Discépolo, recuperado con pasión
Con Stéfano , Guillermo Cacace se consolida como un director experto en revisar textos clásicos y adaptarlos
Stéfano , de Armando Discépolo. Intérpretes: Antonio Bax, María Sol Cintas, Silvia Dietrich, Carmen Luciarte, Andrés Molina, Jorge Nicolini, Raúl Ramos, Miguel Sorrentino. Escenografía y vestuario: Guillermo Cacace, Lala Celeznoff. Luces: David Seldes. Realización de vestuario: Emilia Martins. Música original: Patricia Casares. Asistente de producción: Julieta De Simone. Asistencia de dirección: Lola Banfi. Colaboración artística: Julieta Abriola. Dirección: Guillermo Cacace. En Apacheta Sala Estudio (Pasco 623). Viernes, a las 21. Duración: 70 minutos.
Nuestra opinión: muy buena
Hace 80 años se estrenaba en Buenos Aires Stéfano, de Armando Discépolo, y su reposición por estos días en la sala Apacheta posibilita redescubrir la calidad de ese texto, las profundas cualidades de sus personajes y una porción de la historia argentina que, en los comienzos del siglo XX, dejaba en claro que alcanzar los sueños resultaba una tarea compleja. No por el mero sentimiento de frustración que eso podría acarrear, sino porque en ese esfuerzo la identidad quedaba al descubierto, se tornaba en despojos y enfrentar esa realidad promueve un fuerte dolor.
Stéfano, un músico italiano, llega a América con la fantasía de crear una gran ópera, pero, apenas puede construir y sostener a su familia. Al cabo de los años, pierde su empleo en una orquesta y toda su historia se derrumba. Su sueño nunca se cumplió y su vida adquiere unos perfiles tristemente patéticos.
Guillermo Cacace se introduce con su grupo en el mundo de Discépolo con una profundidad tal que logra reconstruirlo con una notable pasión. Su labor de director es muy calificada. Reconoce que cada una de esas criaturas tiene un valor en sí mismo, que esas tres generaciones que aparecen retratadas en la escena sintetizan una porción de la realidad nacional de aquellos tiempos. Y lo que es más doloroso, la herencia de los mayores ha deformado el futuro y pareciera que no hay escapatoria. El espectador proyectará, seguramente y con su experiencia personal, esa fuerte desprotección de los hijos sobre este presente. Ñeca, Radamés y Esteban demuestran en esta versión una desesperación particular que promueve mucho desasosiego.
En un elenco muy homogéneo, se destacan con fuerza las actuaciones de Raúl Ramos (Stéfano), Silvia Dietrich (Margarita) y Antonio Bax (Pastore). Tres composiciones muy diferentes, pero que rescatan a fondo la humanidad de esos personajes y los tornan muy conmovedores. Algunas relaciones en las que se detiene Cacace resultan muy inquietantes, también: la de Margarita y Esteban, por ejemplo; la de Stéfano y Pastore, en la escena en la que se devela la verdad. Allí los personajes parecen haber atravesado la relación de Vladimiro y Estragón, de Esperando a Godot , para provocar una mayor devastación en el espectador.
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