Diario de viaje por los teatros del mundo contado por artistas argentinos
El efecto del coronavirus en el mapa teatral traza un rompecabezas contradictorio y cambiante de escala global; relatos en primera persona desde Bruselas, Miami, Tokio, Río de Janeiro y Madrid
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En la ciudad de Buenos Aires, los teatros están cerrados hasta el 21 de este mes producto del aumento de contagios por el Covid-19. Situaciones similares se viven en otras ciudades extranjeras. Claramente, la pandemia maneja los telones de los teatros acá como en el resto del mundo en un tránsito cargado de marchas y contramarchas. El relato de lo que sucede en otras ciudades dan cuenta de esta hoja de ruta cuyo GPS constantemente se va reformulando semana tras semana.
Para esta producción, los testimonios los aportan artistas argentinos. Algunos, viven en el extranjero (como el director y actor Kevin Cass, que está en Miami; o Fernando Rubio, en Río de Janeiro). Otros, están en estos momentos trabajando en el exterior (Marco Canale, en Tokio; o Esteban Meloni, en Madrid). El quinteto se completa con Mariano Pensotti, llegado de Bruselas.
Pensotti y Canale, luego de largos viajes en avión, procesos de cuarentena e hisopados, iban a presentar propuestas con público. Pero ya no. Desde Madrid y Miami, Meloni y Cass –respectivamente– aportan otra cara de la nueva normalidad escénica. El extremo opuesto, Fernando Rubio decidió abandonar la cidade maravilhosa. En el tránsito de este recorrido por geografías muy diversas y búsquedas artísticas también distintas que encara cada uno de los consultados hay un punto en común: el desconcierto, las noticias de cancelaciones o estados de emergencia, el complejo camino de la llamada “nueva normalidad” y la inevitable comparación del movimiento escénico frente a otras actividades. Todos estos “mojones” parecen ser los lugares comunes de este vuelo imaginario de 44.870 kilómetros que recorre 5 ciudades de 3 continentes.
Mariano Pensotti: director, dramaturgo, cineasta
Bruselas, Bélgica
“El fin de semana varios teatros abrieron, aunque esté prohibido, como señal de protesta, como una forma de visibilizar el reclamo del sector”
Mariano Pensotti es el creador de obras como El pasado es un animal grotesco, Cineastas y Arde brillante en los bosques de la noche, entre otros espectáculos. Las producciones de este prestigioso dramaturgo, director y cineasta suelen viajar por los festivales internacionales de artes escénicas más importantes. Con el Grupo La Marea, que también integran la escenógrafa Mariana Tirantte y el músico Diego Vainer, realizan complejos montajes de neto corte experimental en ciudades del mundo aprovechando el paisaje y las historias del lugar.
Para el prestigioso Kunsten Festival des Arts, de Bélgica, Pensotti el próximo miércoles iba estrenar una versión de El público, propuesta cinematográfica compuesta por microhistorias, una falsa obra de teatro y una acción performática/musical que circulaba por las calles. La primera versión de este complejo entramado se realizó en Atenas, Grecia. La segunda, en Buenos Aires, en el marco del FIBA de hace dos años. En Bruselas, Le public / Het publiek, se iba a presentar en el Theatre de Martyrs, sala ubicada frente a la plaza del mismo nombre. Cuenta la leyenda que bajo esa plaza hay una fosa común en donde enterraron a los muertos de la revolución en la que Bélgica, en 1830, se separó de los Países Bajos. Muchos de los muertos de aquella noche eran espectadores que terminaban de ver una ópera en el Teatro La Moneda (la misma sala que estuvo ocupada hace unos días por artistas que protestaban por la situación crítica del sector). La idea de este engranaje escénico que se centra en el público era presentarla frente a la plaza levantada sobre la fosa común de un público muerto mientras, inevitablemente, ese mismo público está pendiente de los contagiados y muertos por Covid. Pero no. Como un signo de estos tiempos, Le public se podrá ver la semana próxima corriendo el telón de las pantallas. Teatro virtual.
