eso te tira para atrás. Antes era más joven y no tenía hijos, así que estaba bien emplear todo el tiempo en el trabajo. Ahora, además de filmar, grabar y lo que sea, tengo una vida. En realidad, todo se trata de organizarse, no es tan complicado. Antes me iba del trabajo a comer, a salir con amigos, ahora me quiero ir a mi casa. Pero está bueno haber hecho todo lo que tenía ganas de hacer de joven; ahora tengo ganas de otra cosa.
-Dijiste "de joven". ¡Ni que tuvieras cincuenta y pico!
-[Risas] Bueno... de más joven.
-¿Te queda tiempo para salir? ¿Vas al cine, al teatro?
-Muy poco, cuando puedo voy al teatro y hace mucho que no voy a un recital. Lo que más hago es ver películas con los chicos. Las infantiles las vi todas. La época de Godard ya pasó, ahora estoy a full con Shrek .
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