Diana Raznovich: "El humor es una cosa seria y desestabilizadora"
Su obra De atrás para adelante aborda con una mirada ácida la ruptura del discurso patriarcal y la identidad de género
Como un caracol que anda con su casa a cuestas, se define esta dramaturga y humorista gráfica que reparte su tiempo entre España y la Argentina. Autora de Jardín de otoño, Objetos perdidos, Casa matriz, La madre posmoderna, De la cintura para abajo - obras de teatro traducidas en varios idiomas-, además de novelas, poesías y libros de humor gráfico. Recibió a LA NACION en una hermosa casa antigua en Flores, la misma en la que nació, para conversar acerca de su trabajo. Manifestó sentirse muy feliz porque sus obras se estrenan y reponen frecuentemente en el país, como es el caso de De atrás para adelante , actualmente en cartelera. En ella cuenta la historia de un transexual rechazado previamente por su padre, que vuelve al hogar para rescatarlo de una situación de bancarrota, generando una cantidad de situaciones que en el fondo esconden temas muy profundos.
-¿Abordar temas complejos desde el humor no les quita seriedad?
-Creo que hay un prejuicio en pensar que la risa es superficial y el llanto es serio. El humor tiene una llegada que a veces la "seriedad" no tiene, depende de la búsqueda de quién lo ejercite, pero yo creo que el humor es una cosa muy seria. Desestabiliza cosas que están establecidas como verdades eternas y es más fácil hacerlo desde la crítica incisiva del humor que desde la tragedia. Tiene una mirada desacralizadora y eso me interesa mucho.
-¿Cómo llegaste a utilizar el humor como recurso narrativo?
-El humor siempre fue mi "punto de vista", es mi matriz de perspectiva. A veces feroz, a veces lúdico, otras veces más piadoso. Yo no le tengo miedo a los temas, en el sentido de que pienso que todo puede ser abordado desde el humor.
-¿De dónde surgió el tema de De atrás para adelante ?
-A mí el tema del diferente y cómo metaboliza una sociedad al diferente me parece muy atractivo. No sólo en la historia concreta del argumento de la obra, un hombre que se transforma en mujer, sino por cómo las sociedades juzgan al diferente. Creo que ése es un tema que las sociedades tienen que abordar si quieren madurar. Lo que me parece más perturbador es que pensemos que las personas tengan que ser de una manera u otra y que les queramos imponer esos patrones.
-¿Buscás llevar un mensaje con tus obras?
-No me gusta la palabra mensaje, esa palabra significa que yo tengo una verdad y que el otro la va a recibir. Me gusta mas la palabra pensar juntos, reflexionar juntos o abrir preguntas, me parece fundamental. Mis obras tienen bastante de provocación, no es una suave invitación.
-¿Por qué escogiste al teatro para contar tus historias?
- Desde muy joven yo imagino escenas, siempre me fascinó ese espacio oscuro, iluminado artificialmente, donde hay unas personas que dicen ser otras. Todo ese juego del simulacro de la ficción me parece muy inquietante. Soy de la generación de la ruptura con el realismo tradicional, me gusta romper fronteras con mis planteamientos.
-Has escrito también poesía y novelas, ¿cuando se te viene una historia a la mente pensás en el género en el que la vas a contar?
-La poesía es algo muy confesional, y las novelas que escribí en España durante el exilio lo hice porque tuve la necesidad de narrar cosas. Pero el recurso con el que mas confortable me siento es el teatro.
-¿Cómo te convertiste en caricaturista?
-Siempre hacia dibujos al borde de lo que escribía, era el pasaje de la escritura al dibujo como una continuidad y viceversa, pero no lo había legitimado como un recurso profesional. Pero ante la insistencia de mis amigos empecé a acumularlos más seriamente y darles un cuerpo. Al tener mas o menos cien, las llevé a mi editora, Nuria Varela, de la Editorial Hotel Papel de Madrid, quien se entusiasmo y lo publicó. Yo no me lo podía creer. Así han visto la luz Mujeres Pluscuamperfectas, Sopa de lunares, Divinas y chamuscadas entre otros. Ahora llevo casi un año con Donatella en la contratapa de Clarín y eso también es un ejercicio extraordinario.
-¿Si vivís en España, como escribís una tira diaria para la Argentina?
-Yo tengo una conexión total con la Argentina, me costaría mucho más una tira en España. El discurso del humor grafico en España es muy diferente al nuestro, es un humor muy negro, muy denso. El nuestro es más poético y lírico, ése es el que yo sé hacer.
-¿Sentís temor con los planteamientos que hacés?
-Soy muy imprudente, ésa es una característica de los humoristas. Si estás tan voluble a las opiniones coartas el progreso. Tienes que ir investigando y siendo fiel con rigor. Lo fundamental es trabajar mucho, todo el tiempo y con rigor, no estar coqueteando.
-¿En qué proyectos estás actualmente?
-Me llamaron de la Central de Sindicatos Europeos, en Bruselas, y me propusieron hacer una serie de seis cortos con dibujos, criticando las políticas de recortes europeos. Esto se va a mostrar en varios festivales. En principio son spots en la TV belga, para frenar la política de recortes tan conservadores que están instrumentando en Europa. Nunca pensé que mi humor podía terminar animado y dentro de un cuestionamiento político tan profundo como es la crítica al neoliberalismo europeo. Pero uno tiene que imaginarse porque lo posible puede suceder.
-Y para teatro, ¿qué estás haciendo?
-Estoy terminando una obra sobre alguien muy famoso que vende su suicidio a la televisión. Hace mucho tiempo vengo con la idea de que la muerte vende y decidí escribir sobre esto, aunque mis obras me cuestan mucho terminarlas. Soy muy perfeccionista y quiero que todo llegue claro y estético.
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