“Todos sentimos que el teatro es seguro, que es más controlable que otras actividades que están abiertas; pero lo cierto es que mientras otras actividades están habilitadas, el teatro, no. Eso sucede también en Bélgica. En este contexto pandémico, nosotros, como grupo, hacemos tres cosas que están en la lista negra: viajar, crear obras de teatro y participar de festivales. Viajar a Bruselas fue complicadísimo por los permisos. Lo hicimos como equipo de filmación, aunque íbamos invitados por un festival de teatro y aunque nosotros hacemos teatro, porque la actividad cinematográfica en Bélgica cuenta con mayores apoyos que la escénica. Estuvimos casi un mes y nos volvimos. Los teatros iban a abrir en mayo, pero parece que eso no va a suceder. El Kunsten ahora está apostando a subir los contenidos a la plataforma del festival”.
Pensotti agrega: “En Bélgica los artistas tienen subsidios de desempleo y las salas independientes cuentan con ayuda estatal. De todos modos, la situación de la actividad teatral es complicada. El fin de semana varios teatros abrieron, aunque esté prohibido, como señal de protesta, como una forma de visibilizar el reclamo del sector. Lo cierto es que todo se va resolviendo sobre la marcha. El mismo nivel de caos e incertidumbre se vive en todos lados. De hecho, Los años, el montaje que estamos preparando para Alemania, se tendría que haber estrenado el año pasado y recién estrenaríamos en septiembre con la ilusión puesta que sea con el público. Es un momento de fragilidad”.
Kevin Cass, actor y director
Miami, Estados Unidos
“Restaurantes, shoppings y discos están llenos. Pero los teatro, hasta el pasado fin de semana, pudieron trabajas con un aforo máximo del 30 por ciento. Somos el último orejón del tarro”
Desde hace 8 años, Kevin Cass vive y trabaja en Miami. En la ciudad norteamericana durante 6 años dirigió la versión local de Microteatro. El director y actor montó en la Península de Florida su propia versión El principio de Arquímedes y Nerium Park, siempre con elencos hispanoamericanos. Al principio de la pandemia presentó el ciclo Teatro en cuarentena, lectura desde sus casas en las que participaron Florencia Otero, Darío Lopilato, Viviana Saconne, Roly Serrano y Esther Goris, entre otros. Este semana estrena una nueva obra. Esperó hacerlo en mayo porque, en la ciudad que se ha convertido en una de los centros del llamado turismo de vacunas, el aforo en las salas era tan limitado que era casi imposible abrir las salas.
“En Miami los teatros cerraron el 8 marzo del año pasado, en aquel momento yo estaba de gira en Chicago. Reabrieron las salas recién en enero con capacidad de sala limitado en una cuidad en la que todo el mundo hace lo que quiere. El distanciamiento social lo piden, pero nadie lo cumple. Restaurantes, shoppings y discos están llenos. Pero los teatros, hasta el pasado fin de semana, pudieron trabajar con un aforo máximo del 30 por ciento. Somos el último orejón del tarro. Como en la Argentina, la actividad teatral no es tomada como algo importante. A diferencia de lo que sucede en Buenos Aires aquí no existen asociaciones en defensa de la actividad teatral, se armó una en tiempos de la pandemia más dura que pidió a las autoridades ayuda económica. El gobierno local terminó dando 5 millones de dólares a los gestores de salas independientes, que no son más de once y que no superan las 150 butacas. Como los fondos de ayuda se atrasaron, los dueños de los espacios no dejaron que los gestores de los teatros programaran espectáculos hasta que no apareció el dinero –explica el joven director–. Todo el año pasado fue muy duro. Yo me lo pasé dando clases por Zoom y recién ahora ya tengo clases presenciales con 10 alumnos. Eso está bien, pero como todos están vacunados se hace difícil preservar las medidas preventivas básicas. Desde esta semana pasamos a un aforo del 75 por ciento. Por eso el viernes estreno Cassbaret, del dramaturgo argentino Gastón Cerana, junto al pianista Manu Moreno, en el Paseo de las Artes Regency Hotel. De las 140 butacas puedo poner a la venta 100. Y más adelante voy a reponer El mejor país del mundo, con Sabrina Olmedo y Guido Massri”.
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Marco Canale, creador escénico y audiovisual
Tokio, Japón
“Llegué a Japón para el estreno de La velocidad de la luz y, a los 4 días, se declaró el estado de emergencia. Eso implica que se suspendió la actividad teatral”
Marco Canale trabaja en proyectos de artes escénicas y cine en los que cruzan la biográfico con la historia y la ficción. Sus propuestas suelen presentarse en espacios públicos y privados de las ciudades. Estrenó La velocidad de la luz hace unos años en el marco del FIBA. Tuvo lugar en el Barrio 31 con actores vecinos. Hubo una segunda versión en Hannover. Actualmente, se encuentra en Japón para la versión nipona en la que trabajan 19 personas mayores que viven en Tokio. Son ellos los que cuentan la historia de su ciudad en un cruce entre lo religioso, la historia política, el arte, la televisión, la modernidad, el sumo y el Teatro Noh. Para el montaje ya había viajado otras cuatro veces al Japón. En uno de ellos se filmó una película. Hace unas semanas llegó a Tokio. En plena cuarentena y mientras se recuperaba del jet lag, se declaró el estado de emergencia que vence el lunes. Todo indica que, como sucede con el encuentro escénico belga, el Festival Tokyo Tokyo optará por la virtualidad.
“Llegué a Japón para el estreno de La velocidad de la luz y, a los 4 días, se declaró el estado de emergencia. Eso implica que se suspendió la actividad teatral. Es por dos semanas pero no sabemos si luego va a continuar la medida porque no está claro lo que va a decir el gobierno de Tokio. En viajes anteriores habíamos podido ensayar en el santuario en donde se iba a presentar la obra, pero ahora estoy solamente en modo Zoom. La situación es complicada, pero estoy entregado, no me queda otra. Lo que me pasa a mí explica lo que, en general, ocurre en el teatro en Japón. De llegarse a levantar el lunes el estado de emergencia, no lo creo, se volverán a abrir los teatros con un aforo del 50 por ciento. Al ser la tercera economía del mundo los artistas del teatro tienen un seguro de desempleo y líneas de apoyo para las salas. De todas formas, según me han contado, algunos teatros tuvieron que cerrar porque no pudieron pagar los alquileres. Por lo que entiendo, en Japón, entre la opción de cerrar las salas por 10 meses y la postura de los libertarios de abrir todo porque no pasa nada, se busca una postura intermedia que me parece sensato. Por eso suspende la actividad por algunas semanas a la espera que baje la curva de contagios”.
Canale agrega: “En lo personal, entré como en un maremoto emocional: jet lag, cuarentena y suspensión del estreno. Todavía no está definido qué va a pasar. Casi seguro filmaremos la obra con público amigo para, luego, subirla a la página del festival. Lo cual, no es lo mejor; pero es lo posible. Ojalá podamos estrenarla con púbico, quien sabe lo que nos deparará esta pandemia maldita”.
Fernando Rubio, actor, dramaturgo, director
Río de Janeiro, Brasil
“El progresismo brasileño, el sector cultural no pide que se abran las salas de teatro. El quedarse en casa, el cuidarse es la batalla contra la política de Bolsonaro.”
En medio de la virtualidad dominante, el director y performer argentino Fernando Rubio, cuyas propuestas experimentales suelen formar parte de grandes festivales internacionales, se la ingenió para explorar los medios digitales en plataformas de distintas partes del mundo (Colombia, Bélgica, Italia). En términos presenciales, en el Festival Santiago a Mil, de Chile, estrenó Decir afuera, basado en un soporte sonoro que intervenía diferentes espacios urbanos. Desde hace 7 años, el creador de propuestas como Pueden dejar lo que quieran, Todo lo que está a mi lado, El tiempo entre nosotros o Yo no muero, ya no más se vienen; vive en Río de Janeiro. En verdad, vivía allí. Hace dos sábados se volvió a Buenos Aires. Por primera vez en estos años, se sacó solamente pasaje de ida.
“La escena carioca ya estaba muy golpeada desde antes de la llegada de Jair Bolsonaro al poder. Pero él fue que terminó anulando subsidios y censurando proyectos que tuvieran elementos de crítica social. La pandemia radicalizó la situación del sector. Los dos festivales de teatro más importante de Río están inactivos y las salas están cerradas. Y sucede algo muy llamativo desde la óptica argentina: el progresismo brasileño, el sector cultural, no pide que se abran las salas de teatro. El quedarse en casa, el cuidarse es la batalla contra la política de Bolsonaro. Por eso cuando miran lo que sucede en Buenos Aires, en el momento que había movimiento teatral en salas, no lo pueden entender. La postura de no abrir la sostiene cualquier actor de la escena independiente como el mismo Caetano Veloso. No es cuestión de hacerle el juego al descontrol. Desde el 13 de marzo del año pasado los teatros están cerrados. En este lapso, reabrieron las clases presenciales, pero tuvieron que volver a cerrarlas. O está prohibido ir a la playa, pero la gente va igual”.
“En lo personal, otro encierro en Río no lo toleraba. Es muy difícil vivir en un país así.,. no hay perspectivas. Acá, con todos los cuidados, siento que puedo trabajar, que puedo pensar en un mediano plazo. En Río sentía que no podía hacer nada mientras la escena del hambre cada vez se hace más presente en las calles. Llegó mi momento de volver. Pensar que mi último trabajo que monté en Río fue Caixa preta, que hablaba, justamente, de los muertos y de las heridas de Brasil”.
Esteban Meloni, actor
Madrid, España
“Lo más llamativo de lo que sucede en Madrid es que la gente no tiene miedo de ir al teatro”
A mediados de enero, el talentoso protagonista de tantas obras de teatro (El principio de Arquímedes, Miedo, Todos eran mis hijos) como de películas (La chancha, Nadie nos mira) partió a Madrid para grabar Express, el thriller de Iván Escobar en el que interpreta al marido de Maggie Civantos y comparte escenas con Kiti Mánver. Hoy, sábado, Esteban Meloni estrena Shock 1 (el cóndor y el puma), la multipremiada obra dirigida por Andrés Lima, que se presenta en el Centro Dramático Nacional, de Madrid, en donde hace de Elvis Presley, de Jorge Rafael Videla y del futbolista Mario Alberto Kempes. Apenas termine esta temporada, a mediados de junio, volverá a Buenos Aires para ensayar Bodas de sangre, con puesta de Vivi Tellas, que está programada para hacer funciones en el Teatro San Martín.
“Dicen que es una de las pocas ciudades del mundo en la que el teatro funciona casi a la normalidad con un aforo del 75 por ciento. Lo más llamativo de lo que sucede en Madrid es que la gente no tiene miedo de ir al teatro. Así como van a los bares, van a ver un espectáculo. No pasa en otras ciudades europeas ni en otras ciudades españolas en donde a veces, según me han contado, se tuvieron que suspender funciones por falta de público. El otro día fui al teatro Matadero, que pertenece al Ayuntamiento; y la sensación era ver una sala llena aunque cada dos butacas había una vacía. Y fui a ver a amigos que están en el circuito independiente, obras de artistas argentinos como Lucas Ferraro, Adrián Navarro, Luz Cipriota; y les va bien. En Madrid hay un tendencia a sostener la vida social y al consumo teatral. Hay una estrategia destinada a que se siga estrenando como si ya hubiera pasado la pandemia. Yo estoy por estrenar Shock 1 y casi no quedan localidades. Hay una avidez muy grande por ir a los teatros, es lo mas concreto que percibo. También debo reconocer que ver los teatros y los bares llenos de gente a veces me parece un poco raro... es como una mezcla de sensaciones”.
La gran mezcla de sensaciones habita cada paso de estos 44.870 kilómetros que recorre 5 ciudades de 3 continentes. La pandemia maneja los telones.
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